A la caza del 'corsario'
En 1981, Manuel Rivas se enrol¨® en una aventura ecol¨®gica a bordo de un peque?o barco, el Xurelo.
Sit¨²enos.
A iniciativa de varios grupos ecologistas surgi¨® la idea de hacer una protesta original: llegar a un lugar donde se vert¨ªan residuos radiactivos, a 300 millas de Finisterre. Varios pa¨ªses europeos depositaban all¨ª su basura nuclear. Sab¨ªamos que en ese momento dos mercantes belgas iban a la zona, y all¨ª nos dirigimos desde Avi?o unas 15 personas.
?C¨®mo era la vida a bordo?
Dorm¨ªamos en la bodega, sobre mantas, y com¨ªamos lo que pesc¨¢bamos. Fuimos todo el tiempo acompa?ados por delfines y por primera vez vi ballenas. Si hay una imagen para expresar una alegr¨ªa que implique a todos los sentidos, ¨¦sa es el ver emerger a una ballena de repente.
?Dieron con los malos?
Fue dif¨ªcil. Pero al alba del cuarto d¨ªa, el patr¨®n nos avis¨® de que hab¨ªa localizado a los corsarios. Nos situamos con nuestras pancartas y nuestras flores bajo las gr¨²as que tiraban los barriles, pero de pronto apareci¨® una fragata de guerra que los escoltaba. Estuvimos a punto de zozobrar emparedados y tuvimos que salir de all¨ª.
El regreso ser¨ªa triunfal...
Fue como una onda expansiva. Se desataron muchas protestas a nivel internacional, y en 1982 se prohibieron los cementerios marinos, uno de los mayores disparates de la historia medioambiental.
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