Memorias menores
?De qu¨¦ est¨¢ hecha la memoria? ?Cu¨¢les son los materiales que la conforman y los mecanismos que la organizan? Varias novedades editoriales pueden ayudarnos a responder a esas cuestiones, y hacerlo tanto desde la reflexi¨®n te¨®rica que propician la sociolog¨ªa y la antropolog¨ªa como desde los ejemplos concretos de lo que, siendo en esencia pura sustancia oral -recordar, evocar, contar la vida-, puede encontrar magn¨ªficas expresiones en forma de literatura escrita.
Del lado de las ciencias sociales tenemos, por una parte, la traducci¨®n -pendiente desde hace tanto- de dos fundamentales cl¨¢sicos de la teor¨ªa sociol¨®gica de la memoria, escritos en las primeras d¨¦cadas del siglo XX por Maurice Halbawchs, uno de los grandes disc¨ªpulos de Durkheim. Se trata de Los cuadros de la memoria colectiva (Anthropos) y La memoria colectiva (Universidad de Zaragoza). Al mismo tiempo aparece tambi¨¦n la concreci¨®n de una larga trayectoria investigadora que, teniendo como epicentro la Universitat Rovira i Virgili y como director al catedr¨¢tico Joan Prat, ha venido profundizando en el estudio de las historias de vida como m¨¦todo de investigaci¨®n en antropolog¨ªa social. Se trata de la publicaci¨®n por y para el Inventari del Patrimoni Etnol¨°gic de Catalunya -dependiente del Departamento de Cultura y cuya labor no deber¨ªa dejar de ser elogiada una y otra vez- del libro ...I aix¨° ¨¦s la meva vida, as¨ª como de un n¨²mero de la Revista d'Etnologia de Catalunya, el 23, dedicado monogr¨¢ficamente a la utilidad de los recuerdos personales como recurso en el estudio de la sociedad y cuyo t¨ªtulo no pod¨ªa ser m¨¢s elocuente: Vida, mem¨°ria i oblit.
En el plano de las concreciones de esa virtud de la memoria individual para constituirse en fuente de informaci¨®n, pero tambi¨¦n de reflexi¨®n profunda acerca de la vida colectiva, nos encontramos con el libro Manolo, ?recuerdas?, la novela autobiogr¨¢fica de Manuel Alt¨¦s (Barataria). He aqu¨ª un trabajo que, dejando de lado sus m¨¦ritos literarios, nos enfrenta con el sentido ¨²ltimo de ese "tener presente" que ata y confunde lo que es y lo que fue, y amasa con ellos un solo magma indiferenciado, un protoplasma sin tiempo. Una magn¨ªfica oportunidad de ver en acci¨®n lo que es pasado puesto que estuvo de paso en nuestras vidas, que las atraves¨® e hizo de ellas una traves¨ªa; lo que nos cruza y no es sino el cruce de nosotros con otros seres y con todas las otras cosas. Todo lo que nos ocurriera a nosotros y que es justamente ese nosotros que somos, pero que requiere a los dem¨¢s para ser.
Manolo, ?recuerdas? es, en efecto, un buceo por un pret¨¦rito que no pertenece ni al personaje ni a ese autor de quien cuesta distinguirlo: corresponde a su esencia haber sido compartido y ser compartible todav¨ªa. El universo de cualidades sensibles que nos describe Manuel Alt¨¦s -obs¨¦rvese: todo son olores, sabores, texturas, colores- da testimonio de otro paisaje que ya no es puramente individual, sino que informa de lo que fuera la cultura -el conjunto de las maneras de hacer, decir y pensar- de la clase trabajadora urbana en Catalu?a, que tuvo que protagonizar momentos al tiempo terribles y magn¨ªficos, y hacerlo desde una perspectiva que le era singularmente propia, es decir de seres humanos que se pod¨ªan comunicar entre s¨ª y con el mundo a partir de un c¨®digo que era suyo e irrepetible.
Nos encontramos entonces ante el testimonio de alguien que se ha sentido implicado por una tarea urgente e inaplazable: la de restituir ese orden de significaciones y valores, esa pauta compleja de conductas, de ideas y de gustos que fueron los de una clase social -la obrera- en una ciudad -Barcelona- en un periodo que abarca varias d¨¦cadas del siglo XX. Esa forma de ser la vida del proletariado barcelon¨¦s de mediados del siglo pasado -y que es al mismo tiempo una ¨¦tica y una est¨¦tica- no es la que con frecuencia hemos visto retratada por la imaginaci¨®n literaria o cinematogr¨¢fica burguesa, ni por historiadores empe?ados en promocionar una visi¨®n miserabilizada de las clases populares urbanas en Catalu?a. Al contrario, lo que tenemos ah¨ª es exaltaci¨®n de un vitalismo, de un amor por el simple existir, que enternece y excita por su radicalidad, por su inconmensurabilidad, una pasi¨®n de luz casi animal que nada parec¨ªa poder saciar.
Esos hombres y mujeres que pululan por Manolo, ?recuerdas? amaron ciertamente la vida con todas sus fuerzas y le exigieron que fuera lo que promet¨ªa. En estas p¨¢ginas no hay obreros y menestrales menesterosos, ni v¨ªctimas pasivas de agitaciones hist¨®ricas de extraordinaria vehemencia. No son los actores de una gran ¨®pera ¨¦pica, ni los personajes de un melodrama naturalista a lo Zola, ni solemnes portavoces de grandes discursos ideol¨®gicos. Son seres humanos concretos que protagonizaron proezas y desalientos minimalistas, encuentros al m¨¢s alto nivel a ras de suelo, cat¨¢strofes incalculables que s¨®lo ellos sufrieron, entradas triunfales en otros cuerpos, gentes que cruzaron a nado su propia vida. Memorias grandiosas y menores.
Memoria urbana de quienes no s¨®lo fueron gente de clase, sino tambi¨¦n gente con clase, arist¨®cratas que se movieron en la alta corte de los patios de vecinos, de los cines de barrio, de las barricadas y de la c¨¢rcel; pr¨ªncipes que gozaron de su anonimato entre muchedumbres ora ociosas, ora gloriosas; grandiosidad vital que deber¨ªamos envidiar con todas nuestras fuerzas, en una ciudad que, entonces, todav¨ªa, se negaba a obedecer. Estallidos de una verdad simple y vertiginosa, que se oye retumbar todav¨ªa en silencio por las calles y las plazas de Barcelona, que salta por los terrados y entra y sale por las ventanas, y que es la suma en madeja de todos los gritos y de todos los murmullos de vecinos y viandantes.
Nos creemos que empleamos la memoria para decirnos, cuando es la memoria la que nos emplea a nosotros para decirse. Decir "hacer memoria" es esconder que es la memoria la que nos hace. Esa memoria que creemos nuestra no lo es; nunca es de uno, no nos pertenece. Es la continuaci¨®n de otras memorias y continua en las memorias de otros. La memoria de alguien es ahora, en cuanto ese alguien me la cuenta, m¨ªa tambi¨¦n, que me vuelvo capaz de recordar con toda la intensidad cosas que nunca he vivido y que otros evocar¨¢n, cuando yo desaparezca un d¨ªa.
Manuel Delgado es antrop¨®logo.
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