Entre el miedo y la rabia
Berga exige justicia tras el asesinato de un joven mientras contin¨²a el clima de reproches hacia la polic¨ªa auton¨®mica
"Se ve¨ªa venir". Esta frase, repetida de forma constante por muchos vecinos, resume en gran parte el porqu¨¦ de la crispaci¨®n que, m¨¢s all¨¢ de la tristeza por el asesinato en la madrugada del 29 del joven Josep Maria Isanta, ha convertido esta semana a Berga en protagonista de las cr¨®nicas period¨ªsticas. Berga es una peque?a ciudad catalana de 16.396 habitantes situada a 107 kil¨®metros de Barcelona.
Ahora est¨¢ dominada por dos sentimientos. Por una parte, el miedo a los agresores, algunos con antecedentes y relacionados con el tr¨¢fico de drogas; por otra, las tensas relaciones que exist¨ªan desde hac¨ªa tiempo entre los Mossos d'Esquadra y un sector de los j¨®venes de la poblaci¨®n que era, si no compartida, en muchos casos s¨ª comprendida por sus mayores. A los mossos se les ha acusado de pasividad frente a los delincuentes y de excesiva dureza con las infracciones del colectivo juvenil, un sector del cual es contrario e irrespetuoso con la autoridad. Los porrazos que recibieron en noviembre varios j¨®venes durante una redada antidroga en la que hubo s¨®lo un detenido no contribuyeron a mejorar la relaci¨®n.
Muchos vecinos de esta peque?a ciudad catalana creen que los incidentes eran previsibles porque los agresores eran un grupo violento conocido
Una plataforma c¨ªvica y la polic¨ªa auton¨®mica se han reunido para intentar mejorar las relaciones entre los j¨®venes y las fuerzas de seguridad
"Lo que ahora hace falta no es m¨¢s polic¨ªa, sino muchas sesiones informativas para explicar y demostrar a la poblaci¨®n que la actuaci¨®n el d¨ªa del lamentable asesinato fue la correcta, porque llegamos en pocos minutos una vez se localiz¨® el lugar de la agresi¨®n, y que nuestro objetivo ha sido siempre dar el servicio de seguridad a los ciudadanos", explic¨® Miquel Esquius, jefe de la regi¨®n central de los mossos, a la salida de la reuni¨®n que mantuvo el pasado viernes en un hotel con los representantes de una plataforma c¨ªvica que aglutina a un centenar de entidades que se ha creado para actuar como intermediaria entre los sectores enfrentados. "El objetivo es poder volver a la normalidad lo antes posible", explicaba Joan Ramon Bella, que no ha podido soportar la presi¨®n y ha dimitido como portavoz de la plataforma. "Es verdad que hab¨ªa preocupaci¨®n por la situaci¨®n y que incluso algunas entidades hab¨ªamos pedido antes de los hechos una reuni¨®n con las autoridades porque quer¨ªamos m¨¢s seguridad, pero lo que no puede ser es que los mossos sean los malos de la pel¨ªcula, porque eso no es as¨ª. Tienen que cumplir su funci¨®n y recuperar el respeto de la poblaci¨®n". El problema, reconoce, es que las versiones de unos y otros sobre los hechos no coinciden y adem¨¢s los j¨®venes siguen en pie de guerra. Ayer mismo convocaron otra concentraci¨®n.
La ciudad, poco a poco, ha ido recuperando la calma, pero la tensi¨®n est¨¢ latente y nadie da por cerrado el conflicto. Muchos vecinos a¨²n est¨¢n divididos entre el miedo y la rabia que les ha hecho clamar venganza estos d¨ªas y pedir el destierro de las familias de los detenidos. "Ahora hay mucha polic¨ªa en la calle y la presi¨®n medi¨¢tica es constante, pero ?qu¨¦ pasar¨¢ cuando ya no se hable de ello y estos delincuentes vuelvan a la calle?", dice un vecino que, como casi todos, teme represalias de los encausados y no quiere ser identificado.
"En diciembre a mi hijo le abrieron la cabeza con una botella nada m¨¢s entrar en un bar. En el Ayuntamiento me dijeron que no pod¨ªan hacer nada y que estaba todo controlado. Les dije que no se dar¨ªan cuenta de la gravedad de la situaci¨®n hasta que hubiera un muerto, y mira...", explica una comerciante que ha visto c¨®mo perd¨ªa clientes por el miedo que ten¨ªan de atravesar ciertas zonas del casco viejo de la ciudad. En el mismo barrio, otra familia est¨¢ pensando en vender su negocio y mudarse tras haber sufrido palizas y robos por parte de un grupo que, aseguran, "son siempre los mismos, pero se conocen muy bien la ley y enseguida salen".
En un pleno municipal extraordinario celebrado el pasado jueves todos los grupos aprobaron una proposici¨®n que pide m¨¢s dotaci¨®n policial y tambi¨¦n cambios en el C¨®digo Penal porque, reconoce el alcalde Ramon Camps, "es un grupo violento conocido, pero si no hay lesiones graves las agresiones se consideran s¨®lo faltas y ello no comporta penas de prisi¨®n". De momento hay unidad pol¨ªtica, pero el enfrentamiento entre la oposici¨®n convergente, que hasta la pasada legislatura dominaba el Consistorio que en su amplia mayor¨ªa es nacionalista, y el actual alcalde socialista est¨¢ en el aire. CiU ha empezado a exigir responsabilidades pol¨ªticas en el Parlamento catal¨¢n.
Pero si el pueblo reclama m¨¢s seguridad, los mossos tambi¨¦n han pedido, desde diversas instancias, m¨¢s respeto por su labor y que se deje actuar a la justicia sin presiones, algo que hasta ahora no ha ocurrido. La crispaci¨®n se ha reflejado en concentraciones ante la comisar¨ªa y en los juzgados, caceroladas, pancartas e insultos contra los mossos, pintadas y llamadas amenazantes a uno de los abogados de los detenidos, carteles con las fotos de los encarcelados repartidas por el pueblo y el boicot de un supermercado ante la presi¨®n de las clientas a la madre de uno de los encausados -miembro de la familia de los Cato?os, que ya estuvo implicada hace cinco a?os en otro apu?alamiento de un joven-. Una madre que ha salido en m¨¢s de una cadena de televisi¨®n criticando la hombr¨ªa de los vecinos y defendiendo a los suyos. Otros familiares de detenidos han denunciado presiones por serlo. "A m¨ª me han despedido de uno de mis trabajos por ser ecuatoriana", asegura una mujer que tambi¨¦n trabaja en un locutorio en el que, confirma, acud¨ªan algunos encausados a los que califica de "muy educados". Entre los 12 encausados (cuatro son menores) hay espa?oles, ecuatorianos, marroqu¨ªes, bolivianos y dominicanos.
Berga, que anta?o fue una rica zona de industrias textiles y mineras, empez¨® a perder poblaci¨®n desde finales de los a?os setenta al cerrarse casi todas las f¨¢bricas. Si ha crecido en los ¨²ltimos cuatro a?os ha sido por la inmigraci¨®n, que ya constituye el 12% del censo y que tiene su origen en 48 nacionalidades, aunque las mayoritarias son la marroqu¨ª, la ecuatoriana, la rumana y la polaca. "De momento no hay brotes xen¨®fobos, sino los mismos problemas de adaptaci¨®n que se viven en todas partes. El problema es que no hay coordinaci¨®n entre las administraciones y se hacen buenos estudios de diagnosis con recomendaciones importantes, pero despu¨¦s esto no se traduce en actuaciones concretas", indica Gabriel L¨®pez, responsable de una nueva asociaci¨®n de inmigrantes que busca promover la integraci¨®n de las comunidades.
La Patum m¨¢s triste
Hasta ahora Berga, situada entre la bella sierra de Queralt y el valle del r¨ªo Llobregat, era conocida por sus ricas setas, su fuerte identidad catalana y, sobre todo, su fiesta, La Patum, que se celebra con motivo del Corpus y tiene su origen en el teatro medieval. El sonido del tabal (tambor grande) que ha dado nombre a la fiesta, late al mismo ritmo del coraz¨®n de los bergadanos, que viven con emoci¨®n estos d¨ªas de pasacalles, baile ritual de las comparsas, saltos al ritmo de decenas de diablos que escupen fuego por todo su cuerpo y jolgorio, mucho jolgorio.
En noviembre la Unesco decidir¨¢ si le otorga la categor¨ªa de Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad a instancias del Gobierno espa?ol.
La Patum pasada ten¨ªa que celebrarlo, pero la fiesta fue un duelo tras el asesinato de un joven a navajazos mientras intentaba ayudar a su hermano, que estaba siendo atacado por un grupo de unos treinta camorristas que hirieron a otras seis personas, en un concierto organizado por un colectivo de j¨®venes libertarios e independentistas.
Nadie quiere relacionar los hechos con La Patum porque, indican, hubiera podido pasar en cualquier momento. Pero una vecina no puede evitar pensar que "si no hubiera pasado durante la fiesta y si el joven muerto no hubiera sido un miembro de las comparsas de La Patum, no se habr¨ªa dado tanta relevancia medi¨¢tica al suceso y el pueblo no se habr¨ªa sentido tan herido en su m¨¦dula espinal".
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