Lectores
Contaba Billy Wilder que nunca se sinti¨® capaz de hacer pel¨ªculas de romanos; argumentaba que ¨¦l necesitaba conocer los detalles pr¨¢cticos de la vida de sus personajes y que no sabr¨ªa escribir una escena en la que un romano vestido de romano le dice a su se?ora vestida de romana: "Cari?o, que me voy a la guerra de las Galias y que igual vuelvo pronto como que no vuelvo". A muchos nos pasa igual. Tal vez los ¨²nicos romanos de los que yo ser¨ªa capaz de escribir ser¨ªan esos pobres espa?oles que en los a?os sesenta tomaban el metro vestidos de romanos para hacer de extras en La ca¨ªda del Imperio Romano. Los ¨²nicos romanos con los que me identificar¨ªa ser¨ªan esos romanos pobres con reloj en la mu?eca porque se parec¨ªan a nuestros padres, a la Espa?a de un ayer cercano. Supongo que la incapacidad de escribir sobre personajes que vivieron hace siglos tiene que ver tambi¨¦n con la pereza: si ya es un trabajazo imaginar todo un mundo para tus personajes, encima a?¨¢dele tener que investigar sobre la ¨¦poca. No, gracias. Pero la realidad es que esas novelas son best sellers en todo el mundo. Escribe una historia de amor, de conspiraciones, de magia o religi¨®n, sit¨²ala en el siglo XVI, y tendr¨¢s m¨¢s posibilidades de ¨¦xito. Reconozco que la misma pereza que me dar¨ªa escribirlo me da leerlo, y no deja de sorprenderme c¨®mo hay lectores que se tragan esos tochazos que suelen tener portadas tremendas con letras doradas y en relieve. No lo critico, me asombro. En el metro de Nueva York las pocas lecturas que observo son novelas hist¨®ricas, libros de autoayuda, o los apuntes sopor¨ªferos que leen estudiantes adormecidos. Por eso, de pronto, firmas en la Feria del Libro de Madrid y te da un subid¨®n de felicidad, no por ese t¨®pico del encuentro escritor-lector, que suele ser tan fugaz, sino por la sensaci¨®n de vivir en un pa¨ªs mucho m¨¢s democr¨¢tico culturalmente, en el que los escritores pueden encontrar lectores en todas las capas sociales, no s¨®lo para los libros escritos seg¨²n los dictados de la moda, sino para todo tipo de aventuras literarias. Uno desear¨ªa que eso siguiera siendo as¨ª, que entr¨¢ramos a saco en el sistema educativo para que ese tesoro no se pierda, para que Espa?a siguiera siendo ese pa¨ªs en el que nos lee igual un cient¨ªfico que un basurero.
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