?Hay pol¨ªtica m¨¢s all¨¢ de los partidos?
Las din¨¢micas sociales que se est¨¢n sucediendo en Europa nos indican que la desconexi¨®n entre el sistema pol¨ªtico y la sociedad civil es algo m¨¢s que anecd¨®tica. La profusi¨®n de medios y el derroche de presi¨®n que las ¨¦lites pol¨ªticas ejercieron sobre la ciudadan¨ªa francesa y holandesa no tuvieron el premio esperado. Todos sabemos que si la ratificaci¨®n del texto constitucional europeo se hubiera realizado en sede parlamentaria, el resultado habr¨ªa sido muy distinto. El sistema representativo tiene sus ventajas, pero tambi¨¦n sus inconvenientes, y en los ¨²ltimos tiempos las insuficiencias destacan. A pesar de todo, este no es un art¨ªculo contra los partidos o las instituciones pol¨ªticas. Vivimos demasiados a?os luchando por su existencia para que ahora no valoremos su labor y su significaci¨®n. Pero convendr¨ªa que fu¨¦ramos admitiendo que hay pol¨ªtica fuera de los partidos. Una pol¨ªtica difusa, una pol¨ªtica de base, incluso, lo que algunos denominan, una "pol¨ªtica molecular". Reconoceremos as¨ª que si entendemos por pol¨ªtica el preocuparse de los bienes y valores p¨²blicos, de los intereses generales, del bienestar colectivo, del abordaje constructivo de los inevitables conflictos sociales, en nuestra sociedad hay miles y miles de personas que, a sabiendas o no, ejercen un papel claramente pol¨ªtico. Seguramente nosotros mismos o personas de nuestro entorno m¨¢s inmediato nos encontramos inmersos en actividades expl¨ªcita o impl¨ªcitamente de contenido pol¨ªtico. Gente que se expresa y act¨²a en relaci¨®n con asuntos de inter¨¦s general, personas que se afanan para que se respeten los derechos fundamentales de individuos cercanos y lejanos, ciudadanos que defienden su territorio y su identidad, habitantes de cualquier lugar que se implican en asuntos de su vida cotidiana que se ven afectados por los poderes p¨²blicos o por otros actores. Ese conjunto de personas hacen pol¨ªtica, pero en cambio no ejercen cargos de representatividad en las instituciones p¨²blicas, no concurren a las elecciones pol¨ªticas, no administran directamente cargos de gesti¨®n y representaci¨®n ni forman parte del proceso de selecci¨®n de las ¨¦lites pol¨ªticas de cada ¨¢mbito territorial y administrativo. No se han especializado en pol¨ªtica. No ejercen la profesi¨®n de pol¨ªticos.
En momentos como los actuales nos convendr¨ªa a todos reconocer la pluralidad y la riqueza de formas en el ejercicio de la pol¨ªtica. Reconocer que tan digno es ejercer la profesi¨®n de pol¨ªtico como preocuparse pol¨ªticamente por los problemas colectivos. La primac¨ªa de los partidos en la labor de gobernanza p¨²blica no debe sobredimensionarse. Nadie discute la legitimidad de las elecciones y del sistema representativo en su conjunto, pero ser¨ªa conveniente que todos reconoci¨¦ramos tambi¨¦n que esa labor y esa profesi¨®n no agotan la pluralidad de formas del ejercicio de la pol¨ªtica, y que todas son igualmente dignas. No se trata de reivindicar una hipot¨¦tica labor pol¨ªtica inmaculada de la sociedad civil, ni tampoco de calificar como gen¨¦ricamente degenerada la actividad de los pol¨ªticos en las instituciones y en los partidos. M¨¢s bien se trata de ver c¨®mo avanzamos en una concepci¨®n de la labor pol¨ªtica que no confunda p¨²blico con estatal o institucional, y que entienda que seguramente todos tenemos mucho que ganar si expandimos horizontalmente la pol¨ªtica m¨¢s all¨¢ de sus l¨ªmites partidistas e institucionales m¨¢s tradicionales. La pol¨ªtica tiene que ver con el poder, pero no todo ejercicio ni actividad pol¨ªtica debe tener forzosamente como objetivo la conquista y la gesti¨®n del poder. Incluso me atrever¨ªa a afirmar que no estar¨ªa mal tener como objetivo el de una sociedad que se autoeduca y se autoadministra, m¨¢s all¨¢ de lo que hoy se entiende por pol¨ªtica.
Es evidente que si se habla de sociedad civil, no podemos sentirnos satisfechos con ese ambiguo concepto ameba. Global Civil Society afirma: "La sociedad civil ocupa el espacio entre el Estado, la familia y las empresas, y sus organizaciones defienden el inter¨¦s general". Pero otros incorporan a las empresas en el ¨¢mbito de la sociedad civil, y todos est¨¢n de acuerdo en que detr¨¢s de esa etiqueta gen¨¦rica, las diversidades y las diferencias de intereses y motivaciones son excesivos como para utilizar ese t¨¦rmino operativamente. Lo cierto es que muchas veces se usa la idea de sociedad civil de manera antipartidista e incluso antipol¨ªtica. En estos d¨ªas, en que quien m¨¢s quien menos est¨¢ atareado con la declaraci¨®n de renta, nos volveremos a encontrar con la casilla del 0,52% dedicado voluntariamente a las organizaciones no gubernamentales. Creo que sigue siendo importante reforzar ese sector con la simple crucecita en el recuadro. Pero son muchos los que en el seno de los movimientos sociales y el mundo de las entidades discuten la conveniencia de ejercer labores de gesti¨®n de servicios, entendiendo que ello puede poner en peligro la labor transformadora y de denuncia que est¨¢ en la base del origen de muchas organizaciones. A nadie se le puede ocultar que en muchas ocasiones prestando servicios y prest¨¢ndolos de determinada manera, se est¨¢ trabajando para la realizaci¨®n de los derechos civiles, econ¨®micos y sociales, pero es tambi¨¦n cierto que las ONG pueden tanto correr el peligro de ser paraestado (cuando su autonom¨ªa y libertad de criterio quedan muy afectados por su dependencia econ¨®mica de las instituciones y de sus conexiones pol¨ªticas) como de acabar siendo paramercado (cuando las fronteras entre el lucro y el no lucro no son claras), difuminando as¨ª excesivamente su motivaci¨®n originaria, que en muchos casos era genuinamente pol¨ªtica y transformadora.
Desde mi punto de vista, buena parte del tercer sector expresa una idea de ejercicio de la pol¨ªtica positiva e innegablemente necesaria. Expresa un me concierne, pero entiendo que en la situaci¨®n actual ese me concierne no puede ser s¨®lo un ejercicio de humanizaci¨®n de la dura realidad actual, sino que debe avanzar y potenciar alternativas econ¨®micas y pol¨ªticas, superando una labor s¨®lo correctiva de la desigualdad para proponer nuevos modelos de desarrollo. La radicalizaci¨®n (en el sentido de tratar los temas de ra¨ªz) y la politizaci¨®n (en el sentido de actuar en defensa de los intereses p¨²blicos) de movimientos y entidades del tercer sector pueden contribuir a construir otra econom¨ªa, otra pol¨ªtica, que no quiera s¨®lo acceder y ejercer el poder. Todo ello no es contradictorio con la existencia de los partidos pol¨ªticos, pero si lo es con una visi¨®n monopolista de la pol¨ªtica por parte de los mismos.
Joan Subirats es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona.
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