El 'gulag' americano
Hay ahora mismo en nuestro planeta un rosario de limbos jur¨ªdicos, ajenos a cualquier legalidad, pero bajo control del Pent¨¢gono, donde los seres humanos all¨ª recluidos por tiempo indeterminado no tienen otro reconocimiento que el que quieran darle buenamente sus guardianes y quienes les imparten ¨®rdenes. Por esos centros han pasado en los ¨²ltimos cuatro a?os cerca de 70.000 personas. Un n¨²mero indeterminado ha sufrido torturas, algunos han muerto, otros permanecen todav¨ªa encerrados en condiciones que ning¨²n organismo de derechos humanos ha podido controlar. El m¨¢s conocido de estos centros es el que se halla en Guant¨¢namo, en la isla de Cuba, donde a finales de a?o hab¨ªa todav¨ªa 500 reclusos.
De all¨ª ha salido el ¨²ltimo de los varios esc¨¢ndalos que han acompa?ado a este sistema de represi¨®n de los terroristas. Al parecer, algunos guardianes se han servido de ejemplares del Cor¨¢n como medio de coacci¨®n sobre los detenidos, mediante amenazas o acciones de profanaci¨®n. El malestar que ha creado en todo el orbe musulm¨¢n es indescriptible: los militantes yihadistas han encontrado un motivo excelente para espolear el odio contra Estados Unidos, pero los musulmanes de a pie lo han interpretado como lo har¨ªa cualquier creyente de una religi¨®n que se centra en el culto a un libro sagrado.
La secretaria de Amnist¨ªa Internacional, Irene Khan, ha escogido una palabra infamante para designar esta situaci¨®n: el gulag. Son las siglas, en ruso, para Administraci¨®n Superior de los Campos (Gl¨¢vnoie Upravlenie Laguer¨¦i), tal como se nos recordaba el pasado s¨¢bado en unas p¨¢ginas de Babelia que llevaban por t¨ªtulo 'El Gulag, todav¨ªa vivo'. Unos 18 millones de personas pasaron entre 1929 y 1953 por aquel monstruoso sistema de exterminio, narrado de forma soberbia por Solzhenitsin en su Archipi¨¦lago Gulag. El balance de muerte, tortura y sufrimiento infligidos por el r¨¦gimen sovi¨¦tico supera en cantidad, aunque no en intensidad, al propio r¨¦gimen hitleriano, debido precisamente a su duraci¨®n, y pesa gravemente sobre la memoria de Rusia, un pa¨ªs que todav¨ªa no ha digerido la tragedia inmensa de su siglo XX.
De ah¨ª que sea realmente chocante la comparaci¨®n entre un campo de detenci¨®n norteamericano, por m¨¢s infamante que sea, y lo es sin duda alguna el campo de Guant¨¢namo, y el inmenso e infinito gulag. La imagen de Estados Unidos ante el mundo y ante los propios norteamericanos es exactamente la opuesta al gulag. No hay proporci¨®n en la comparaci¨®n, ni por la cantidad de los detenidos ni por la duraci¨®n, ni por la propia naturaleza de los cr¨ªmenes all¨ª cometidos. Es verdad que la se?ora Khan no se ha limitado a decir que Guant¨¢namo es el gulag de nuestra ¨¦poca y ha sabido argumentar como mayor tino los efectos de las licencias que se est¨¢ tomando Washington en su guerra contra el terrorismo. Estados Unidos, asegura en su presentaci¨®n del informe 2004 de Amnist¨ªa Internacional, "marca la pauta del comportamiento de los gobiernos a nivel mundial", de forma que con su conducta "est¨¢ dando permiso para que otros pa¨ªses cometan abusos con impunidad y audacia". Y en la entrevista que le hizo Pere Rusi?ol en este peri¨®dico asegur¨® que "la Administraci¨®n norteamericana ignora el Estado de derecho y lo peor es que lo hace en nombre de los derechos humanos", y "con su definici¨®n m¨¢s amable de la tortura refuerza a los pa¨ªses donde la tortura ya era tradicional".
Bush considera "absurda" la acusaci¨®n. ?Por qu¨¦ no puede haber un gulag americano? Porque "Estados Unidos es un pa¨ªs que defiende la libertad en el mundo". Pero un editorial de The New York Times, en cambio, ha encontrado acertada la met¨¢fora, y uno de sus columnistas m¨¢s prestigiosos, Thomas Friedmann, le ha pedido a Bush que lo cierre con un argumento definitivo: Guant¨¢namo es lo contrario de la Estatua de la Libertad, es decir, la peor propaganda exterior que pueda hacer Estados Unidos. ?Un gulag americano? Todav¨ªa es, para muchos, como la oscura claridad, una contradicci¨®n en sus t¨¦rminos, en Estados Unidos y en el resto del mundo. Pero si Bush sigue en sus trece, pronto dejar¨¢ de percibirse como una comparaci¨®n desproporcionada e injusta.
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