Con la ayuda de Europa
Sentados en un banco a la sombra, Francisco y Juan se ense?an sus pastillas.
-Mira.
-Y mira t¨².
Los dos tienen la misma, una verdecita chill¨®n que, colocada debajo de la lengua, frena el infarto. A Francisco Cobo, de 65 a?os, le dio en 1985; a Juan Recuerda, de 80, algo despu¨¦s. No s¨®lo coinciden en la p¨ªldora. Los dos estuvieron a punto de quedarse en una de las curvas que se amontonan en los 50 kil¨®metros que separan Antequera del hospital de M¨¢laga. Ahora, sentados en la plaza, aseguran que un segundo infarto -no lo quiera Dios, toquemos madera- no les asustar¨¢ tanto. Y no s¨®lo por la pastillita, que les da confianza, sino por el nuevo hospital comarcal de Antequera, construido en 1999 a las puertas de la ciudad.
El hospital de Antequera es moderno, ¨¢gil, limpio y eficiente. En su entrada hay tres m¨¢stiles para tres banderas: la andaluza, la espa?ola y la azul de la Uni¨®n Europea
Si no existiera el AVE, la vida de Casimiro habr¨ªa sido distinta: "No me habr¨ªa podido quedar a vivir en Ciudad Real. Habr¨ªa tenido que mudarme a Madrid"
El centro cost¨® m¨¢s de 23 millones de euros y cubre las necesidades de las 100.000 personas de la comarca. Es moderno, ¨¢gil, limpio y eficiente. En su entrada hay tres m¨¢stiles y tres banderas: la andaluza, la espa?ola y la azul de la Uni¨®n Europea. Esta ¨²ltima no es un gesto gratuito. Es una manera de dar las gracias. Porque m¨¢s de la mitad del dinero (13,6 millones de euros) provino de los Fondos Feder europeos. Por eso, este reluciente hospital -y cada una de las historias con final feliz que cuentan los pacientes, todos convecinos de Francisco y Juan- constituye un ejemplo palpable de hasta qu¨¦ punto la Uni¨®n Europea, en estos 20 a?os, ha sido capaz de mejorar la vida de muchos espa?oles.
Antes de que el 12 de noviembre de 1999 el presidente de la Junta de Andaluc¨ªa, Manuel Chaves, inaugurara el nuevo hospital, los habitantes de Antequera y los pueblos cercanos contaban s¨®lo con el "hospital viejo". Actualmente sede del Ayuntamiento, lo de viejo le viene al pelo. Al pie del primer pelda?o de una de las escaleras interiores est¨¢ inscrita la fecha de su construcci¨®n: 1790. El edificio se despliega alrededor de un claustro interior con trazas de convento de clausura ideal para albergar lances de capa y espada. A un visitante desavisado le costar¨ªa reconocer un centro sanitario. A Dolores Castilla, de 65 a?os, no. Conoce las habitaciones (ahora convertidas en oficinas), la sala de partos (ahora, dependencias municipales) o la unidad de cuidados intensivos. "Hay quien cuenta que una vez se desplom¨® un cuarto de ba?o, de lo viejo que estaba", relata esta mujer. Entre otras visitas al hospital viejo, se cuenta la que hizo con su marido la ma?ana en que ¨¦ste se rompi¨® la clav¨ªcula. Como de costumbre, debido a la gravedad de la lesi¨®n o a la falta de medios, fue desviado al hospital Carlos Moya, en M¨¢laga. Durante un a?o entero, el marido de esta mujer fue diariamente en ambulancia a este mismo hospital para los ejercicios de rehabilitaci¨®n. Dolores padece ahora la misma enfermedad que su marido. Pero la atienden en el nuevo hospital. Y va a rehabilitaci¨®n, cada d¨ªa, en un autob¨²s municipal.
El hospital comarcal de Antequera tiene a gala -aunque no siempre lo cumple- que sus pacientes gozan de una habitaci¨®n doble, pero ocupada s¨®lo por una persona. Cuenta con un certificado de calidad de la Junta de Andaluc¨ªa, y este a?o, seg¨²n asegura un portavoz, tiene previsto instalar unidades de di¨¢lisis, de quimioterapia y de cirug¨ªa para casos que se solucionan en un d¨ªa, entre otras mejoras. El objetivo: que los antequeranos se olviden de que en M¨¢laga hay un hospital y de que alguna vez Antequera s¨®lo tuvo uno, "el viejo", con aspecto de convento rom¨¢ntico.
La huella de la riada de millones llegados de Europa est¨¢ repartida por toda Espa?a. Algunas veces es muy visible. Es el caso del AVE Madrid-Sevilla, que cost¨®, incluidos los trenes, cerca de 2.400 millones de euros, y que comenz¨® a andar en abril de 1992. Los Fondos Feder aportaron para esta obra 584 millones de euros, seg¨²n datos de la oficina espa?ola de la UE. Adem¨¢s, la obra goz¨® de cr¨¦ditos favorables gestionados por Europa por valor de otros 144,5 millones de euros.
58 millones de viajeros
A este AVE se han subido ya 58 millones de viajeros. Pero pocos habr¨¢ -exceptuando conductores y azafatas, y aun as¨ª- que se hayan subido tanto como Casimiro Matas, de 42 a?os. Casi desde su inauguraci¨®n, este empleado en una empresa de inform¨¢tica se monta en el AVE a las siete y cuarto de la ma?ana en la estaci¨®n de Ciudad Real, pasa el d¨ªa en Madrid, y regresa con el tren de las 20.15. Viaja sin malet¨ªn, sin carpetas, sin nada. Al principio le¨ªa novelas. Ya no. Ahora prefiere charlar con alguna de las mil personas que cada d¨ªa hacen el mismo trayecto que ¨¦l. Algunos, seg¨²n cuenta, se han sacado oposiciones enteras estudiando en el tren.
Si no hubiera habido AVE, la vida de este hombre habr¨ªa sido muy distinta: "No habr¨ªa podido quedarme en Ciudad Real, por ejemplo; habr¨ªa tenido que mudarme a Madrid, con la que ahora es mi mujer y entonces mi novia, y ahora mis dos hijos ser¨ªan madrile?os". Y a?ade: "A m¨ª me gusta vivir en Ciudad Real, que es mi ciudad y es donde est¨¢n mis padres, y mis suegros".
Gracias al AVE, Ciudad Real ha podido mantener su poblaci¨®n (70.000 habitantes) y convertirse, adem¨¢s, en punto de destino para m¨¦dicos y profesores madrile?os que trabajan ah¨ª y que diariamente recorren, a la inversa, el trayecto de Casimiro.
Esta continua transfusi¨®n de viajes de ida y vuelta ha constituido una fuente de vida para la ciudad, que en estos ¨²ltimos 13 a?os se ha puesto mirando de cara al futuro. "El AVE coloc¨® en el mapa a Ciudad Real, una localidad fuera de los ejes nacionales de transportes. De ser una ciudad provinciana de servicios para el resto de la provincia, de funcionarios, se ha convertido en parte del ¨¢rea metropolitana de Madrid, junto con Toledo y Guadalajara. Y eso es una revoluci¨®n", comenta Jos¨¦ Mar¨ªa Coronado, ingeniero de Caminos, residente en Ciudad Real y miembro de un equipo de t¨¦cnicos perteneciente a la Escuela de Ingenieros de Caminos de la Universidad de Castilla-La Mancha que investiga las repercusiones de los trenes de alta velocidad en las ciudades. "No se puede decir que, gracias al AVE, el PIB sube tanto en determinado sitio porque eso es imposible de calcular, pero s¨ª que, por ejemplo, los dos proyectos m¨¢s importantes que encara Ciudad Real, el futuro aeropuerto de carga y un parque de ocio, se van a llevar a cabo gracias al AVE. ?sa es la principal diferencia: vivir donde va a ser posible que pasen cosas", a?ade Coronado.
Un lugar de Castilla ha experimentado una revoluci¨®n incluso m¨¢s espectacular. A 15 kil¨®metros de Valladolid, Boecillo languidec¨ªa hac¨ªa 15 a?os: sin agricultura debido a la aridez del terreno, condenado a vivir del ganado, de un casino o de la explotaci¨®n de los pinares, el pueblo parec¨ªa abocado a convertirse en una localidad-dormitorio de la capital o a desaparecer. Una idea del por entonces presidente de la Junta de Castilla y Le¨®n, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, y el empe?o del alcalde, Francisco Javier Espinillo, del PP, enderezaron este declinante destino en 1990. Impulsaron, a cuatro kil¨®metros del pueblo, la construcci¨®n de un parque empresarial especializado en firmas de tecnolog¨ªa punta, que se ha financiado en gran parte gracias a la gesti¨®n de una empresa p¨²blica dependiente de la Junta de Castilla y Le¨®n, pero que ha recibido, en su fase de consolidaci¨®n, casi dos millones de euros de los Fondos Feder.
Una visita a este parque tecnol¨®gico, que alberga un centenar de empresas, puede inducir al paseante a creer que padece una suerte de espejismo en plena meseta castellana: edificios de cristal y de acero, praderas de c¨¦sped cuidad¨ªsimo donde se sientan decenas de j¨®venes: un paisaje propio de postal de universidad californiana. Aqu¨ª impera el derecho de admisi¨®n. S¨®lo se acoge a determinado tipo de compa?¨ªas, relacionadas con los sectores m¨¢s punteros: inform¨¢tica, rob¨®tica, electr¨®nica o aeron¨¢utica, entre otros. Miles de ingenieros, t¨¦cnicos especializados, profesores y operarios acuden diariamente al parque, provenientes de Valladolid o del mismo Boecillo, que en 15 a?os ha crecido de 699 a 2.900 habitantes. No es raro ver en las calles de este pueblo de aire aparentemente rural a j¨®venes encorbatados manejando con soltura de hackers ordenadores port¨¢tiles de ¨²ltima generaci¨®n.
Todo esto repercute en la econom¨ªa local. "El pueblo tiene el ¨ªndice de renta m¨¢s alto de toda esta comunidad aut¨®noma", afirma tranquilamente el alcalde, que a?ade: "Y no hay nada de paro: el 0,0%".
El que m¨¢s y el que menos se ha buscado la vida en empresas hasta hace poco inimaginables. Jos¨¦ Ram¨®n Mart¨ªn tiene 37 a?os. Su padre, guardia civil, no ve¨ªa m¨¢s destino para su hijo que el campo, los pinares, o emigrar. "Sin embargo", dice Mart¨ªn, "gracias al parque, trabajo en mi pueblo, haciendo principios activos para una farmac¨¦utica ?Qu¨¦ le parece?".
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