Dos d¨¦cadas que han cambiado Espa?a
Val¨¦ry Giscard d'Estaing, ex presidente franc¨¦s y padre de la Constituci¨®n Europea, habr¨¢ encontrado por fuerza, en los argumentos contra el Tratado, ecos de los que ¨¦l mismo utiliz¨® hace 25 a?os para intentar frenar el ingreso de Espa?a en la Comunidad Econ¨®mica Europea. Y, sin embargo, el pa¨ªs que ¨¦l vet¨® cumple dos d¨¦cadas de permanencia en la UE con los deberes hechos y una fe europe¨ªsta a prueba de crisis. Ha sido el primero de los socios comunitarios en ratificar en refer¨¦ndum con una s¨®lida mayor¨ªa -aunque quiz¨¢ sin suficiente debate- la nueva Constituci¨®n y el m¨¢s ferviente defensor de la integraci¨®n, sin miedo a ampliaciones ni vetos.
Mientras el entusiasmo por la construcci¨®n europea retrocede en los pa¨ªses fundadores, Espa?a se afianza como un baluarte del europe¨ªsmo, 20 a?os despu¨¦s de la solemne firma del Tratado de Adhesi¨®n a la CEE, el 12 de junio de 1985.
Todo el mundo reconoce que la incorporaci¨®n a la CEE -hoy UE- ha sido un motor primordial en la transformaci¨®n de Espa?a
"En los primeros a?os, la agricultura espa?ola sufri¨® una reconversi¨®n brutal, que adem¨¢s no cost¨® un duro", dice el l¨ªder del COAG, Miguel L¨®pez
La UE ha financiado cuatro de cada 10 kil¨®metros de las autov¨ªas y autopistas espa?olas, y ha propiciado el salto a la alta velocidad ferroviaria
"Espa?a no se ha preparado para competir en el nuevo contexto global. Llevamos seis a?os en una fiesta", afirma el economista Emilio Ontiveros
Alberto Navarro, secretario de Estado para la UE: "Gracias al euro, seis de las 12 mayores empresas constructoras que hay en el mundo son espa?olas"
El par¨®n de Giscard d'Estaing contribuy¨® a alargar un proceso que dur¨® ocho a?os. Pero el episodio ha quedado enterrado en la memoria feliz de un acontecimiento que ha constituido un hito en la historia de Espa?a. Tanto es as¨ª que Manuel Mar¨ªn, negociador espa?ol en Bruselas en la recta final, no duda en afirmar: "La operaci¨®n m¨¢s rentable de pol¨ªtica exterior que haya hecho jam¨¢s el Reino de Espa?a ha sido la incorporaci¨®n a la Uni¨®n Europea, con sus errores y sus imperfecciones".
Fue una incorporaci¨®n en la que trabajaron varias generaciones de espa?oles -partiendo de la etapa franquista-, especialmente desde los inicios de la transici¨®n pol¨ªtica, siempre con criterio un¨¢nime, pese a las diferencias ideol¨®gicas, y siempre con un descomunal apoyo popular. Europa es una bandera un¨¢nime en un pa¨ªs que no consigue imponer la propia; una pertenencia a la que nadie quiere renunciar en un territorio dominado por las autoexclusiones.
Pol¨ªticos de izquierda y de derecha, empresarios, economistas, expertos financieros, l¨ªderes sindicales... Todos los consultados para la elaboraci¨®n de este reportaje coinciden en reconocer el valor enorme de la incorporaci¨®n a Europa, en que ha sido un motor primordial en la transformaci¨®n experimentada por Espa?a en este periodo.
El euroentusiasmo espa?ol tiene sus razones contables. En estos 20 a?os se han recibido 174.734 millones de euros frente a los 96.602 que se aportaron, con un saldo neto de 78.131 millones. Son ayudas que han representado en torno al 0,8% del PIB anual como media y han permitido crear unos 298.000 empleos en cada ejercicio. Con esos fondos se han financiado cuatro de cada 10 kil¨®metros de las autov¨ªas y autopistas que hay en Espa?a, y se ha dado el salto a la alta velocidad ferroviaria.
Los europeos son los principales clientes de la principal industria: el turismo. El 87% de visitantes proceden del continente, y en Espa?a viven ya 300.000 brit¨¢nicos y no menos de medio mill¨®n de alemanes. M¨¢s de 170.000 j¨®venes espa?oles han estudiado en universidades extranjeras gracias al Programa Erasmus de la UE, que obtuvo el Premio Pr¨ªncipe de Asturias el a?o pasado
La apertura de fronteras
"Que en 1992 se crease el Fondo de Cohesi¨®n y se duplicasen los fondos que Espa?a recib¨ªa ha sido una ayuda enorme para mejorar nuestras infraestructuras y equipamientos. Sin esas sumas se hubiera mermado nuestro crecimiento. Pero no creo que sea lo principal que hemos recibido. Lo mejor es la apertura de fronteras, tener una econom¨ªa abierta y la modernizaci¨®n del pa¨ªs", dice el socialista Joaqu¨ªn Almunia, hoy comisario europeo.
Para el historiador ?ngel Vi?as, miembro de la Representaci¨®n Permanente de Espa?a en la UE, el impacto de la integraci¨®n ha sido todav¨ªa m¨¢s importante en "la modernizaci¨®n de comportamientos", tanto de la sociedad como de la Administraci¨®n espa?ola. "Quienes hab¨ªan estudiado en el extranjero se encontraban, en su inserci¨®n profesional, con estructuras que no hab¨ªan dejado atr¨¢s el torpor en que se hab¨ªan mecido durante tantos a?os de aislamiento. Hoy, la Administraci¨®n y las empresas han ido homolog¨¢ndose crecientemente con las de otros pa¨ªses europeos, y con cierta frecuencia han demostrado ser m¨¢s eficientes".
El primer paso hacia esa convergencia europea se hab¨ªa dado en 1959 con el Plan de Estabilizaci¨®n, un intento de superar la econom¨ªa aut¨¢rquica del franquismo que hab¨ªa llegado pr¨¢cticamente al colapso. Aunque la dictadura franquista no pod¨ªa ser admitida en el club europeo, s¨ª pudo arrancar a Bruselas un ventajoso acuerdo preferencial, a principios de los a?os setenta, que sirvi¨® para acortar distancias. Pero el camino ser¨ªa largo. Todav¨ªa en enero de 1986, momento de la adhesi¨®n efectiva a la CEE, el comercio exterior apenas representaba el 27% del PIB, frente al 61% de hoy. A la modernizaci¨®n de la econom¨ªa contribuyeron decisivamente los fondos europeos y las grandes inversiones extranjeras que llegaron al pa¨ªs definitivamente estabilizado en el seno de una comunidad pr¨®spera.
A cambio de ese man¨¢, Espa?a tuvo que abrirse a los mercados europeos e iniciar una dolorosa reconversi¨®n, especialmente en la industria. "La liberalizaci¨®n del mercado global habr¨ªa tenido igualmente un impacto enorme en los sectores m¨¢s maduros de nuestra econom¨ªa. El ingreso en la CEE s¨®lo anticip¨® ese fen¨®meno, pero a una escala europea", dice el catedr¨¢tico de Econom¨ªa de la Empresa de la Universidad Aut¨®noma de Madrid, Emilio Ontiveros.
Tambi¨¦n la agricultura y la pesca tuvieron que ajustarse al nuevo marco. "En los primeros a?os, la agricultura espa?ola sufri¨® una reconversi¨®n brutal que, adem¨¢s, no cost¨® un duro", dice Miguel L¨®pez, secretario general de la Coordinadora de Organizaciones Agrarias y Ganaderas (COAG), el sindicato m¨¢s potente del campo. L¨®pez no niega los beneficios que ha tra¨ªdo la integraci¨®n europea. Despu¨¦s de todo, las ayudas representan el 24% de la renta agraria, pero se queja amargamente del sistema de reparto, por superficie de terreno. "Algunos amasaron fortunas y eso genera de nuevo desigualdades. Subvencionar a los millonarios no tiene sentido". Sobre todo en un contexto que empieza a ser cr¨ªtico. "La media de edad de nuestros agricultores supera los 55 a?os, y no hay relevo generacional", dice. Mientras tanto, Bruselas financia a 900.000 propietarios, de los que apenas 350.000 viven realmente de sus tierras. "Se nos ve como pedig¨¹e?os", insiste L¨®pez.
No es ¨¦sta la visi¨®n de Alberto Navarro, secretario de Estado para la UE del Ministerio de Exteriores. "Europa ofrece un marco virtuoso en el que desarrollar nuestra econom¨ªa, pero cada pa¨ªs tiene una responsabilidad en el resultado del proceso. Espa?a e Irlanda son los dos socios que mejor han sabido utilizar los fondos de cohesi¨®n, frente a pa¨ªses como Grecia, Italia o Portugal. Nuestra econom¨ªa es una de las m¨¢s abiertas". Y en cuanto a los fondos, "estudios de la propia Comisi¨®n calculan que el 40% de estas sumas regresa a los bolsillos de los contribuyentes netos, porque son los que disponen de la tecnolog¨ªa necesaria para llevar a cabo las obras de infraestructura, por ejemplo".
Y si Espa?a ha recibido beneficios ingentes en met¨¢lico, en cr¨¦ditos blandos del Banco Europeo de Inversiones (BEI), en credibilidad y en solvencia al poder utilizar una marca de prestigio como la UE, tambi¨¦n ha entregado una dote a este club. "Espa?a aport¨® energ¨ªa, dinamismo, confianza en el futuro; se moviliz¨® a favor de las reformas que est¨¢n paradas, como las de la cumbre de Lisboa, donde se celebr¨® el ¨²ltimo Consejo al que asist¨ª", recuerda el ex ministro de Exteriores popular Abel Matutes.
Para Manuel Mar¨ªn, hoy presidente del Congreso de los Diputados, despu¨¦s de 13 a?os como comisario europeo, la gran aportaci¨®n espa?ola fue "la cohesi¨®n econ¨®mica y social, gran trabajo de Felipe Gonz¨¢lez, que se encarg¨® de explicar a los dem¨¢s miembros de la UE que el equilibrio entre los socios era bueno y positivo, y que la forma de tener una uni¨®n m¨¢s solvente y m¨¢s equilibrada era que los que estaban peor econ¨®micamente pudieran ser ayudados para desarrollarse. Era la visi¨®n de Helmut K?hl y Fran?ois Mitterrand. Al ser la Uni¨®n no solamente un proyecto de mercado, sino pol¨ªtico, ten¨ªa que venir acompa?ado por las pol¨ªticas de solidaridad".
El primer pulso interno
No es casual que el primer pulso interno que protagoniz¨® Espa?a fuera precisamente en defensa de estos fondos de cohesi¨®n. El Gobierno espa?ol amenaz¨® incluso, en 1991, con bloquear el Tratado de Maastricht -que se firmar¨ªa un a?o m¨¢s tarde, dando un impulso clave al euro- si no se atend¨ªan sus reclamaciones. Gracias a esa presi¨®n, el presupuesto comunitario, que entonces se dedicaba mayoritariamente a la PAC (75%), pas¨® a dividirse casi de forma casi igualitaria entre los fondos de cohesi¨®n (40%), y la pol¨ªtica agraria com¨²n (45%).
Pero nuestras aportaciones no terminan ah¨ª. "Espa?a llev¨® a Europa una aproximaci¨®n mayor a Am¨¦rica Latina y al Magreb", a?ade Alberto Navarro. "Tambi¨¦n la conferencia euromediterr¨¢nea es una idea espa?ola, por no hablar de nuestra enorme anticipaci¨®n en los temas de la lucha antiterrorista", tanto de los Gobiernos socialistas como de los de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. Y del af¨¢n constante por estar entre los primeros. Pocos pa¨ªses apoyaron de forma tan decidida Maastricht y se entregaron con m¨¢s ah¨ªnco a la tarea de alcanzar el perfil virtuoso que fijaba el Pacto de Estabilidad para acceder al euro. Prueba de ese europe¨ªsmo fue la concesi¨®n, en 1993, del Premio Carlomagno a Felipe Gonz¨¢lez.
Un apoyo inestimable en ese proceso lleg¨® de las organizaciones sindicales. "Siempre hemos sido muy europe¨ªstas, porque Europa significaba estabilidad pol¨ªtica y econ¨®mica, con largos periodos de crecimiento. La UE es la mayor masa cr¨ªtica de capital humano y de conocimiento del planeta", apunta Jos¨¦ Mar¨ªa Fidalgo, secretario general del sindicato de izquierdas Comisiones Obreras. "Pero el gran salto hacia delante se da sobre todo en los ¨²ltimos 10 a?os", precisa Loyola de Palacio, ex comisaria europea, del PP.
Ser¨¢ cierta esta historia de ¨¦xito total cuando Jes¨²s Banegas, presidente de la comisi¨®n europea de la CEOE, que agrupa al empresariado, afirma sin pesta?ear: "Estamos asistiendo al ciclo de mayor crecimiento econ¨®mico de la humanidad. En ning¨²n periodo hist¨®rico se gener¨® tanta riqueza".
"El euro ha sido tambi¨¦n un gran instrumento de solidaridad que no se valora", confirma Navarro. "?Desde cu¨¢ndo Espa?a, con una inflaci¨®n del 3%, podr¨ªa haber tenido unos tipos de inter¨¦s tan bajos como los que tiene? Gracias a la moneda ¨²nica, Telef¨®nica es la cuarta empresa mundial del sector, y el Santander Central-Hispano, el primer banco europeo de la zona euro. Y de las 12 mayores empresas de la construcci¨®n que hay en el mundo, seis son espa?olas".
Con todo, este ¨²ltimo dato refleja un desequilibrio en el desarrollo espa?ol que preocupa cada vez m¨¢s a los economistas. "El crecimiento se ha polarizado excesivamente en el sector de la construcci¨®n residencial, Espa?a no se ha preparado para competir en el nuevo contexto global. La inversi¨®n p¨²blica en Educaci¨®n, en I+D, en tecnolog¨ªas de la informaci¨®n, en todo lo que se conoce como la tercera revoluci¨®n industrial, es de las m¨¢s bajas de Europa", apunta Emilio Ontiveros, que considera decisivo, sobre todo, el impulso recibido de la uni¨®n monetaria.
"Llevamos seis a?os en una fiesta, pero la org¨ªa nos ha distra¨ªdo y estamos dejando pasar la mayor bonanza econ¨®mica de la historia sin prepararnos lo suficiente para ese entorno global en el que tendremos que competir", advierte este economista. Ontiveros cree que ha faltado se?alizaci¨®n suficiente del sector p¨²blico para diversificar la composici¨®n del crecimiento econ¨®mico. "Deber¨ªamos habernos endeudado un poco para invertir en sectores de futuro".
La esperanza del Gobierno es que Espa?a no pase a ser contribuyente neto hasta 2014, pero el futuro no est¨¢ garantizado. Para el periodo 2007-2013, la UE dedicar¨¢ 74.000 millones de euros a proyectos de I+D, un apartado que crecer¨¢ casi m¨¢s que los fondos de cohesi¨®n. Ayudas que ir¨¢n a parar a aquellas instituciones, universidades y empresas que presenten los proyectos m¨¢s interesantes.
"Est¨¢ claro que hemos hecho muchas cosas bien, pero nos falta impulso en innovaci¨®n tecnol¨®gica, del tejido productivo de alto valor a?adido", se lamenta Jes¨²s Banegas. A veces falta ambici¨®n y capacidad de asumir riesgos, lo que, unido a la baja productividad espa?ola, puede poner en peligro este ciclo de crecimiento asombroso que ha permitido a Espa?a mantener un alto ritmo de convergencia. Si en el momento de nuestra incorporaci¨®n a la UE la renta de nuestro pa¨ªs no pasaba del 68% de la media comunitaria, hoy supera ligeramente el 90% de la media de los Quince, y llega al 98% si se toma en cuenta la Europa de los Veinticinco.
Crecer mejor
Llegar m¨¢s lejos en este camino parece dif¨ªcil. Por eso el objetivo deber¨ªa centrarse ahora, seg¨²n los expertos, en crecer mejor. "Una de las deficiencias de estos a?os es que nuestra convergencia se ha basado sobre todo en crear empleo (porque las cifras de paro eran tremendas y porque hab¨ªa mucha poblaci¨®n para emplear), pero si no mejora la productividad, la econom¨ªa no mantendr¨¢ sus ¨ªndices de crecimiento. Tendr¨ªa que producirse un cambio en la composici¨®n del crecimiento", opina Jos¨¦ Luis Malo de Molina, uno de los cinco directores generales del Banco de Espa?a, al frente del Servicio de Estudios de la instituci¨®n. ?l ve una situaci¨®n de riesgo en la baja competitividad, incluso inferior en estos momentos a la que presentaba Espa?a al adherirse a la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria.
Por lo dem¨¢s, pocos ven la reciente ampliaci¨®n de la UE como una amenaza al bienestar espa?ol, por la fortaleza relativa de la econom¨ªa, que se mantendr¨¢, al menos, hasta 2006. Pero es un hecho que Espa?a tendr¨¢ que compartir los fondos de cohesi¨®n con 10 nuevos pa¨ªses mucho m¨¢s necesitados de ellos. Una cuesti¨®n que llev¨® al ex presidente Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar a mantener sonados enfrentamientos con el canciller alem¨¢n, Gerhard Schr?der, y, m¨¢s tarde, con el presidente franc¨¦s, Jacques Chirac. En 2001, Aznar lleg¨® a tener bloqueadas las negociaciones de la ampliaci¨®n cuando quiso asegurarse de que Espa?a seguir¨ªa recibiendo generosas ayudas.
Hubo un segundo roce durante las negociaciones sobre la Constituci¨®n europea: Aznar rechaz¨® frontalmente el nuevo reparto de poder, en la cumbre de diciembre de 2003, y el acuerdo s¨®lo fue posible tras el vuelco electoral en Espa?a. Por eso, en marzo de 2004, recibi¨® la despedida m¨¢s fr¨ªa que se haya dedicado en Bruselas a un l¨ªder europeo. Claro que sus hom¨®logos no eran precisamente entusiastas de la integraci¨®n continental. Tal y como reconoce el propio Manuel Mar¨ªn, "el liderazgo de hoy d¨ªa no es europe¨ªsta. Uno de los pocos l¨ªderes claramente europe¨ªstas ha sido Zapatero". Y lo m¨¢s grave, a?ade, es que "se ha perdido un valor que existi¨® mucho en la ¨¦poca de Mitterrand, K?hl y Gonz¨¢lez, el principio de lealtad institucional para la construcci¨®n europea. Hoy se ha llegado a una situaci¨®n en la que se pretende resolver los dilemas de la pol¨ªtica nacional, endos¨¢ndoselos a Europa". Otro tanto opina Jos¨¦ Mar¨ªa Fidalgo. "Estamos ante una crisis de las ¨¦lites europeas que repercute en todos nosotros", dice. "Tenemos pol¨ªticos oportunistas que no hablan de repartir las cargas, sino los beneficios".
Y en esa misma llaga pone el dedo el ministro de Hacienda y ex comisario europeo Pedro Solbes: "En vez de vender la idea de que Bruselas somos todos, se presentan las cosas como si fuera siempre el enemigo contra el que tienes que luchar; lo que nos viene a todos bien". Hasta ahora, al menos, no es el caso de Espa?a, donde, como apuntan las encuestas, el 69% de los ciudadanos considera beneficiosa la pertenencia a la UE, muy por encima del 47% de la media europea. Un an¨¢lisis que refleja gratitud por lo recibido y satisfacci¨®n por haber podido cerrar una herida hist¨®rica. Incluso si el futuro aparece ahora sombr¨ªo, Espa?a conf¨ªa en seguir creciendo dentro de Europa. Como dice Alberto Navarro: "Ahora ya hemos dejado la Segunda Divisi¨®n". El reto es entrar con pie firme en la Primera.
Optimismo ante la crisis
LA CRISIS PROVOCADA por el no de Francia y Holanda a la Constituci¨®n europea preocupa enormemente al europtimismo espa?ol. La mayor¨ªa de los l¨ªderes consultados aconseja, no obstante, no dramatizar. Todo lo m¨¢s, entregarse a una reflexi¨®n constructiva. "Quiz¨¢s habr¨ªa que haber impuesto un ritmo un poco m¨¢s pausado a la ampliaci¨®n", dice Abel Matutes, que pas¨® unos a?os como comisario europeo. "Toda profundizaci¨®n en el modelo de construcci¨®n europea ha ido siempre contradictoriamente con las ampliaciones, que hay que digerir al tiempo. Al final los brit¨¢nicos han jugado un papel positivo al hacer de abogados del diablo, porque las profundizaciones necesitan cierto tiempo. Soy optimista, y la construcci¨®n europea continuar¨¢, aunque estamos lejos de los Estados Unidos de Europa, porque los pa¨ªses grandes no van a renunciar a muchas de sus pol¨ªticas soberanas".
La tambi¨¦n ex comisaria Loyola de Palacio reconoce que, "al hilo del no franc¨¦s, habr¨ªa que entrar m¨¢s a fondo en discutir de verdad con la gente, con los ciudadanos, no s¨®lo entre las ¨¦lites, hacer participar m¨¢s a los ciudadanos en el debate de qu¨¦ Europa queremos". El l¨ªder de CC OO, Jos¨¦ Mar¨ªa Fidalgo, no oculta su irritaci¨®n por el resultado de los referendos en Francia -"han sido querellas internas que dinamitan la UE"- y Holanda, pero piensa que hay que reaccionar y recoger cuanto antes las piezas rotas del tratado. "Ser¨ªa arriesgado seguir con el proceso de ratificaci¨®n. Debemos situarnos en Niza. Hay que asumir que es as¨ª, y ver si hay piezas que se puedan extraer de la Constituci¨®n para permitir que sea gobernable la Europa de los 25".
Con no poco estoicismo, Jes¨²s Banegas, presidente de la comisi¨®n de la UE de la organizaci¨®n empresarial espa?ola CEOE, recuerda que el mundo "progresa por la prueba y el error. Hasta Vel¨¢zquez hizo retoques importantes a sus cuadros". Si no hay consenso suficiente "para adoptar la Constituci¨®n, habr¨¢ que aceptar la situaci¨®n anterior". El an¨¢lisis de la situaci¨®n que hace Miguel L¨®pez, secretario general del sindicato agrario COAG, es casi opuesto. "Bien est¨¢ que ocurran estas cosas", dice refiri¨¦ndose a los referendos, "porque hay gente que est¨¢ perdiendo cotas importantes de bienestar social, pero los pol¨ªticos van con mucha prisa". M¨¢s que a los pol¨ªticos, Jos¨¦ Mar¨ªa Gil-Robles, ex presidente del Parlamento Europeo, culpa a Francia y Alemania, motores de la UE, de las dificultades econ¨®micas que han propiciado la crisis actual. "Pero se saldr¨¢ de la crisis, como siempre en Europa. Se saldr¨¢ con un empuj¨®n adelante, se llame Constituci¨®n o no".
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