La llegada de inmigrantes impide que Euskadi pierda poblaci¨®n
Los mayores de 65 a?os representan ya el 18,3% de los habitantes vascos
El Pa¨ªs Vasco registra m¨¢s muertes que nacimientos de manera invariable desde 1990, el primer a?o que comenz¨® esta din¨¢mica. A pesar de eso, Euskadi no ha perdido poblaci¨®n en los ¨²ltimos a?os gracias a un saldo migratorio positivo desde 2000. As¨ª, ha alcanzado una situaci¨®n de estabilidad demogr¨¢fica y se mantiene pr¨¢cticamente con la misma poblaci¨®n desde 1975. Hay una especie de techo poblacional que ronda los 2,1 millones de habitantes. Lo que ha cambiado es la estructura, con una poblaci¨®n m¨¢s envejecida que otras sociedades.
El ¨²ltimo informe del Instituto Vasco de Estad¨ªstica-Eustat refleja un crecimiento vegetativo negativo de 38 personas en el a?o 2003. Es decir, ese a?o el n¨²mero de defunciones super¨® al de nacimientos en esa cifra. El coordinador de Estad¨ªsticas Demogr¨¢ficas del Eustat, Mart¨ªn Gonz¨¢lez, considera que una cifra negativa tan baja se puede tomar como una especie de empate t¨¦cnico y vaticina que los datos de 2004 pueden arrojar ya un crecimiento positivo. Los ligeros repuntes en la natalidad, a pesar de que Euskadi tiene la tasa de fecundidad m¨¢s baja de Europa, permiten ir equilibrando la balanza, ya que, en el lado opuesto, las defunciones han ido en aumento.
En 2003 hubo 700 m¨¢s. Eso es debido a que cada vez nuestra sociedad es m¨¢s anciana. Los mayores de 65 a?os representan ahora el 18,3% de la poblaci¨®n de la comunidad aut¨®noma. Seg¨²n las proyecciones demogr¨¢ficas del Eustat, en 2011 el porcentaje ser¨¢ del 20,1% y en 2015 del 21,3%. Al menos, ese a?o se alcanzar¨ªa el techo hist¨®rico de poblaci¨®n con 2.194.000 personas. La anterior marca data de 1983, con 2.148.370 habitantes.
Los dos rasgos m¨¢s caracter¨ªsticos que definen a la demograf¨ªa en Euskadi son la baja natalidad y el proceso de envejecimiento de la poblaci¨®n, m¨¢s acusado que en otros lugares precisamente porque nacen menos ni?os. "No hay poblaciones ideales", asegura sin embargo Gonz¨¢lez, quien a?ade que existen estudios seg¨²n los cuales las sociedades antiguas con mayor proporci¨®n de ancianos se desarrollaron m¨¢s r¨¢pidamente que las dem¨¢s.
La fertilidad media se ha mantenido en niveles muy bajos, de un hijo por mujer, en los ¨²ltimos 20 a?os. Se ha implantado un modelo de muy baja fecundidad, que seg¨²n la profesora de Sociolog¨ªa de la Universidad del Pa¨ªs Vasco, Bego?a Arregi, est¨¢ menos mediatizado por la econom¨ªa de lo que se piensa y m¨¢s por la forma en que la gente organiza su vida..
El previo de la autonom¨ªa
Esta especialista en cuestiones relacionadas con la demograf¨ªa explica que ese brusco ajuste de la natalidad es el precio que se est¨¢ pagando por "la gran especializaci¨®n, por seguir estudiando hasta extremos tard¨ªos, por el retraso en la introducci¨®n en el mercado laboral, por los deseos profesionales muy claros de hombres y mujeres".
Arregi considera que la idea de autonom¨ªa que desarrollan las generaciones m¨¢s j¨®venes est¨¢ en el origen del retraso a la hora de tener hijos. "El estilo de vida profesional y general se est¨¢ masculinizando cada vez m¨¢s. En ese proceso, la ideolog¨ªa tiene mucho que ver: en lugar de acercarse el mundo social al mundo de las mujeres, est¨¢ siendo al rev¨¦s. Se crea una falta de valor real a?adido al tener hijos". Por eso, en el mundo actual una persona se lo piensa mucho a la hora de tener hijos. El cambio que introducen los ni?os en la vida personal es muy importante y en muchos casos no se est¨¢ dispuesto a realizar el sacrificio necesario en el momento en que se debe hacer, que es cuando se accede a la vida profesional, cuando los j¨®venes quieren tener unos a?os de asentamiento en su actividad o, simplemente, de disfrute de la vida.
"Los retrasos que se van acumulando", resalta la especialista, "le colocan a una mujer pr¨¢cticamente a los 35 a?os para su primer embarazo. El problema es que la sociedad aboca a las generaciones m¨¢s j¨®venes a tomar este tipo de opciones". Una sociedad donde la infancia no est¨¢ formando parte de la vida de los adultos de una forma natural. "Los ni?os son una especie de petacho. No se trata de generaciones antifamilia o antinatalistas, pero se lo piensan m¨¢s", precisa Arregi.
La cuesti¨®n es que, en su opini¨®n, todo lo que rodea a las generaciones j¨®venes y que marca las pautas de c¨®mo organizar la vida para el ocio o el trabajo est¨¢n en contra de las posibilidades de pensar con facilidad en formar una familia. "Si los hijos son un bien social, hay que buscar una soluci¨®n y darle la vuelta a la organizaci¨®n de la sociedad", recalca la soci¨®loga Bego?a Arregi.
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