Jubilaci¨®n y vida ¨²til
El ministro de Administraciones P¨²blicas, Jordi Sevilla, acaba de anunciar la posibilidad de jubilaci¨®n anticipada de los funcionarios p¨²blicos de la Administraci¨®n central de entre 58 y 64 a?os que as¨ª lo soliciten. Las razones esgrimidas tienen que ver con la necesidad de "rejuvenecer" y "mejorar la cualificaci¨®n profesional" de los servidores p¨²blicos. El ministro a?ad¨ªa que se quiere corregir el sesgo de envejecimiento de la plantilla de la Administraci¨®n, ya que la mayor¨ªa de los funcionarios estar¨ªan entre los 40 y los 49 a?os. Por otro lado, las palabras de Sevilla apuntan asimismo a que de esta manera se podr¨ªa contribuir a la feminizaci¨®n de la Administraci¨®n central, y en general a "adecuar el capital humano a las necesidades de los ciudadanos". Un c¨²mulo tal de beneficios que a uno, en su ingenuidad, se le hace dif¨ªcil imaginar c¨®mo se ha tardado tanto tiempo en tomar la susodicha medida.
Aunque sea de agradecer que tengamos alguna se?al de que algo est¨¢ pensando el Gobierno en relaci¨®n con las administraciones p¨²blicas, la propuesta del ministro es discutible desde muchos puntos de vista a pesar de que s¨®lo afecte a los que voluntariamente se acojan a ella. Lo es, en primer lugar, desde el estricto punto de vista de la pol¨ªtica de recursos humanos de la Administraci¨®n central. No creo que nadie que se sienta orgulloso de c¨®mo gestiona sus asuntos de personal le guste aceptar p¨²blicamente que las personas de m¨¢s de 58 a?os de su organizaci¨®n son obsoletas, irrecuperables o sin reciclaje profesional posible. Tampoco entiendo que la manera de equilibrar la plantilla desde el punto de vista del sexo sea sacando los excedentes masculinos de la organizaci¨®n. De alguna manera se est¨¢ aceptando que la funci¨®n p¨²blica es irrecuperable en sus criterios actuales y que la ¨²nica opci¨®n es incentivar la salida de los "excedentes". ?Es de recibo decir, impl¨ªcita o expl¨ªcitamente, que una persona de m¨¢s de 58 a?os es por definici¨®n obsoleta? Curiosamente, o no tan curiosamente, los sindicatos s¨®lo han proferido alguna queja ante la falta de informaci¨®n previa de la iniciativa ministerial, y parecen favorables al contenido ¨²ltimo de la propuesta. A uno le gustar¨ªa saber cu¨¢l es la estrategia sindical en relaci¨®n con los profundos cambios por los que est¨¢ atravesando nuestra sociedad, y c¨®mo encajan en su pol¨ªtica general las exigencias que plantea un espectacular avance en la esperanza de vida.
Creo que lo realmente obsoleto es la propuesta ministerial. ?Qu¨¦ se?ales lanza a la ciudadan¨ªa? Lo primero que nos dice es que lo que hacen las empresas privadas es correcto: no reclutar a nadie por encima de los 40 a?os, ya que resultan demasiado caros y poco flexibles. Se habla de responsabilidad social de la empresa o de ¨¦tica en la gesti¨®n p¨²blica, pero m¨¢s all¨¢ de la ret¨®rica, se opera una especie de ajuste de plantilla disfrazado de intenciones pol¨ªticamente correctas. Pero, m¨¢s all¨¢ de ello, lo m¨¢s grave es que insiste y refuerza el mensaje de que la gente de m¨¢s de 50 o 55 a?os es definitivamente in¨²til. Les hace el favor de jubilarlos, de darles el j¨²bilo del no trabajo. Los dem¨®grafos, y entre nosotros el Centro de Estudios Demogr¨¢ficos de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona (UAB), dirigido por Anna Cabr¨¦ (www.ced.uab.es), nos advierten de que si bien la esperanza de vida actual es de m¨¢s de 80 a?os para las mujeres y de cerca de esa misma edad para los varones, lo m¨¢s probable es que en pocos a?os alcancemos una esperanza de vida que rondar¨¢ los 95 a?os. ?Podemos seguir insistiendo en que la vida se compone de estudio, trabajo y retiro, en formatos de 20-40-20, o deber¨ªamos empezar a imaginar otras secuencias? Lo tradicional era imaginar la vida en tres grandes etapas: la etapa del sacrificio para ser ¨²til; la etapa de la productividad laboral plena, pero tendencialmente decreciente, y la etapa de la inutilidad subvencionada para quienes, superada una cierta edad entendida como el l¨ªmite de lo mercantilmente ¨²til, cumpl¨ªan los requisitos que el mercado y la Administraci¨®n establec¨ªan. Evidentemente, la gran mayor¨ªa de las mujeres no pasaban nunca de la inutilidad por mucho que trabajasen (dada su no inserci¨®n laboral-mercantil), y lo que ocurr¨ªa con los viejos ya no era asunto del mercado, que reclamaba siempre sangre joven.
La se?al que da el ministro es evidente. Dejen de so?ar con una reformulaci¨®n del trabajo, con una redistribuci¨®n m¨¢s humana del trabajo mercantilmente retribuido, el trabajo socialmente ¨²til y las actividades de realizaci¨®n personal. No hay espacio en la medida anunciada para repensar ciclos laborales, para imaginar otra distribuci¨®n de tiempos, para que los empleados p¨²blicos puedan combinar el trabajo en la Administraci¨®n con trabajos socialmente ¨²tiles en otros espacios civiles. Una persona de m¨¢s de 58 a?os no ser¨ªa, pues, reciclable, ni lo ser¨ªa el trabajo que desempe?ar¨ªa en la Administraci¨®n. Se necesita gente joven. Es curioso comprobar que algunas empresas (como Ikea en Sevilla), aunque sea por razones de estrategia comercial, son capaces de lanzar se?ales muy distintas empleando gente de m¨¢s de 55 a?os, discapacitados, mujeres con cargas familiares, etc¨¦tera.
Una persona de m¨¢s de 60 a?os es hoy alguien que, aun siendo funcionario, dispone normalmente de una gran autonom¨ªa personal y de una muy notable experiencia profesional. Por tanto, sigue siendo ¨²til socialmente. Es una persona que disfruta o puede disfrutar de su trabajo si alguien recupera en ¨¦l la dignidad. No es un coste, es un recurso social, m¨¢s all¨¢ de lo que el ministro y el mercado consideren. Pueden aportar mucho, ya que son personas completas y llenas de posibilidades si alguien es capaz de ver m¨¢s all¨¢ de los estereotipos industrialistas. Otra cosa es que muchos puedan acogerse a la medida, precisamente por la gratuidad que manifiesta, por la aceptaci¨®n que representa del agotamiento de una forma de pensar y llevar a cabo unas (no) pol¨ªticas de personal. Pero la se?al que se est¨¢ dando no es la adecuada, y lo ser¨¢ cada vez menos.
Joan Subirats es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la UAB.
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