Chillida-Leku revisa la relaci¨®n del escultor con la obra p¨²blica
La muestra se centra en cuatro creaciones
A Eduardo Chillida (San Sebasti¨¢n, 1924-2002) le bast¨® una ¨²nica frase para explicar d¨®nde naci¨® su obsesi¨®n por la obra p¨²blica: "Lo que es de uno, es de casi nadie", escribi¨®. "Y ¨¦l quer¨ªa que el arte estuviese al alcance de todos", dijo ayer su hijo Luis, director del Museo Chillida-Leku de Hernani. Esa reflexi¨®n est¨¢ en el origen de Chillida: 4 proyectos (M¨²sica, Horizonte, Tolerancia y Libertad), una muestra que ilustra hasta el 18 de octubre el proceso de creaci¨®n de cuatro de sus esculturas monumentales: una de ellas, la de Tindaya, a¨²n inacabada.
La exposici¨®n, que ocupa una peque?a sala en la primera planta del caser¨ªo Zabalaga, muestra en un gran mural fotograf¨ªas de las 44 obras que el artista ha dejado repartidas por distintas ciudades del mundo. Luego va deteni¨¦ndose a analizar a trav¨¦s de maquetas, fotograf¨ªas, bosquejos, planos o estudios algunas de las m¨¢s emblem¨¢ticas: De m¨²sica, Dallas XV, instalada en esta ciudad estadounidense en 1989; Jaula de la libertad, que se alza en Trier (Alemania) desde 1997; Elogio del horizonte (1989), la escultura que se ha convertido con los a?os en s¨ªmbolo de Gij¨®n y, por fin, Tindaya, su proyecto m¨¢s ambicioso para "hermanar a los hombres" en esta monta?a de Fuerteventura. "Este a?o sabremos si es viable o no" horadarla, record¨® el director del museo. "Pero los estudios que se han hecho hasta ahora son positivos. La gente piensa que se trata de vaciar la monta?a, pero en realidad s¨®lo se quitar¨ªa el 0,03% de su volumen". En la exposici¨®n hay un trozo de roca de Tindaya.
El inter¨¦s de Chillida por la obra p¨²blica viene de muy lejos. "En 1957, en Par¨ªs, el galerista Maegh casi le oblig¨® a hacer reproducciones de sus obras para que llegasen a m¨¢s gente", record¨® Luis Chillida. "Hicieron copias en bronce de seis esculturas y el resultado le decepcion¨®. Sent¨ªa que como artista no le aportaba nada". El escultor se neg¨® a continuar con esta pr¨¢ctica y comenz¨® a buscar otras soluciones. "Lleg¨® un momento", continu¨® su hijo, "en el que se plante¨®: ?Para qu¨¦ vamos a multiplicar las obras cuando se pueden multiplicar sus propietarios?".
Eduardo Chillida se aplic¨® con la escultura monumental. No era amigo de los concursos, y s¨®lo aceptaba encargos si los lugares propuestos le suger¨ªan algo. Algunos de ellos, como Elogio del horizonte o Peine del viento, en San Sebasti¨¢n (tambi¨¦n Tindaya), levantaron pol¨¦mica en su momento. Hoy son emblema de las ciudades en las que se alzan.
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