Imaginemos...

Imaginemos que existiera una Organizaci¨®n asentada en Espa?a desde hace siglos que se hubiera dedicado sistem¨¢ticamente a fomentar la superstici¨®n en contra del progreso cient¨ªfico, persiguiendo la cultura y tomando siempre partido por los poderosos, bendiciendo golpes de Estado y ejecuciones. Imaginemos que dicha Organizaci¨®n siguiese existiendo en pleno siglo XXI y que, a trav¨¦s de medios de comunicaci¨®n propios y ajenos, persistiera en su actitud ancestral y sembrara la discordia y el enfrentamiento entre los ciudadanos, y peor a¨²n: tratase de limitar las libertades individuales de ¨¦stos. Supongo que si esa Organizaci¨®n existiera, el Estado de derecho emplear¨ªa todos los medios legales a su alcance para frenar sus actividades y dejarlas reducidas al ¨¢mbito de sus socios, que se supone aceptan sus reglas. De igual modo, es razonable que los cat¨®licos quieran vivir de acuerdo con sus creencias, pero es indignante que la Iglesia nos las quiera imponer a quienes no las compartimos. Basta ya.