"Pactar los presupuestos seg¨²n los saldos netos es matar la solidaridad"
El presidente del Parlamento Europeo, Josep Borrell, defiende que se mantenga el proceso de ratificaci¨®n de la Constituci¨®n europea con una pausa previa para la reflexi¨®n.
Pregunta. Los l¨ªderes intentan lanzar el mensaje de que el proceso de ratificaci¨®n de la Constituci¨®n contin¨²a, pero al mismo tiempo lo congelan...
Respuesta. Creo que la prensa ha hecho una lectura demasiado negativa de lo sucedido, porque hay muchos pa¨ªses, en realidad la gran mayor¨ªa, que quieren seguir adelante, como Polonia, que desea participar en este proceso, que no quiere que le nieguen el derecho a expresarse s¨®lo porque Francia haya rechazado la Constituci¨®n.
P. ?No es suicida mantener el proceso arriesg¨¢ndose a un tercer no por refer¨¦ndum? ?No es matar a fuego lento la Constituci¨®n?
R. La Constituci¨®n estar¨¢ muerta cuando un pa¨ªs diga que no va a ratificar. ?Alguien lo dice? No. Ni siquiera Francia y Holanda han pedido abandonar el proceso. Piden continuar para tener una visi¨®n global de lo que pensamos todos. Por tanto, el texto no est¨¢ muerto. La Constituci¨®n tambi¨¦n morir¨¢ cuando seis pa¨ªses la rechacen y, de momento, s¨®lo dos lo han hecho. Es razonable otorgarse un periodo de reflexi¨®n adicional porque las cosas se han complicado m¨¢s de lo que nadie hab¨ªa previsto. Hay, adem¨¢s, un cierto contagio. Si Luxemburgo dijera ahora que no, por ejemplo, es evidente que se tratar¨ªa de una reacci¨®n a lo ocurrido en Francia y Holanda. ?C¨®mo puede ser que anteayer el 80% de los luxemburgueses estuviera a favor y de repente digan ahora que no?
P. Los pol¨ªticos dicen que el no franco holand¨¦s no es un rechazo a la Constituci¨®n. ?No es un poco arrogante valorar de forma distinta el s¨ª y el no, como si s¨®lo el s¨ª les sirviera?
R. Formalmente, franceses y holandeses han dicho no al Tratado, pero eso no significa que no podamos sacar conclusiones sobre el sentido de ese voto negativo. En Francia, los argumentos del no han sido contra el exceso de liberalismo o el miedo al fontanero polaco. No han esgrimido argumentos contrarios a las innovaciones del Tratado, como el sistema del voto en el Consejo.
P. El momento es realmente cr¨ªtico. Por un lado, hay un rechazo de una parte de la poblaci¨®n europea a la Constituci¨®n y, por otro, unos pa¨ªses ricos en dif¨ªcil situaci¨®n econ¨®mica que est¨¢n negociando con cierta taca?er¨ªa.
R. Mientras el debate se sustente en los saldos netos vamos al desacuerdo permanente. El concepto de los saldos netos, tan de moda en la financiaci¨®n de las autonom¨ªas espa?olas, es limitado y parcial, no explica nada por s¨ª solo y pierde significado a medida que aumenta la integraci¨®n pol¨ªtica. Moverse en ese terreno es el fracaso, porque todos a la vez no pueden mejorar sus saldos presupuestarios. Pero, adem¨¢s, esa dial¨¦ctica demuestra que no hay uni¨®n pol¨ªtica y que esto es m¨¢s bien un club de tenis donde uno paga la cuota y pregunta cu¨¢ntas veces tiene derecho a usar la pista. El problema es que las prioridades de muchos son no aumentar las aportaciones financieras e incluso disminuirlas. Esto implica la muerte de un concepto fundador de la Uni¨®n, que es la solidaridad. Tal como se est¨¢n planteando, estas perspectivas marcan una deriva hacia el nacionalismo quiz¨¢ m¨¢s grave que el rechazo a la Constituci¨®n.
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