Benidorm Babilonia
Arrebato playero y rejuvenecimiento en la ciudad alicantina
Si uno describiera el estricto casco hist¨®rico de Benidorm, la imagen no diferir¨ªa mucho de la de cualquier otro pueblecito mediterr¨¢neo; el mirador de la punta de Canfali con su balaustrada de piedra blanca al que se accede por una escalera descendente y que muestra la calma enga?osa de los mares interiores. La coqueta iglesia de San Jaime, en la plaza del mismo nombre, rodeada de zapater¨ªas, podr¨ªa ser admirada en otro sitio, igual que la vista que desde all¨ª se obtiene subiendo por las calles de Hamburgo o Amsterdam hasta las alturas de la Sierra Helada, al t¨¦rmino de la playa de Levante. Sin embargo, la llegada a la ciudad nos ha preparado para otra cosa. El mismo perfil, visto ya en la distancia, desproporcionado, rotundo, invita a tener de entrada esa extra?a sensaci¨®n que a veces siente el viajero de que est¨¢ a punto de ingresar no en una ciudad, sino en un acontecimiento.
Las playas de Levante y de Poniente. Terra M¨ªtica y Terra Natura. El hotel m¨¢s alto de Europa, el Bali, de 186 metros (sin antena) y 776 habitaciones. Cuatro millones de turistas animan cada a?o esta Babel.
Benidorm iluminada nos ofrece, casi como si se tratara de una orond¨ªsima madama prostibularia y generosa, 38.000 camas diferentes en las que tendernos, repartidas entre 130 hoteles; 86 salones de juego en los que arruinarnos; 158 pubs y discotecas en las que enloquecer sin graves consecuencias; dos parques tem¨¢ticos y un museo (de la agricultura, por cierto, y gratuito, en donde se muestran, entre otros objetos de gran inter¨¦s cultural, ¨²tiles agr¨ªcolas, arados, una noria y una carreta). Pero lo que m¨¢s generosamente nos ofrece Benidorm no son servicios, ni noches de liberaci¨®n, ni playas, ni siquiera su nunca demasiado estimado Museo de la Agricultura, sino gente. Ofrece esa emocionante experiencia de la contemplaci¨®n de 70.000 personas en la que gr¨¢cilmente podemos integrarnos y desaparecer.
Elias Canetti, en ese fant¨¢stico ensayo titulado Masa y poder, explicaba que una de las caracter¨ªsticas de las grandes acumulaciones de gente, de la masa, es que "cuanto m¨¢s densa es, tantos m¨¢s hombres nuevos atrae. En su densidad mide su magnitud, y es precisamente esa densidad el est¨ªmulo m¨¢ximo para un crecimiento ulterior". Para probar esta experiencia de la masa a uno le basta con darse un paseo por la playa de Levante de Benidorm. Cuanta m¨¢s gente confluye, m¨¢s fuerte se hace la presi¨®n; en el entorno se entra en contacto con distintas personas, a la vez que con el propio cuerpo. Lo mismo sucede con los edificios. Antes de ingresar en la ciudad a¨²n se les ve¨ªa aisladamente. Ya desde dentro, vistos desde la playa de Levante, es esa densidad la que impide que la mirada se instale en ninguno de ellos, y se convierten en un solo edificio gigantesco y monstruoso, omnipresente.
La ¨®rbita de Las Vegas
A s¨®lo unos pasos, en la manzana formada por las avenidas de Girona, Doctor Orts Llorca, Antillas y Lepanto, se levantan esas dos masas descomunales de los hoteles Diplomatic y Los ?lamos, todo un espect¨¢culo en la ¨®rbita de Las Vegas, con grutas acu¨¢ticas incluidas en las que se realizan actuaciones musicales. Pero en el interior de esa masa que conforma el cosmos de Benidorm reina la igualdad. Y tal vez sea este uno de sus mayores atractivos.Resulta interesante comprobar que entre los 130 hoteles que ofrece Benidorm no haya ni uno solo de cinco estrellas, y que, de la misma manera, no sea sencillo encontrar distinciones sustanciales en cuanto a los precios de los servicios.
Alrededor de unas treinta veces al d¨ªa, uno se cruza por las calles, esperando en las colas de los restaurantes o en las recepciones de los hoteles, con grupos de la tercera edad. Es en ellos, tal vez, donde se muestra de manera m¨¢s clara esa presi¨®n de la ciudad que acaba en cesi¨®n, esa especie de impulso liberador y ciego que convierte al uno en muchos, haci¨¦ndole vibrar con energ¨ªa y alegr¨ªa. Aqu¨ª, sin embargo, la gente mayor da un paso m¨¢s, se hace adolescente. Parece que la ciudad misma hubiese sido construida para ellos como un lugar fant¨¢stico. Y si es as¨ª, aunque s¨®lo sea por haber visto a dos ancianos besarse como adolescentes, bendito sea Benidorm.
Andr¨¦s Barba (Madrid, 1975) es autor de la novela Ahora tocad m¨²sica de baile (Anagrama).
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