La m¨²sica dulce de Montevideo
Cantautores, boliches y parrillas en una ciudad para la seducci¨®n
De verdadero lifting podr¨ªa catalogarse lo que viene experimentando desde hace unos a?os la Ciudad Vieja de Montevideo. A trav¨¦s de la Intendencia Municipal se ha potenciado la rehabilitaci¨®n de inmuebles y de museos, as¨ª como el denominado Paseo Cultural, un recorrido que se inicia dando la espalda a la plaza de la Independencia, al cruzar el arco de entrada de la ciudadela: la parte m¨¢s antigua de una ciudad de 1,3 millones de habitantes, la de los edificios coloniales descascarillados, la del puerto, la de los s¨¢bados abiertos a todas las propuestas.
Lo primero que se observa agarrando la peatonal Sarand¨ª, segundos antes de llegar a la esquina con Bacacay, es el gran mural de Torres Garc¨ªa, uno de los artistas m¨¢s influyentes del siglo XX. Enfrente del mural est¨¢ el museo: dos plantas con obras representativas del pintor; ordenadas cronol¨®gicamente y con acertadas explicaciones.
De camino a la plaza Matriz, en la que el Cabildo y la catedral se miran de frente como si esperaran el inicio de un reto, cuesta no detenerse en los puestos de artesan¨ªas ambulantes. Unas voces llaman la atenci¨®n de repente: en la primera esquina de la plaza Matriz, delante de La Pasiva (la salchicher¨ªa m¨ªtica de Montevideo), un grupo de j¨®venes disfrazados y con las caras pintadas entonan, dirigidos por uno m¨¢s mayor, los primeros compases de una murga. Est¨¢n ensayando para el carnaval. A buen seguro competir¨¢n en el concurso Murga Joven, y es posible que ganen y canten en el Teatro de Verano, al lado del parque Rod¨®, con la ciudad en mangas de camisa, sudando colores y candombe.
Para cuando concluye la canci¨®n, ya hay un pu?ado de murgadictos rodeando al grupo. Aplauden con poca destreza: el 90% de ellos sujeta un termo con el brazo derecho, y la mano izquierda la tienen ocupada con el mate, desde cuyo interior lleno de hierba asoman como lanzas de juguete bombillas (pieza para sorber) plateadas. El sabor amargo del primer mate no es excusa para no reincidir. En Montevideo, matear es un ejercicio habitual, saludable y necesario; m¨¢s o menos como escuchar a Alfredo Zitarrosa.
Los s¨¢bados por la ma?ana, en el centro de la plaza Matriz hay feria de antig¨¹edades. Rebuscando entre la plata y el oro gastados aparecen espejos en los que se reflejan presagios y cosas tan sugerentes como anillos con nombres grabados; tambi¨¦n hay libros: viejas ediciones de Onetti, Benedetti, Idea Vilari?o..., y unos diarios de ?ngel Rama que no pueden quedar ah¨ª.
Para celebrarlo, y tras agarrar Rinc¨®n hasta Misiones, viene bien una grapamiel en el caf¨¦ Brasilero, uno de los brebajes de la patria, calefacci¨®n central de primer orden. En una de las mesas, observando ausente musas invisibles, est¨¢ el escritor Eduardo Galeano. Tiene el jugo de naranja por la mitad. Suele venir desde Malvin al Brasilero, es su territorio.
Callejeando hacia el puerto, ya se respira salitre. No faltan fachadas agrietadas en las que sobreviven balcones m¨¢s propios de La Habana, ni tampoco un penetrante olor a parrilla. En cada cruce queda abierta una esquirla con vistas al r¨ªo de la Plata, ese mar dulce que bordea la ciudad. En la plaza Zabala, los columpios est¨¢n ocupados. Sentadas en un banco, dos chicas cierran los ojos al sol. A dos metros de la plaza est¨¢ el Museo de Artes Decorativas, que ocupa el interior del palacio Taranco.
La fiesta de la carne
Siguiendo el descenso de Sol¨ªs, ya estamos a escasos pasos del mercado del Puerto, o, dicho de otro modo, a un paso de la fiesta de la carne. El mercado del Puerto es un referente para los amantes del asado y sus derivados, y del Tanat y de las risas. El esp¨ªritu jovial que se percibe en los rostros es similar al de las parrillas, forradas de mollejas, morcillas, chorizos... y cortes de carne t¨ªpicos del Cono Sur: el vac¨ªo o pulp¨®n, el entrec¨® y, evidentemente, la tira. Todo al punto, supurando bochorno.
El mercado, cubierto con una estructura de hierro forjado, es como un animal mitol¨®gico al fondo de la Ciudad Vieja. A su entrada, numerosos pintores venden sus telas a precios asequibles, y a la vuelta, en una calle desierta, la rambla Veinticinco de Agosto, que ya roza el agua, est¨¢ siempre abierto El Perro que Fuma, ese tipo de bar tan montevideano: hu¨¦rfano, cansado, con ese delator sabor de puerto soldado en las miradas y en la barra.
Al final de la Ciudad Vieja, en la rambla Monteverde, espera una visi¨®n habanera: pescadores espont¨¢neos recogen sus ca?as y sus anzuelos. Es un gesto que anuncia que la tarde est¨¢ cayendo. Los ni?os que tiran a la canasta improvisada en Guaran¨ª siguen corriendo y grit¨¢ndose: "?Reboludo!".
Llegar a tiempo a la Casa Oribe, en Veinticinco de Mayo y Bartolom¨¦ Mitre, resulta cautivador. All¨ª se encuentra la Comisi¨®n del Patrimonio Cultural del Uruguay. Al salir, el tr¨¢nsito empieza a colapsarse. Parece como si Montevideo se hubiera mudado a la Ciudad Vieja. Los boliches reciben grupos a destajo, los restaurantes se intuyen colmados. Bacacay debe ser un hervidero. En el reci¨¦n restaurado teatro Sol¨ªs, seguro que hay espect¨¢culo. Camino de La Ronda -sin duda el boliche m¨¢s acertado de la zona, con buena m¨²sica y deliciosa gastronom¨ªa, en Ciudadela y Canelones- se pasa por el Espacio Guambia, donde desde la acera se oye ensayar a Fernando Cabrera (un c¨²mulo de fans espera para entrar), el m¨¢s grande cantautor del R¨ªo de la Plata, quien en dos horas ser¨¢ obligado a hacer un bis y es muy probable que concluya el recital con Yo quer¨ªa ser como vos, Cuando se trata de usted o con su Viveza: "Viveza / una peque?a comparsa ciudad vieja / fijeza / un gato por el pretil se despereza / afiches / multicolores que anuncian tres parientes / la gente / que va llegando al mercado est¨¢ sonriente...".
Eusebio Lahoz Iberia Barcelona, 1976) es autor de Leer del rev¨¦s (Ediciones El Cobre, 2005).
GU?A PR?CTICA
- Iberia (www.iberia.com; 902 400 500) vuela directo a Montevideo desde Madrid, en junio y julio, ida y vuelta, a partir de 475 euros m¨¢s tasas y cargos.- Pluna (www.pluna.aero; 916 25 97 15). Vuelo directo a Montevideo desde Madrid, en julio, 775 euros m¨¢s tasas.Informaci¨®n- www.turismo.gub.uy.- Oficina de turismo en Montevideo (00 598 219 50 18 30; www.montevideoinvita.com.uy).- www.montevideo.gub.uy.
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