"Esta situaci¨®n econ¨®mica y financiera no puede durar"
Paul Volcker, de 77 a?os, fue el primer presidente de la Reserva Federal que coloc¨® a esa instituci¨®n, a finales de los a?os setenta y mitad de los ochenta del siglo pasado, en el centro de la vida pol¨ªtica y econ¨®mica de Estados Unidos y del mundo. Ahora est¨¢ preocupado porque dice que la "situaci¨®n econ¨®mica y financiera de Estados Unios no puede durar". Su sucesor, Alan Greenspan, con 79 a?os, super¨® en el puesto a Volcker, pero han estado un periodo similar en el banco central, ya que este ¨²ltimo empez¨® a hacer sus pinitos en el Banco de la Reserva Federal de Nueva York antes de llegar a ser presidente. Volcker sigue estos d¨ªas muy atentamente la situaci¨®n econ¨®mica nacional y mundial, pero no es su ¨²nica actividad. En la cuarta planta de su oficina en el Rockefeller Center de Nueva York, en un peque?o despacho de acad¨¦mico universitario, tambi¨¦n supervisa el informe independiente sobre el programa Petr¨®leos por Alimentos de las Naciones Unidas para Irak y los posibles casos de corrupci¨®n. Si bien la comisi¨®n Volcker ya emiti¨® su informe provisional, estos d¨ªas, a la luz de nuevas pruebas, ha reabierto la investigaci¨®n sobre las presuntas relaciones de Kofi Annan, secretario general de la ONU, con una empresa adjudicataria en la que trabajaba su hijo. Volcker recibi¨® el pasado martes 14 de junio a EL PA?S en su despacho de Nueva York, donde alert¨® sobre los riesgos de la situaci¨®n econ¨®mica y la crisis de confianza. He aqu¨ª el di¨¢logo.
"En la superficie, todo parece estar bien. La econom¨ªa crece. Pero si se bucea un poco, los desequilibrios que se acumulan son tremendos"
"Las posibilidades de un ajuste suave no son muy buenas si est¨¢n basadas en la perspectiva de estabilidad del d¨®lar en t¨¦rminos de poder de compra"
Pregunta. Hace cuatro meses hizo usted una seria advertencia en la Universidad de Stanford sobre la econom¨ªa norteamericana. "Esto no puede durar", dijo. ?Por qu¨¦?
Respuesta. En la superficie, todo parece estar bien. La econom¨ªa crece. Puede que en Europa las cosas vayan peor, pero se crece. Si se bucea un poco, los desequilibrios que se acumulan son tremendos. Nosotros aqu¨ª necesitamos 2.000 millones de d¨®lares al d¨ªa para seguir manteniendo la m¨¢quina econ¨®mica en funcionamiento. Y claro, la gente sabe que desde hace alg¨²n tiempo EE UU no ofrece tipos de inter¨¦s atractivos y que son los m¨¢s bajos en cuarenta a?os. Tampoco podemos darle a nuestros acreedores garant¨ªas contra el riesgo de ca¨ªda del d¨®lar. Estamos consumiendo e invirtiendo como locos. Un 6% m¨¢s de lo que producimos. ?sa es la cifra de nuestro d¨¦ficit por cuenta corriente en t¨¦rminos de producto interior bruto. Somos como los patinadores sobre hielo. S¨®lo que es un hielo cada vez m¨¢s delgado.
P. Usted no cr¨ªtica a nadie por nombre y apellido, pero al mismo tiempo no deja t¨ªtere con cabeza.
R. Es verdad que no cr¨ªtico a nadie en particular, sino a todos en general. As¨ª es.
P. El punto es ese concepto de que una situaci¨®n como la actual no puede durar. ?Podr¨ªa explicar con detalle cu¨¢l es la raz¨®n?
R. Le dir¨¦ aquello que no analic¨¦ en mi discurso de Stanford. Me parec¨ªa que no deb¨ªa hacerlo. Han pasado cuatro meses y las cosas siguen igual. Vamos a ver... Estamos en una situaci¨®n sin precedentes. Cuando miras lo que est¨¢ pasando, te preguntas: ?c¨®mo es que EE UU, que es la ¨²nica superpotencia del mundo, acumula un d¨¦ficit por cuenta corriente tan grande sin que haya mayores preocupaciones? Digo que esto no tiene precedentes porque la aceptaci¨®n del d¨®lar hoy d¨ªa como moneda mundial es absoluta, no existe ning¨²n competidor en estos momentos. Hace a?os, cuando el d¨®lar era tambi¨¦n la moneda m¨¢s importante, ten¨ªamos el oro y otras divisas; pero, con la globalizaci¨®n, la gente encuentra cada vez m¨¢s conveniente usar el d¨®lar. Se siente confortable acumulando d¨®lares en cantidades que uno no pod¨ªa imaginar hace alg¨²n tiempo. ?Por qu¨¦ raz¨®n? Porque es muy ¨²til como moneda. Quiero llegar a esto: hay una confianza b¨¢sica en la estabilidad del d¨®lar en t¨¦rminos de nivel de precios, en t¨¦rminos de ausencia de inflaci¨®n. Por tanto, no creo que sea una situaci¨®n estable. Durar¨¢ mientras la gente mantenga la sensaci¨®n de que el d¨®lar es conveniente y seguro para mantener en su cartera incluso cuando pueda correr riesgos en los mercados de cambio. No hay alternativa hasta tanto no se pierda el sentimiento de confianza en la estabilidad del d¨®lar en t¨¦rminos de poder de compra. En otros t¨¦rminos, no creo que la situaci¨®n econ¨®mica y financiera actual pueda durar.
P. Alan Greenspan dijo hace pocos d¨ªas que los desequilibrios y burbujas se resolver¨¢n, aunque tambi¨¦n dijo no saber c¨®mo. ?Comparte esa visi¨®n?
R. Las cosas como el d¨¦ficit por cuenta corriente, el d¨¦ficit fiscal y la burbuja en el sector inmobiliario, el consumo fren¨¦tico, todo esto que me preocupa, puede resolverse de manera relativamente suave... Todo el mundo ser¨¢ feliz. Pero, usted sabe, no s¨¦ si podemos contar con que ser¨¢ tan suavemente. Quiz¨¢ diga algo profano, pero no estoy diciendo algo que sea complicado. Esto no puede continuar... Las posibilidades de un ajuste suave no son muy buenas si est¨¢n basadas en la perspectiva de estabilidad del d¨®lar en t¨¦rminos de poder de compra. Realmente, pienso que hay una gran responsabilidad en el mantenimiento de la estabilidad de los precios en este pa¨ªs como el pilar de todo el sistema.
P. De creer a los ministros de Finanzas del Grupo de los Siete se sabe qu¨¦ hacer, pero...
R. Bueno... intelectualmente, la gente responsable cree que sabe lo que se debe hacer, pero pol¨ªticamente hablando no sabe qu¨¦ hacer. Yo lidi¨¦ con un toro parecido en los a?os ochenta. Hubo recesiones en los a?os setenta y en los a?os ochenta. Y hay ciertas similitudes con la actualidad. A finales de los setenta, despu¨¦s del shock del petr¨®leo, hab¨ªa una gran preocupaci¨®n por el impacto de la elevaci¨®n de los precios del petr¨®leo y el flujo de dinero hacia Oriente Pr¨®ximo, y sobre todo c¨®mo se reciclar¨ªa, que se dirigi¨® hacia los pa¨ªses en desarrollo; por ejemplo, Am¨¦rica Latina. En aquella ¨¦poca est¨¢bamos todos tan confortablemente instalados que nadie quer¨ªa hacer algo al respecto. Recuerdo a mi predecesor en la Reserva Federal haciendo algunas advertencias sobre los riesgos. Pero nadie quer¨ªa escuchar. Yo mismo ten¨ªa cierto temor a decir alguna cosa porque me parec¨ªa que pod¨ªa desencadenar la crisis. Hicimos algunos esfuerzos para ralentizar los flujos, pero ninguna gran cosa. Ahora, todos los que est¨¢n implicados en la gesti¨®n de la econom¨ªa est¨¢n bastante contentos con las cosas como est¨¢n. De modo que el problema es que no hay ninguna acci¨®n...
P. Si se sometiera usted a un ejercicio de imaginaci¨®n y le ofrecen ser presidente del Banco Central Europeo (BCE), ?qu¨¦ har¨ªa usted hoy d¨ªa desde ese puesto?
R. Tengo que confesar que esta posibilidad est¨¢ m¨¢s all¨¢ de mi imaginaci¨®n...
P. Bien, pero est¨¢ usted al frente del BCE...
R. Usted sabe, no me gusta dar consejos en p¨²blico a mis viejos amigos. Creo que hay una cosa decepcionante en Europa, y es que la adopci¨®n del euro, y habida cuenta del relativo estancamiento econ¨®mico, no ha provocado m¨¢s reformas estructurales. Me refiero a la rigidez del mercado laboral, los sindicatos y la pol¨ªtica social. Y recuerdo que yo fui uno de los pocos que en EE UU pens¨® que el euro era una buena idea. Pero cre¨ª que era una buena idea para provocar, en parte, esas reformas. Y no ha sido tan exitoso como cab¨ªa esperar. Ahora veo a trav¨¦s de la prensa que los italianos han vuelto a las andadas y piensan en los viejos buenos tiempos de la devaluaci¨®n. Entiendo que esto no puede ser tomado en serio, pero estas voces siempre expresan algo. La gente se inclina por pensar que se puede encontrar la manera de eludir los problemas econ¨®micos reales.
P. Cuando el tipo de inter¨¦s europeo est¨¢ al 2%, es decir, con un recorrido hacia abajo muy limitado, ?tienes que pens¨¢rtelo muchas veces antes de comenzar a bajar aun cuando uno tenga necesidad de hacerlo para evitar una recesi¨®n? En otros t¨¦rminos, ?uno tiende a plantearse que se est¨¢ gastando el ¨²ltimo cartucho?
R. S¨ª, creo que hemos tenido experiencias similares en Estados Unidos y, claro, en Jap¨®n. Y creo que es el instinto del Banco Central Europeo, s¨ª.
P. ?Pero dir¨ªa que, con tipos tan bajos, una reducci¨®n seguir¨ªa teniendo efectos significativos en la actividad econ¨®mica?
R. Lo aceptar¨ªa como una premisa general, s¨ª. Al menos puedes defenderlo.
P. En relaci¨®n a las reformas econ¨®micas, el BCE dice que en este punto se juega todo.
R. Mire, uno de los grandes cambios, en mi ¨¦poca y en la del presidente Ronald Reagan, consisti¨® en debilitar a los sindicatos norteamericanos. As¨ª fue...
P. En 1980, usted negoci¨® con los sindicatos los recortes salariales y la deslocalizaci¨®n como condiciones para el pr¨¦stamo oficial que salvar¨ªa a la empresa automovil¨ªstica Chrysler. ?Cu¨¢ndo habla de reformas se refiere tambi¨¦n al poder de los sindicatos europeos?
R. Una de las cosas m¨¢s significativas fue la decisi¨®n del presidente Reagan de acabar con la huelga de los controladores a¨¦reos en 1981. Fue la primera vez que ocurri¨® una cosa as¨ª. Hubo una atenci¨®n extraordinaria del p¨²blico. El plan que rechazaban hab¨ªa sido heredado por Reagan de la Administraci¨®n de Carter, pero ¨¦l no se ech¨® atr¨¢s. La gente pensaba que los controladores no iban a desistir de la huelga. Pero lo hicieron. La firmeza ante esa huelga fue la conducta m¨¢s importante de la Administraci¨®n de Reagan en ayuda de la lucha antiinflacionista. No creo que los sindicatos sean tan agresivos en Europa. Pero aun cuando no es original lo que digo, los pa¨ªses europeos le han hecho la vida f¨¢cil, en muchos casos, a los desempleados.
P. En Espa?a, para tomar su expresi¨®n, se consume y se invierte un 5% m¨¢s de lo que se produce si se interpreta as¨ª el d¨¦ficit por cuenta corriente, y hay resistencia a definir una burbuja inmobiliaria como una burbuja. ?El hecho de tener un d¨¦ficit en el cuadro de una uni¨®n monetaria en la que Espa?a comercia al 70% cambia las cosas?
R. S¨ª, pero en cierto modo tambi¨¦n es lo mismo. Si inviertes lo suficiente y creces m¨¢s productivamente tendr¨¢s ese d¨¦ficit a corto plazo y luego se reducir¨¢. Espa?a puede esperar razonablemente reducir el d¨¦ficit cuando la econom¨ªa europea recupere el aliento y las exportaciones espa?olas puedan volver a tirar. Nuestro problema en Estados Unidos es que tenemos un d¨¦ficit, pero no estamos invirtiendo m¨¢s. Lo que hacemos aqu¨ª en este pa¨ªs es consumir. Estamos en el reino del superconsumo. Tenemos tecnolog¨ªa, s¨ª, pero nuestra inversi¨®n de capital y bienes de equipo es baja. Las empresas no est¨¢n invirtiendo. En cuanto a la burbuja inmobiliaria, no tengo ninguna duda en que al menos en algunas partes de EE UU, como en Nueva York, San Francisco y Los ?ngeles, existe una burbuja. Es decir, cuando los precios llegan a un punto en el que ya no pueden seguir subiendo m¨¢s y todos piensan que pueden seguir elev¨¢ndose, entonces tienes un problema. Mire lo que pas¨® con el mercado de empresas de alta tecnolog¨ªa hace cinco a?os. Llegaron a niveles que no respetaban los criterios tradicionales. La gente dec¨ªa: ?a qui¨¦n le importa el punto de vista tradicional! Y entonces se demostr¨® que, despu¨¦s de cierto tiempo, esos criterios tradicionales contaban.
P. La Reserva Federal, seg¨²n la prensa, estima que la burbuja del mercado inmobiliario ha sido el efecto colateral de la pol¨ªtica de bajos tipos de inter¨¦s para lograr salir r¨¢pidamente de la recesi¨®n. ?No es un intento de justificar esa pol¨ªtica?
R. Me parece una discusi¨®n sem¨¢ntica, ?ja, ja, ja! El problema de nuestra econom¨ªa no es el mercado de la vivienda. Como le he dicho, estamos viviendo mucho m¨¢s all¨¢ de nuestros medios. Dije en febrero que patinamos sobre una capa de hielo cada vez m¨¢s delgada. Los d¨¦ficit, si seguimos as¨ª, van a continuar, y de repente las cosas pueden complicarse. Nadie sabe, desde luego, c¨®mo. Pero ha ocurrido en el pasado que una imprevista combinaci¨®n de factores catalizan una situaci¨®n. Yo lo viv¨ª en los a?os setenta, y alguien puede decir que qued¨¦ marcado por ello. Pero la experiencia da lecciones. Entonces tuvimos inflaci¨®n con estancamiento, una gran volatilidad en los mercados de cambio, ca¨ªda del d¨®lar, presiones inflacionistas....
P. Y usted elev¨® de manera fort¨ªsima los tipos de inter¨¦s, desde el 8% en 1979 a algo m¨¢s del 19% a principios de 1981, y hubo una recesi¨®n. Los dem¨®cratas, Jimmy Carter, le culparon por ello.
R. Es verdad. Pero, cr¨¦ame, siento que hice lo que deb¨ªa; esto es, quebrar las tensiones inflacionistas. Y lo hice honradamente. No creo que se me pueda culpar por nada malo.
P. El mundo ha cambiado mucho. China, por ejemplo, ?qu¨¦ representa en su estructura de an¨¢lisis hoy d¨ªa?
R. China no exist¨ªa en los a?os ochenta, es cierto. Yo visit¨¦ China en 1980. Entonces comenzaban a abrirse. Lo que ha ocurrido en 25 a?os es incre¨ªble. Y tiene efectos tremendos, pero el mensaje es bueno. La gente tiene que competir con China. Quer¨ªamos competencia, y aqu¨ª la tenemos. Y es uno de los motores de la econom¨ªa mundial.
P. Pregunta obligada: ?apreciar¨¢ finalmente China su moneda?
R. D¨¦jeme decirle primero que hace algunos a?os aconsej¨¦ a los chinos que se mantuvieran pegados al d¨®lar, para bien de ellos y de todo el mundo. En la crisis de 1997 y 1998, todos le pidieron a los chinos que mantuvieran pegado el yuan al d¨®lar. Ahora, en relaci¨®n a la apreciaci¨®n del yuan, soy muy cauteloso acerca de ello. Llegar¨¢ el tiempo en que crean que es en su propio inter¨¦s dejar flotar su moneda.
P. No todav¨ªa.
R. No necesariamente ahora. Ellos tienen super¨¢vit comercial con EE UU, pero no con el resto del mundo, en particular Asia. Hay que ser paciente con esto.
P. Si Plutarco escribiese Vidas sucesivas en lugar de Vidas paralelas sobre Paul Volcker y Alan Greenspan, ?qu¨¦ le gustar¨ªa que dejara por escrito?
R. ?Mmm! Que yo reduje la inflaci¨®n y ¨¦l la mantuvo. No est¨¢ mal, ?no?
"Vamos a investigar las nuevas evidencias sobre Kofi Annan"
A LAS OCHO DE LA MA?ANA, hora de Nueva York, del 14 de junio, un telefonazo alert¨® a Paul Volcker.
-?Has le¨ªdo el art¨ªculo de The New York Times? -pregunt¨® su principal colaborador en el Comit¨¦ de Investigaci¨®n Independiente del Programa de Naciones Unidas de Petr¨®leo por Alimentos.
-No, me acabo de despertar -dijo Volcker, presidente de dicha comisi¨®n.
Volcker ley¨® la informaci¨®n: "Un memor¨¢ndum parece vincular a Annan con el contrato de la empresa de su hijo".
Seg¨²n la noticia, Michael Wilson, vicepresidente, en 1998, de la empresa Cotecna, donde trabajaba Kojo Annan, hijo del secretario general de la ONU, dejaba constancia en un memor¨¢ndum de diciembre de 1998 que acababa de mantener una reuni¨®n con Kofi Annan, en el mes de noviembre, en la que ambos analizaron la participaci¨®n de Cotecna en un contrato del Programa Petr¨®leo por Alimentos que la ONU supervisaba para permitir atajar la crisis alimentaria en Irak y que lleg¨® a mover unos 65.000 millones de d¨®lares. Seg¨²n el memor¨¢ndum, Annan le dijo que pod¨ªa contar con su apoyo para conseguir un contrato para Cotecna.
En su informe, la comisi¨®n de investigaci¨®n independiente, presidida por Volcker, concluy¨®, en el mes de marzo pasado, que Kofi Annan no hab¨ªa influido en la adjudicaci¨®n del contrato a Cotecna, cuyo valor se elevaba a 10 millones de d¨®lares.
"Dijimos tres cosas en nuestro documento", explic¨® Volcker el pasado 14 de junio. "La primera es que no hemos tenido evidencias de que Kofi Annan hab¨ªa hecho un trato de favor a Cotecna; segundo, que no tuvo noticia del contrato antes de que ¨¦ste se formalizara, y, tercero, que cuando comenz¨® a plantearse alguna duda, no fue lo suficientemente diligente para conocer la relaci¨®n de dicha empresa con Naciones Unidas", relat¨® Volcker. "Si hay nuevas pruebas, habr¨¢ que verificarlas. Nosotros no tuvimos noticia alguna de este memor¨¢ndum. Aparentemente alguien dice haberlo encontrado en los archivos. Nuestro documento de conclusiones preliminares se titulaba, precisamente, informe provisional. Ahora hay que ponerse a trabajar nuevamente", se?al¨®.
Los colaboradores de Volcker llamaron a la oficina de Kofi Annan en Nueva York el mismo mi¨¦rcoles 14, pero ¨¦ste se encontraba en Par¨ªs, en un seminario, junto con el presidente de Francia y el primer ministro brit¨¢nico, dirigido a respaldar el apoyo financiero a ?frica.
Nada m¨¢s recibir a este peri¨®dico, Volcker admiti¨® que estaba "sorprendido". No hab¨ªa tenido ninguna "pista" sobre la filtraci¨®n. "Por otra parte, mis colaboradores", agreg¨®, "entrevistaron a Michael Wilson, quien dijo haber mantenido conversaciones con Annan quiz¨¢ en Ginebra, pero aclar¨® que no estaba seguro si hab¨ªa sido un encuentro personal, y tampoco si hab¨ªa tenido lugar all¨ª o en Par¨ªs o Londres, y tampoco le queda claro si estuvo presente Kojo Annan. En todo caso, Wilson nos dijo que el tema del contrato de Cotecna no sali¨®. La versi¨®n de este presunto nuevo memor¨¢ndum es diferente. Porque Wilson afirma que Annan le dijo que le dar¨ªa su apoyo".
Kofi Annan, por su parte, respondi¨® en su d¨ªa al ser interrogado que no hab¨ªa comentado el posible conflicto de intereses con Michael Wilson [Kojo Annan trabajaba en Cotecna al mando de Wilson] porque, ante todo, no ten¨ªa conocimiento del mismo, ya que nunca se le hab¨ªa hablado sobre ello. Annan agreg¨®, tambi¨¦n, que ni su hijo Kojo ni Wilson le dijeron nada, probablemente porque sab¨ªan que su posici¨®n ser¨ªa muy dura sobre este conflicto de intereses.
Volcker, pues, tiene mucho tajo por delante. Sus colaboradores esperan recibir el memor¨¢ndum, tras lo cual interrogar¨¢n otra vez a Wilson. Entonces, Kofi Annan volver¨¢ a sentarse en el banquillo... de los investigadores.
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