El Metropolitan descubre la inspiraci¨®n y la experimentaci¨®n textil de Matisse
La exposici¨®n re¨²ne 86 pinturas y dibujos y la colecci¨®n personal de telas del artista
Acceder al universo personal en el que se inspira cada artista, m¨¢s all¨¢ del legado personal de su obra, suele ser un privilegio reservado a sus contempor¨¢neos. La exposici¨®n Matisse: El tejido de los sue?os. Su arte y sus telas, que se inaugura ma?ana en el Metropolitan Museum de Nueva York, es precisamente un intento por romper con esa tendencia y mostrar al gran p¨²blico uno de los secretos que este artista franc¨¦s guardaba con celo en el interior de su estudio y que result¨® fundamental en el desarrollo de su estilo pict¨®rico: su pasi¨®n por los tejidos.
Las sedas, los brocados japoneses, los 'batik' o los mantones de Manila entran en sus cuadros
Se trata de una muestra pionera e ins¨®lita, puesto que, adem¨¢s de 86 obras, entre cuadros y dibujos de Henri Matisse (1869-1954), el Metropolitan exhibe p¨²blicamente por primera vez algunas de los tejidos que este artista clave en la historia del arte moderno fue coleccionando a lo largo de su vida. "Lo que quer¨ªamos no era poner un cuadro junto a la tela o el estampado que Matisse recogi¨® dentro de ese cuadro. Eso ser¨ªa demasiado obvio. Nuestra intenci¨®n era mostrar c¨®mo el arte textil influy¨® de tal manera en su trayectoria pict¨®rica que no es posible hablar de ¨¦l sin hablar de su fuente m¨¢xima de inspiraci¨®n. En el fondo, es un intento por intentar seguir sus pensamientos a trav¨¦s de algunos de los desencadenantes de su obra", explica Rebecca Rabinow, una de las comisarias de la muestra, abierta hasta el 25 de septiembre y que luego viajar¨¢ a Londres.
Al abrir por primera vez las puertas de lo que el propio Matisse defini¨® como "mi biblioteca de trabajo", el visitante puede entender c¨®mo las sedas de Damasco, los brocados japoneses, los batik, los vestidos rumanos del XIX o los mantones de Manila de las bailaoras espa?olas se abrieron paso a trav¨¦s de sus lienzos, transform¨¢ndose en esa explosi¨®n de color y vida que marca la obra de este creador.
Su sensibilidad hacia las telas de todo tipo no es casual, ya que Matisse naci¨® en el coraz¨®n de la industria textil francesa, en Le Cateau-Cambresis, al norte de Francia, una zona especializada en lanas, y creci¨® en Bohain, una ciudad conocida por sus lujosos estampados. Toda su familia hab¨ªa trabajado en esa industria y aunque ¨¦l decidi¨® estudiar leyes, los largos periodos que tuvo que pasar en reposo por problemas de salud le acercaron al mundo del arte, al que se lanz¨® de lleno tras ser rechazado en el ej¨¦rcito con 21 a?os.
Desde el principio tuvo conflictos con el mundo acad¨¦mico de su regi¨®n, por lo que decidi¨® partir hacia Par¨ªs en busca de un mayor aperturismo. Pero all¨ª tampoco fue bien recibido, y tard¨® cuatro a?os en aprobar el examen para entrar en Bellas Artes. Tras descubrir a Monet, a Pisarro y a Van Gogh, Matisse se embarca en sus propias experimentaciones art¨ªsticas, que le llevaron a liderar el movimiento fauvista, que pone la expresi¨®n de los sentimientos en brazos de los colores puros. Y aunque eran tiempos econ¨®micamente dif¨ªciles, Matisse se gasta lo poco que tiene en los rastros parisinos, dej¨¢ndose seducir por los tejidos que encuentra en ellos. Uno de ellos, la toile de Jouy, de ricos estampados azules, se ir¨¢ repitiendo en su obra entre 1903 y 1909, a?o en el que firma Naturaleza muerta con mantel azul, que ahora puede verse en esta muestra. Criticada y despreciada por sus contempor¨¢neos, la obra es hoy considerada una de sus piezas m¨¢s significativas, ya que se trata de un bodeg¨®n en el que utiliza la explosi¨®n de color del tejido para romper con la perspectiva cl¨¢sica, creando una extra?a sensaci¨®n espacial y desafiando as¨ª la concepci¨®n tradicional del bodeg¨®n.
Entre las obras que se exhiben en esta exposici¨®n destacan la serie que Matisse dedic¨® a las odaliscas, donde queda patente el influjo de los colores, texturas y ornamentos que aprendi¨® a amar tras sus viajes por Argelia y Marruecos. Tambi¨¦n hay una buena muestra de su pasi¨®n por los cuadros de papel creados con recortes sobre colores s¨®lidos que le permit¨ªan "dibujar con las tijeras", seg¨²n sus propias palabras.
Pero tambi¨¦n hay muestras de sus incursiones en el mundo del espect¨¢culo, como el encargo que realiz¨® para el Ballet Ruso de Sergu¨¦i Diaghilev de El ruise?or, de Stravinski. El empresario le encarg¨® los decorados y los trajes, y uno de ellos puede verse ahora en la exposici¨®n del Metropolitan. No es casualidad que fuera precisamente un ruso el que le pidiera su colaboraci¨®n. Matisse fue aclamado en Rusia mucho antes que en Francia, y fue otro ruso, Sergu¨¦i Schukin, el primer coleccionista que compr¨® sus trabajos, quiz¨¢s porque al ser propietario de una f¨¢brica textil supo apreciar antes que nadie la obra del artista.
Babelia
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