Guant¨¢namo, territorio sin ley
Guant¨¢namo es "la base naval m¨¢s antigua de todas las de EE UU en el extranjero, y la ¨²nica en un pa¨ªs comunista", como dice su p¨¢gina web oficial. EE UU se estableci¨® all¨ª en 1898, tras la guerra con Espa?a, y en 1903 firm¨® el acuerdo que consagr¨® a perpetuidad su presencia, salvo por decisi¨®n conjunta de La Habana y Washington. Pero Guant¨¢namo es hoy m¨¢s que eso: es uno de los puntos fuertes de fricci¨®n entre EE UU y la mayor parte de la comunidad internacional. M¨¢s a¨²n: Gitmo -la abreviatura en la que ha quedado su larga y complicada pronunciaci¨®n- es tambi¨¦n un factor de choque entre el poder judicial y el ejecutivo en Washington y un motivo de enfrentamiento en el Congreso.
'Gitmo' -como se denomina popularmente a la base- es un factor de choque entre el poder judicial y el ejecutivo, y un motivo de enfrentamiento en el Congreso
"Guant¨¢namo nace del subterfugio de afirmar que no es territorio norteamericano, pero la intenci¨®n es retener a los presos arbitrariamente", dice Vivanzo
Desde el 11 de enero de 2002, y seg¨²n datos del Departamento de Defensa, 234 prisioneros han sido puestos en libertad y 520 siguen encerrados
Para el senador republicano Jon Kyl, las cr¨ªticas sobre el Cor¨¢n en Guant¨¢namo "deben haber hecho que Osama Bin Laden se parta de risa"
Taylor: "Este sistema tiene la ventaja de que puede salvar vidas, al neutralizar a potenciales terroristas y obtener informaci¨®n ¨²til que evite futuros atentados"
En plena pol¨¦mica tras la informaci¨®n de Newsweek sobre presuntas profanaciones del Cor¨¢n en Guant¨¢namo y la presi¨®n de varios congresistas a favor de desmantelar las instalaciones, Cheney descart¨® el cierre y dijo que los prisioneros reciben "bastante mejor trato" que el que tendr¨ªan bajo cualquier otro Gobierno y que la informaci¨®n que se ha obtenido de ellos ha sido y es muy ¨²til. El secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, dijo que no estaba al tanto de ning¨²n debate sobre el futuro de la prisi¨®n, pero George W. Bush introdujo un matiz: "Estamos explorando todas las alternativas sobre c¨®mo llevar mejor a cabo el objetivo fundamental, que es proteger a EE UU".
"Yo creo que la Administraci¨®n se ha colocado en un callej¨®n sin salida. Me da la impresi¨®n de que especialmente el vicepresidente se ha propuesto no ceder ante la presi¨®n que existe y casi ha hecho una cuesti¨®n de principio", dice Jos¨¦ Miguel Vivanco, director para las Am¨¦ricas de Human Rights Watch, que cree que "el proyecto Guant¨¢namo no es viable. Como dir¨ªan las instituciones financieras, no es sustentable. Es cuesti¨®n de tiempo: no van a dar su brazo a torcer en los pr¨®ximos d¨ªas, semanas o meses, pero este proyecto no es sustentable".
"El debate no es el del cierre", dice Michael O'Hanlon, de la Brookings Institution. "No necesitamos cerrar Guant¨¢namo. Los problemas que plantea esa c¨¢rcel pueden surgir en cualquier lugar, as¨ª que no estoy muy seguro de que ganemos nada con el cierre". En otro sentido, Rumsfeld coincide: "El aut¨¦ntico problema no es Guant¨¢namo. El problema es que, en buena medida, nos movemos en un territorio inexplorado en esta lucha compleja y no convencional contra el extremismo".
Si el asunto no es el cierre, ?qu¨¦ hay que hacer? "Mejorar la transparencia del proceso independiente de revisi¨®n en curso, incluso aunque se haga en el seno del Departamento de Defensa, para que se le garantice a la gente un juicio justo incluso en tiempos de guerra". En otras palabras, a?ade O'Hanlon, "hacer el m¨¢ximo esfuerzo para evitar detenciones de inocentes y asegurar que todos los detenidos son tratados correctamente. Y hacerlo de la forma m¨¢s visible y transparente posible".
Como tantos otros debates en EE UU despu¨¦s del 11-S, el de Guant¨¢namo -en realidad, el debate sobre qu¨¦ hacer con los nuevos enemigos- ha estado dormido durante una larga temporada. El choque emocional de los atentados, las guerras de Afganist¨¢n e Irak y el perfil de George W. Bush como presidente de guerra galvanizaron a la opini¨®n p¨²blica y difuminaron la oposici¨®n dem¨®crata y el papel de los medios. El Gobierno defini¨® a los terroristas de Al Qaeda como "combatientes enemigos ilegales" (por tanto, razon¨®, no necesariamente sujetos a lo que estipula la Convenci¨®n de Ginebra sobre los prisioneros de guerra). Para completar, se agrup¨® a estos "combatientes ilegales" en la prisi¨®n de la base de Guant¨¢namo, que antes hab¨ªa alojado a refugiados cubanos y haitianos. Como la soberan¨ªa de Guant¨¢namo reside en ¨²ltima instancia en Cuba, el Gobierno crey¨® haber encontrado una soluci¨®n: los detenidos no est¨¢n en territorio norteamericano, con lo que en ning¨²n caso disfrutan de los derechos constitucionales que tendr¨ªan en EE UU. A partir de 2002, el Pent¨¢gono traslad¨® a tres centros de detenci¨®n de la base a cientos de prisioneros desde Afganist¨¢n y otros lugares.
Tribunal Supremo
Pero el Tribunal Supremo ech¨® por tierra el argumento hace un a?o, en el fallo del caso Rasul versus Bush: los presos de Guant¨¢namo, dijo el organismo, que funciona como un tribunal constitucional, deben tener acceso a los tribunales estadounidenses, porque EE UU controla la base. El 9 de noviembre, el juez James Robertson dio un paso m¨¢s: si se quiere definir a los detenidos como "combatientes enemigos", hay que poner en pie tribunales para que decidan sobre su situaci¨®n; "el Gobierno ha abusado de su autoridad al declararles enemigos y negarles la posibilidad de acceder a las pruebas que deber¨ªa haber contra ellos". La situaci¨®n actual es de comp¨¢s de espera de la revisi¨®n judicial de los procedimientos.
"Guant¨¢namo nace del subterfugio de afirmar que no es territorio norteamericano, pero la intenci¨®n es retener a los presos indefinida y arbitrariamente, sin responder a ninguna autoridad interna ni internacional y al margen del control judicial", sintetiza Vivanco, para el que, una vez desautorizada judicialmente la teor¨ªa de la excepcionalidad, "el tema no tiene misterios: si se trata de combatientes de una fuerza regular que lucha contra EE UU o cualquier Estado, cae en lo previsto en las Convenciones de Ginebra para conflictos armados y prisioneros de guerra. Y si se trata de miembros de Al Qaeda, la propia Ginebra dice que en caso de duda, un tribunal independiente debe decidir con la mayor celeridad la condici¨®n jur¨ªdica de esas personas". En otras palabras, "si cometieron cr¨ªmenes de guerra o pertenecieron a c¨¦lulas terroristas responsables de hechos atroces, hay que procesarlos: acumular las pruebas, garantizarles un juicio justo y llevarlos a un tribunal. Si s¨®lo se les puede atribuir haber pertenecido a una fuerza irregular armada, sin pruebas de participaci¨®n en un crimen de guerra, Ginebra establece que deben ser puestos en libertad tan pronto como cesen las hostilidades. Y las hostilidades han cesado en Afganist¨¢n".
Desde el 11 de enero de 2002 y seg¨²n datos del Departamento de Defensa, 234 prisioneros han sido puestos en libertad y 520 -pertenecientes a m¨¢s de 40 pa¨ªses- siguen encerrados. El coste de las instalaciones construidas supera los 100 millones de d¨®lares y el presupuesto anual de funcionamiento oscila entre 90 y 95 millones. Y a pesar de las decisiones judiciales y de la pol¨¦mica, el pasado 16 de junio el Pent¨¢gono anunci¨® que una empresa perteneciente al conglomerado Halliburton construir¨¢ un nuevo centro para reclusos de 30 millones de d¨®lares.
Sitio l¨®gico
Stuart Taylor, un experto constitucional que conoce muy bien el Tribunal Supremo, dice s¨ª a Guant¨¢namo, pero con garant¨ªas. "Yo no creo que tenga mucho sentido cerrar la c¨¢rcel de la base, porque algunos de los prisioneros son aparentemente terroristas y potenciales asesinos que no deber¨ªan ser puestos en libertad, aunque ser¨¢ dif¨ªcil probar su culpabilidad. Si tienen que estar encarcelados en alguna parte, Guant¨¢namo es un sitio l¨®gico". Por otra parte, contin¨²a, "creo que hay que dar a los presos mayores garant¨ªas procesales, incluyendo abogados, para evitar que se clasifique err¨®neamente como 'combatientes enemigos' a gente que podr¨ªan ser civiles inocentes. Y pienso tambi¨¦n que el Gobierno tiene que vigilar mucho m¨¢s para que los presos sean tratados humanamente, tiene que demostr¨¢rselo al mundo y tiene que dar respuestas mucho m¨¢s cre¨ªbles a las frecuentes acusaciones de trato inhumano".
"La cuesti¨®n no es si est¨¢n bien o mal, aunque sea muy importante; estoy seguro de que, en l¨ªneas generales, est¨¢n bien tratados. La cuesti¨®n es por qu¨¦ est¨¢n ah¨ª, de qu¨¦ se les acusa", dice un observador europeo en Washington, que evoca la resoluci¨®n del Europarlamento en la que se dice que Guant¨¢namo supone "un profundo desacuerdo" con EE UU que "genera tensiones en las relaciones transatl¨¢nticas". "Es algo que alimenta el antiamericanismo y complica la vida a los atlantistas europeos. La cuesti¨®n no es si esta gente debe estar en la c¨¢rcel o no; me parece obvio que s¨ª deben estar. Yo no dudo de que hayan hecho barbaridades, pero la cuesti¨®n es que les acusen, les juzguen y les condenen, y que tengan un m¨ªnimo de derechos. Si se les considera soldados, ya hay esos derechos; si se considera que no, que se creen otras normas". El mismo observador cree que se podr¨ªa aceptar el reto lanzado el lunes por Bush e ir a Guant¨¢namo: "Puede ir un grupo de eurodiputados, alguien del equipo de Javier Solana, un representante de la Comisi¨®n... ?por qu¨¦ no aceptar el guante?".
Taylor dice que hay dos clases de combatientes enemigos: "Los ilegales y los prisioneros de guerra. Ambos est¨¢n protegidos por Ginebra y por la Convenci¨®n contra la Tortura, pero algunos de los detenidos en Guant¨¢namo son especiales, y ah¨ª el Gobierno tiene raz¨®n; por otra parte, puede haber civiles encarcelados por error". Por eso, a?ade, "he criticado el arrogante rechazo del Gobierno de reconocer esta posibilidad o, hasta la decisi¨®n del Supremo, de proporcionar asistencia a estos detenidos".
S¨®lo parte de los estadounidenses est¨¢n preocupados por el debate. El Centro Pew dice que la mitad de la poblaci¨®n ha o¨ªdo hablar de malos tratos a prisioneros, y que dos tercios creen que se trata de incidentes aislados. Es la posici¨®n que refleja el senador republicano Jon Kyl: "Es importante lo que el resto del mundo piense de EE UU, pero es a¨²n m¨¢s importante que nos defendamos". Los detenidos "no est¨¢n en un limbo legal; las leyes internacionales permiten a cualquier pa¨ªs detener a los combatientes enemigos mientras dura el conflicto, para que no maten a m¨¢s y para obtener informaci¨®n ¨²til". Para Kyl, las cr¨ªticas sobre el Cor¨¢n en Guant¨¢namo "deben haber hecho que Osama Bin Laden se parta de la risa; nadie se ha preocupado mucho por los malos tratos de musulmanes a manos de otros musulmanes, como pasa cada d¨ªa en Irak (...), y los presos en Guant¨¢namo est¨¢n bien tratados si se comparan con los occidentales capturados por terroristas en Irak, que suelen acabar decapitados".
Vivanco es relativamente optimista: "Las autoridades judiciales de EE UU no pueden permitir que los detenidos, en Guant¨¢namo o donde sea, est¨¦n al arbitrio del poder ejecutivo y del poder militar, porque es un s¨ªmbolo brutal del ejercicio del poder absoluto, el poder sin l¨ªmites". Es cuesti¨®n de tiempo, dice, "porque, felizmente, aqu¨ª rige el Estado de derecho". Hay, adem¨¢s, una raz¨®n de eficacia: "Si se quiere tener autoridad moral para pedir cuentas -y es algo que yo aplaudo- a Rusia, a Egipto, a Siria o a Corea, no se puede socavar esa autoridad". El problema, a?ade, es que "por orgullo y porque est¨¢n a la defensiva, tratan de retrasar todo". Otra poderosa raz¨®n para aplazar las reglas de juego claras para los detenidos "es que saben que ser¨¢ dif¨ªcil que los casos pasen la prueba de los tribunales militares, y qu¨¦ mejor ejemplo de lo que es una detenci¨®n arbitraria que una corte militar no encuentre nada. Esos tribunales ser¨¢n los principales aliados del respeto a los principios de Ginebra: sabemos -porque hemos hablado con ellos- que lo que m¨¢s les importa a los militares americanos es que se erosione el principio del respeto a los prisioneros de guerra, porque ellos son la carne de ca?¨®n de ma?ana".
Un precio caro
Taylor entiende que el actual sistema tiene la ventaja de que "puede salvar vidas, al neutralizar a potenciales terroristas y obtener informaci¨®n ¨²til que evite futuros atentados". Pero "es evidente que el sistema ha costado muy caro a EE UU: da?a nuestra exigencia de que se cumplan los derechos humanos y nuestra imagen, y puede facilitar el reclutamiento de yihadistas para operaciones suicidas". Habr¨ªa, concluye Taylor, "un mont¨®n de antiamericanismo xen¨®fobo e hip¨®crita en Europa y en el mundo ¨¢rabe incluso aunque el trato a los sospechosos de terrorismo hubiera sido impecable, pero es que, adem¨¢s, ha estado muy lejos de ser impecable. Y las comunicaciones modernas magnifican el impacto de ciertas cosas, incluso cuando s¨®lo afectan a un peque?o porcentaje de presos y aunque los malos tratos no se puedan ni comparar con los que cometieron, en guerras anteriores, los que ahora critican a Estados Unidos".
Un debate estrangulado
EL MALTRATO A LOS PRESOS en Guant¨¢namo, especialmente durante los dos primeros a?os, ha sido reflejado por la Cruz Roja Internacional, pero tambi¨¦n por el FBI a partir de declaraciones de ex presos. El pasado jueves, expertos de la ONU dijeron que Washington no hab¨ªa respondido a su solicitud de ir a la base, y que ten¨ªan en su poder relatos de detenidos que aseguran haber sido sometidos a torturas. En varias ocasiones las autoridades estadounidenses han dicho que los militantes de Al Qaeda que quedan en libertad tienen esa consigna. Tras la publicaci¨®n en Newsweek -luego rectificada- de que se hab¨ªa tirado un Cor¨¢n por el retrete en Guant¨¢namo, Defensa investig¨® y admiti¨® varios casos -voluntarios e involuntarios- de trato incorrecto del libro sagrado musulm¨¢n y de humillaciones diversas a los presos. Poco despu¨¦s, Amnist¨ªa Internacional (AI) dijo que Guant¨¢namo es "el gulag de nuestro tiempo".
Michael O'Hanlon, de la Brookings Institution y que fue miembro activo de AI, cree que es "un comentario equivocado, que enciende los ¨¢nimos contra EE UU y sus amigos y aliados, y perjudica a Amnist¨ªa y a sus objetivos en todo el mundo". Jos¨¦ Miguel Vivanco, de Human Rights Watch, coincide en que "la analog¨ªa no es feliz" porque "en el gulag murieron deliberadamente cientos de miles de personas".
Pavel Litvinov, un disidente que sufri¨® la represi¨®n en la antigua URSS y recibi¨® la ayuda de AI, escribi¨® en The Washington Post que un responsable de Amnist¨ªa le pidi¨® que apoyara la declaraci¨®n. "?No crees que hay una diferencia enorme entre el gulag y Guant¨¢namo?", le dijo el ex disidente a su amigo. "Claro, pero es una manera de llamar la atenci¨®n". Litvinov cree que hay que exigir a EE UU "un comportamiento acorde con la Constituci¨®n, la ley y las tradiciones" que impida "detener indefinidamente a gente sin darles garant¨ªas", pero que las palabras son importantes: "Al usar el t¨¦rmino gulag se permite al Gobierno de Bush desestimar cr¨ªticas justificadas y se socava la autoridad de Amnist¨ªa, una organizaci¨®n que vale demasiado como para que est¨¦ secuestrada por l¨ªderes pol¨ªticamente sectarios".
Varios congresistas dem¨®cratas y algunos republicanos no necesitaron la semana pasada que nadie les llamara la atenci¨®n. La situaci¨®n "es causa de embarazo internacional para nuestro pa¨ªs y nuestros ideales", seg¨²n el dem¨®crata Patrick Lehay; Bush "no tiene credibilidad", seg¨²n Joseph Biden; "en muchas partes del mundo no nos ven como la naci¨®n de Jefferson, Hamilton y Madison, sino como un pa¨ªs que aprisiona a gente sin juicio y les degrada y tortura", dijo Ted Kennedy; para el republicano Mel Mart¨ªnez, igual que para John McCain, "Bush debe considerar el cierre de Guant¨¢namo"; seg¨²n su compa?ero Chuck Hagel, "EE UU est¨¢ perdiendo la batalla de la imagen en el mundo".
Pero un exceso complic¨® el debate: el dem¨®crata Richard Durbin dijo que si no fuera porque se trataba de un informe del FBI sobre Guant¨¢namo, "podr¨ªa uno creer que era algo hecho por los nazis, los sovi¨¦ticos en sus gulags o reg¨ªmenes enloquecidos como el de Pol Pot". La que se arm¨® en d¨ªas posteriores fue espectacular: "Un ataque premeditado y monstruoso contra los militares", dijo el tejano Tom DeLay, l¨ªder republicano en la C¨¢mara. "Creo que es una verg¨¹enza decir que hay hombres y mujeres en el Ej¨¦rcito que act¨²an as¨ª", asegur¨® Richard Daley, alcalde dem¨®crata de Chicago y amigo de Durbin, que intent¨® una especie de disculpa inicial "por el malentendido". Pero la tormenta sigui¨® y empeor¨® debido a la televisi¨®n por cable, la radio e Internet, con comentarios como ¨¦ste, extra¨ªdo de un blog: "Nueve millones de personas, incluidos seis millones de jud¨ªos, murieron en los campos de la muerte de Hitler; 2,7 millones murieron en los gulags de Stalin y 1,7 millones de camboyanos murieron cuando Pol Pot arras¨® el pa¨ªs. Nadie ha muerto en Guant¨¢namo. Que te jodan, Dick Durbin. A lo mejor tu familia deber¨ªa acabar en un campo de concentraci¨®n terrorista para que no hicieras esas comparaciones. ?Por qu¨¦ no te pudres en el infierno, hijo de puta?".
El pasado martes, Durbin, casi con l¨¢grimas en los ojos y voz entrecortada, pidi¨® perd¨®n en el Senado. Aparte del chaparr¨®n, el senador quiz¨¢ tuvo acceso al sondeo de la firma Rasmussen en el que se dice que s¨®lo el 20% de los norteamericanos cree que los presos de Guant¨¢namo han sido tratados injustamente. Para el 36% reciben un trato "mejor del que merecen", y para el 34%, el trato es "correcto". Un 14% est¨¢ de acuerdo con lo que dijo Durbin, y un 69%, en contra.
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