El libro de los seres perdidos
Diez a?os despu¨¦s del fin de la guerra de los Balcanes, 17.000 personas siguen desaparecidas en Bosnia-Herzegovina. El Comit¨¦ Internacional de la Cruz Roja visit¨® casa por casa, aldea por aldea, mostrando fotos de los restos hallados en las fosas para intentar identificarlos.
Va pasando de casa en casa, por Sarajevo o Srebrenica, por ciudades y aldeas de Bosnia-Herzegovina, de mano en mano, d¨ªa a d¨ªa desde que hace cinco a?os el Comit¨¦ Internacional de la Cruz Roja (CICR) pusiera en marcha la idea. "El libro de las pertenencias" lo llaman. Y es, tristemente, un best seller: lleva varias ediciones. Casi 12.000 familias lo han hojeado, lentamente, deteni¨¦ndose en los objetos que all¨ª aparecen; prendas encontradas en las miles de fosas comunes abiertas hoy en el pa¨ªs balc¨¢nico, o en otras de Croacia, Kosovo o Serbia y Montenegro. El triste bot¨ªn de una guerra europea celebrada en los a?os noventa.
Es f¨¢cil imaginar a los que miran y buscan, haciendo un leve movimiento de la mano sobre el papel, inclinando el cuerpo, posando la mirada; los mismos gestos con que se observa el cat¨¢logo de una exposici¨®n, por ejemplo. S¨®lo que cada vistazo, cada foto, es un dolor. Cada p¨¢gina habla de uno o varios seres humanos perdidos: quiz¨¢ sea esa la camisa que vest¨ªa el hijo aquel ¨²ltimo d¨ªa en que se le vio por televisi¨®n con las manos atadas sobre la cabeza; quiz¨¢ los zapatos pertenezcan al hermano; ese pa?uelo podr¨ªa ser del padre?
Quiz¨¢ fueran propiedad de Alic Samra (nacido en Zvornik, en 1989), de Alic Mehrudim (1981, Vlasenica), de Hanifa Alajbegovic (1910, Visegrad), de Sifet Ahmic (1978, Foca), de Mika Adamovic (1928, Drvar)? De alguna de esas 17.000 personas cuyo nombre aparece a¨²n en los listados elaborados por el CICR, que sirven de materia prima para el trabajo, entre otros, de la Comisi¨®n Internacional de Personas Desaparecidas (ICMP), cuyos m¨¦dicos forenses, internacionales y locales, se encargan de los restos desenterrados, de asignarles un n¨²mero de referencia, de guardarlos en bolsas a la espera de identidad (como esas 3.500 que esperan en morgues refrigeradas de Tuzla), de extraer muestras de sangre a los allegados, de practicar las pruebas de ADN; de comunicar, al final, la noticia ¨²ltima.
"La identificaci¨®n de los cuerpos es fundamental, por la necesidad de dar sepultura al cuerpo, s¨ª, pero tambi¨¦n por cuesti¨®n de herencia, de supervivencia. Adem¨¢s de la muerte de sus miembros, muchas familias tienen que enfrentarse a la pobreza al no poder demostrar propiedad ninguna", asegura Nacho Mart¨ªnez Cano, 33 a?os, cuatro de ellos en la zona, delegado de la Cruz Roja Espa?ola en Bosnia, coordinador de proyectos que en su mayor¨ªa son de educaci¨®n y apoyo a "personas vulnerables". Esas, dice, que reciben, por ejemplo, "50 euros de pensi¨®n al mes". ?l es el ¨²nico espa?ol all¨ª: "Trabajamos con personal local, como la mayor¨ªa de las organizaciones. Porque no estamos hablando de un pa¨ªs subdesarrollado, aqu¨ª la gente tiene una preparaci¨®n exquisita".
El ¨¢lbum fotogr¨¢fico de prendas de los seres perdidos dio enseguida fruto. "El CICR public¨® el primero en junio de 2000 en Bosnia-Herzegovina, con 1.756 im¨¢genes. Pocos meses despu¨¦s las familias hab¨ªan reconocido objetos pertenecientes a 80 de ellos", informan en la sede central del CICR de Sarajevo. Un equipo, de las 70 personas que all¨ª trabajan, se encarg¨® de recorrer pueblos, ciudades y aldeas, mostrando el libro o recogiendo, en otra campa?a, lo que llaman "datos ante mortem". "Una bater¨ªa de 200 preguntas que los parientes responden sobre las peculiaridades f¨ªsicas de sus parientes, las fracturas, el estado de salud o hasta el de sus dentaduras?", cuenta Claudio Baranzini, coordinador de cooperaci¨®n del CICR, quien vivi¨® la guerra en Mostar entre 1993 y 1994, y ha regresado de nuevo hace unos meses.
Estas iniciativas son parte de la tarea encomendada al CICR en los Acuerdos de Paz de Dayton (Ohio, EE UU), en noviembre de 1995, que pusieron fin a la guerra en Bosnia. Se deb¨ªa averiguar, as¨ª, el paradero de los perdidos, ayudar a los desplazados, asistir a los afectados de un conflicto nacido de una desenfrenada carrera nacionalista en la antigua Yugoslavia. Una crisis que pon¨ªa de manifiesto el potencial desestabilizador de la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn en 1989, de la desaparici¨®n de bloques en Europa. "Los dirigentes Mil¨®sevic y Tudjman, envueltos en la bandera de un nacionalismo excluyente y marcadamente etnicista, provocaron la disoluci¨®n de Yugoslavia, ante la miop¨ªa de los pa¨ªses de la UE, particularmente Alemania y Francia, y se embarcaron en una sangrienta guerra cuyos efectos m¨¢s devastadores tuvieron lugar en Bosnia", asegura Otero Carvajal, en la revista de la Universidad Complutense de Madrid, Cuadernos de Historia Contempor¨¢nea (Otro mundo es posible, 2003).
Diez a?os despu¨¦s de aquello, en Bosnia-Herzegovina, bajo mandato de la comunidad internacional, con un Gobierno tripartito y dividido en dos entes aut¨®nomos -la Federaci¨®n de Bosnia-Herzegovina (alianza entre el bosniocroata y el bosniaco) y la Rep¨²blica Srpska (serbobosnios)-, a¨²n est¨¢n bien visibles las huellas de lo sucedido. La guerra habita en las ruinas de los edificios, en las f¨¢bricas abandonadas, las redes el¨¦ctricas y las carreteras destruidas? Se aprecian sus secuelas en el deterioro social de los que quedaron, seg¨²n cuenta Mart¨ªnez Cano: "Hay mucha violencia dom¨¦stica; padres frustrados sin trabajo, se han hecho barbaridades durante la guerra, y se inculca esa agresividad a los hijos". Se vive a¨²n su efecto en el vac¨ªo dejado por los desplazados: de los cuatro millones de habitantes de Bosnia-Herzegovina, uno y medio reside fuera.
"No s¨®lo es la destrucci¨®n urbana. Es m¨¢s la p¨¦rdida de vida, de ilusi¨®n, de aquel ambiente de coexistencia de culturas que se apreciaba tanto en lugares como Sarajevo o Mostar y que se ha esfumado igual que se han esfumado sus habitantes", cuenta Baranzini, quien a pesar de todo se muestra optimista ante lo que ha encontrado al regresar. "Es mucho lo conseguido en este tiempo, aunque ahora falta encontrar algo que permita superar el pasado, la desconfianza, que haga crecer el deseo de futuro, una causa com¨²n m¨¢s all¨¢ de las diferencias locales y familiares", reflexiona el coordinador del CICR. "Que esta zona no se quede atr¨¢s en Europa, porque entonces...". Algo que afirma tambi¨¦n un informe del Fondo Monetario Internacional (abril de este a?o): "Cu¨¢nto y qu¨¦ poco ha cambiado Bosnia-Herzegovina a una d¨¦cada de la paz. El socialismo, la guerra, el colapso econ¨®mico y la inflaci¨®n han desaparecido. Las fuerzas internacionales de paz, el desempleo, el d¨¦ficit externo? permanecen". Hay m¨¢s estabilidad, los fondos internacionales remiten y los desplazados regresan. Pero hay que ir hacia delante, asegura el FMI: "No es f¨¢cil, pero se puede conseguir".
"El reto m¨¢s importante est¨¢ en la calle, en la convivencia de los grupos", sigue Baranzini. "No hay ya tiros, pero para reconstituir esas relaciones se necesitan a?os". Porque el rastro m¨¢s profundo de una guerra siempre es el no visible. Ese agujero en la memoria de los supervivientes que se llena de cifras: 200.000 muertos, 21.430 desaparecidos iniciales. Dicen en el CICR que ¨¦ste es el legado m¨¢s doloroso. A marzo de este a?o, un total de 5.782 casos de personas perdidas hab¨ªa concluido con su identificaci¨®n; 5.325 restos devueltos a sus familias; 49 expedientes cancelados. "Para nosotros es una prioridad absoluta, porque no es posible restablecer la paz y la estabilidad mientras las familias no sepan lo que ha sido de ellos". Muchos de estos hombres, mujeres y ni?os perdidos se encontraban en el verano de 1995 en (o eran de) una peque?a poblaci¨®n del este del pa¨ªs conocida como "lugar de plata": Srebrenica. A unos 100 kil¨®metros de Sarajevo, tres horas y media por carretera, menos veinte grados cent¨ªgrados en invierno.
Se cumple el d¨¦cimo aniversario de la matanza en Srebrenica, ahora m¨¢s conocida como "lugar del genocidio". Se preparan ya actos y visitas. Ser¨¢ un momento especial. Como lo es desde aquel julio de 1995 el 11 de cada mes, cuando las mujeres del lugar salen a la calle para rememorar a los suyos.
Pero este a?o, adem¨¢s, el aniversario tendr¨¢ (tiene ya) especial eco tambi¨¦n en Serbia. La causa: un v¨ªdeo presentado por la acusaci¨®n contra Mil¨®sevic en el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia en La Haya (que hasta ahora s¨®lo ha dictado sentencia firme por los delitos cometidos en las guerras yugoslavas contra 37 personas, seg¨²n Amnist¨ªa Internacional). En ¨¦l se ve a una unidad de polic¨ªa paramilitar serbia, los Escorpiones, asesinar a seis musulmanes. All¨ª quedan, tendidos en la cuneta, mientras uno de ellos filma. La pel¨ªcula, emitida por la Televisi¨®n Serbia y la privada B92, con escenas de tortura censuradas, ha supuesto tal impacto que por primera vez el Gobierno serbio, por boca de su primer ministro, se apresur¨® a anunciar p¨²blicamente la detenci¨®n de algunos implicados.
Srebrenica era durante la guerra de Bosnia un lugar de los definidos como "zona protegida" por la ONU, como Gorazde y Tuzla, entre otros; un "t¨ªtulo" que ha hecho correr r¨ªos de chistes: "Si la ONU nombra a tu pueblo zona protegida, coge lo que tengas a mano y corre". Tres lugares que, mirando el mapa, dibujan una flecha geogr¨¢fica apuntando hacia Serbia. Demasiado a mano para los nacionalistas. Una desgracia. All¨ª se cometi¨® la m¨¢s terrible matanza en Europa desde la II Guerra Mundial: las fuerzas serbobosnias asesinaron a 8.000 personas. En ocho d¨ªas.
El contingente holand¨¦s de la ONU no supo gestionar la situaci¨®n, el acoso serbobosnio. Abandon¨® a la poblaci¨®n a su suerte. Entreg¨® a miles de musulmanes a cambio de la liberaci¨®n de soldados internacionales, entre otras cosas discutibles que causar¨ªan luego muchos problemas al Gobierno holand¨¦s. Dejaron sus vidas en manos de sus mayores enemigos, del general Ratko Mladic y el ex dirigente Radovan Karadzic, los hombres m¨¢s buscados todav¨ªa hoy, a pesar de los ¨²ltimos rumores insistentes en los que se asegura que Serbia, con un Gobierno m¨¢s "sensible" e interesado por la UE, podr¨ªa estar dispuesta a colaborar. Del n¨²mero total de desaparecidos, un tercio pertenecen a este lugar. "La identificaci¨®n de las v¨ªctimas de Srebrenica supera las 2.000", se congratulaba el jefe forense del ICPM, Rifat Kesetovic, hace unos d¨ªas (10 de junio) desde los titulares de los peri¨®dicos de Sarajevo. Un ¨¦xito, agrio, pero un ¨¦xito.
"Para una labor de b¨²squeda y de identificaci¨®n de tal envergadura se necesita la colaboraci¨®n de todas las partes, la voluntad de conseguirlo", insisten las organizaciones. Una tarea costosa, de gran complejidad t¨¦cnica. Cuenta Baranzini c¨®mo las dificultades proceden a veces de que los cuerpos fueron movidos de sitio para ocultar pistas, troceados, desperdigados: "?Por qu¨¦, cu¨¢ntas evidencias se necesitan para confirmar: 'bueno, esto es un cuerpo?". Y cita tambi¨¦n los casos m¨¢s afortunados, esos en los que lo que se encuentra son personas con vida, algo que ha sucedido en 408 ocasiones: "Sobre todo se tiene esperanza en ni?os, porque quiz¨¢ entraron en procesos de adopci¨®n, quiz¨¢ alguien se los qued¨®, se apiad¨®?".
Antes de la guerra Srebrenica era un lugar encajado entre zonas industriales, el hogar de 35.000 personas (60.000, en la regi¨®n), la gran mayor¨ªa musulmana; un valle y un vaiv¨¦n de monta?as, carreteras serpenteantes, cunetas verdes, casas dispersas, con el minarete de la mezquita blanca (destruida y levantada en 2002) sobresaliendo por un lado; la iglesia ortodoxa, por otro. Bosnios, serbobosnios (ortodoxos) y bosniacos (musulmanes) conviviendo.
"Hay que ser cautos cuando se habla de grupos ¨¦tnicos", dice Mart¨ªnez Cano. "Todos son eslavos, s¨®lo que unos de una religi¨®n; otros, de otra". Y a?ade que la visi¨®n exterior que se tiene sobre los musulmanes suele ser t¨®pica, err¨®nea: "Aqu¨ª son muy light, las chicas visten minifalda. El pa?uelo de las mujeres de Srebrenica es m¨¢s una cuesti¨®n de duelo, de protesta, de identificaci¨®n, m¨¢s cultural que religioso". De los bosniacos que habitaban la localidad, s¨®lo han vuelto 3.500. Apenas suman hoy 10.000 habitantes. "La posibilidad de encontrar trabajo es escasa, el desempleo es del 60%", afirma la oficina del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo en Srebrenica, en una informaci¨®n recogida en la web osservatoriobalcani.org, uno de los portales de Internet m¨¢s pendientes de este territorio. "Y no hay que olvidar que la localidad ha estado sometida a un embargo de fondos internacionales los ¨²ltimos cuatro a?os".
Srebrenica pertenece a la Rep¨²blica Srpska, y ¨¦sta, al igual que el Gobierno serbio, nunca estuvo dispuesta a aceptar culpas, ni a colaborar. Menos que nada, en la detenci¨®n de criminales de guerra. Aunque ya hay detalles esperanzadores: en 2003, por vez primera, un jefe de Gobierno serbobosnio, particip¨® en un homenaje a las v¨ªctimas. "Y en noviembre de 2004, el Gobierno de la Rep¨²blica Srpska pidi¨® disculpas por primera vez por las violaciones de derechos humanos en Srebrenica y sus alrededores", se apunta en el informe 2004 de AI.
Pero el "lugar de plata" se ha quedado como perdido, desolado; la regi¨®n m¨¢s triste de Europa. Una especie de ciudad fantasma, que sorprende por su "aspecto de pobreza", con una tasa alt¨ªsima de ONG internacionales empe?adas en reconstruir ese 60% de viviendas destruidas, en remendar el tejido civil y social, en dar trabajo y apoyo a los que regresan, la mayor¨ªa viudas (42%, seg¨²n la UNDP). Esas mujeres corpulentas que suelen aparecer en las fotos, arrodilladas ante las tumbas de sus maridos e hijos, pero que nunca paran quietas. Que son fundamentales en la reconstrucci¨®n de Srebrenica y alrededores, pero tambi¨¦n en Belgrado, donde las llamadas Mujeres de Negro salen a la calle contra la guerra, la intromisi¨®n creciente de la Iglesia ortodoxa serbia en asuntos de Estado -pr¨¢ctica que tanto tuvo que ver en la gestaci¨®n del conflicto-, o que organizan campa?as tituladas Extraditadlos, El mapa del recuerdo olvidado o Iluminemos la oscuridad en que vivimos?".
M¨¢s informaci¨®n en: www.icrc.org, www.imf.org, www.web.amnesty.org, www.ic-mp.org.
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