Invitados de Ciencias
A estas alturas de la pel¨ªcula educativa ya me s¨¦ de memoria todos los argumentos a favor de las Humanidades y los suscribo uno por uno. Incluso he participado en m¨¢s de una manifestaci¨®n callejera y apoyado varios pliegos de firmas para mostrar mi rechazo ante la posible supresi¨®n de la filosof¨ªa, los latines, las artes, las culturas cl¨¢sicas y dem¨¢s dominios de Letras. S¨®lo se me ocurre una consideraci¨®n muy poco acad¨¦mica y que hasta ahora no he visto mencionada como argumento a favor. Las Humanidades quedan muy bien y dan mucha conversaci¨®n en las cenas matrimoniales de los viernes, en las reuniones de los fines de semana, en las veladas de amigos y en cualquier sarao que se precie. Son la materia prima del viejo arte de recibir en casa.
T¨² invitas a gentes de Humanidades y tienes garantizado el ¨¦xito de la fiesta, aunque el catering sea una mierda y no haya suficiente g¨¹isqui de malta. Pongamos el ejemplo contrario. La mejor manera de estropear un festol¨ªn, como dice la divertida Fran Lebowitz, es invitar a su contrafigura, a un tipo de Ciencias, a un bata blanca. El humanista, en tu fiesta, es capaz de hablar mucho y de todo, en plan transversal, multicultural, multimedia, disperso, ameno, comprensible y tal, pero si el invitado es de ciencias punteras y matem¨¢ticas, te arruina la reuni¨®n al cuarto de hora. Mientras el invitado de Humanidades, novelistas famosos incluidos, salta la conversaci¨®n de un lado al otro, sin preocuparse lo m¨¢s m¨ªnimo por el principio de no-contradicci¨®n, el invitado de Ciencias es esquivo por naturaleza, permanece fiel a sus ecuaciones b¨¢sicas, es silenciosamente arrogante, practica la conversaci¨®n monotem¨¢tica, corta en seco cualquier digresi¨®n no l¨®gica, permanece riguroso todo el tiempo y al final casi nunca se emborracha ni suele fumar porros.
S¨®lo por eso habr¨ªa que declarar de utilidad p¨²blica a las Humanidades y dejarlas como est¨¢n. No s¨¦ si despu¨¦s de su licenciatura tendr¨¢n trabajo o no, y qu¨¦ tipo de trabajo, pero esos humanistas que fabrica en serie nuestro sistema educativo desempe?an un rol fundamental en la intensa vida social del pa¨ªs: mantienen la conversaci¨®n generalista. Es el mismo equilibro que existe entre las televisiones generalistas y las tem¨¢ticas, entre la prensa diaria y las publicaciones especializadas, entre las tertulias de la onda media y las m¨²sicas non-stop de la frecuencia modulada. Es algo que los humanos seguramente llevamos grabado ah¨ª arriba, en el cerebro de Broca: el hemisferio izquierdo te exige concreci¨®n, l¨®gica, ecuaciones, especialidades y rigor, mientras que el cerebro derecho te da permiso para generalizar, combinar, imaginar, desbarrar, ser m¨¢s divertido. La fiesta perfecta.
Existe un pero. El problema del futuro de las Humanidades, hoy por hoy, est¨¢ en que los actuales temas mundanos y frivolones de moda derivan casi siempre hacia el campo espec¨ªfico de los aburridos invitados de Ciencias y quedan mucho mejor que la conversaci¨®n de los humanistas, excepto si una chica maravillosa te cita en versi¨®n original ciertos versos amorosos del bisexual Catulo. Pero est¨¢ demostrado que las conversaciones generalistas de las reuniones han cambiado de runr¨²n. Empezando por las dietas individuales y acabando por las terapias personales, que son los dos asuntos principales y casi exclusivos en el actual y complicado arte de recibir invitados.
El intercambio de dietas para adelgazar de cara al inminente biquini se ha transformado en un tr¨¢fico de recetas bioqu¨ªmicas y t¨¦cnicas en las que es obligatorio poseer saberes muy especializados y de los que el humanista o novelista famoso no pueden decir ni mu sobre, qu¨¦ s¨¦ yo, esos yogures que autoproclaman el 0,01% de grasas y calor¨ªas, las virtudes cient¨ªficas del famoso y misterioso Omega 3, el conflicto de los carbohidratos, las nuevas tecnolog¨ªas de las cirug¨ªas pl¨¢sticas del rostro y de los implantes de silicona un poco m¨¢s abajo, sobre las obligatorias visitas a esas corporaciones dermoest¨¦ticas que anuncia la tele.
En cuanto al intercambio social de las terapias del yo, el segundo tema de la conversaci¨®n dominante en las fiestas, excuso decir. Desde que el psicoan¨¢lisis filos¨®fico y la psiquiatr¨ªa de autoayuda, t¨ªpicos temas de Humanidades, han sido progresivamente abducidos por la todopoderosa farmacopea de guardia, imposible mantener en las cenas de matrimonios una divertida conversaci¨®n en la que no se mencione la serotonina, la adrenalina, el cortisol, la am¨ªgdala, el hipocampo y dem¨¢s componentes de la gram¨¢tica de la neurociencia (?de la neurofilosof¨ªa?) y que han transformado la charla generalista y literaria sobre las emociones del ser humano en una especializada conversaci¨®n bioqu¨ªmica. Es m¨¢s, la fobia social, que era el principal problema de los invitados de Ciencias, tan gen¨¦ticamente hura?os y aburridos, tambi¨¦n tiene soluci¨®n neurocient¨ªfica: se toma un Seroxat 20 mg. una hora antes del festol¨ªn y autom¨¢ticamente el cient¨ªfico se comporta como un alegre tipo de Humanidades, dispuesto a todo.
El problema, por consiguiente, no est¨¢ en suprimir las Humanidades de nuestra educaci¨®n b¨¢sica y universitaria porque, entre otras cosas, cumplen una funci¨®n social de primera, sino al rev¨¦s. Obligar a los futuros humanistas, novelistas incluidos, a que frecuenten un poco m¨¢s las revolucionarias asignaturas cient¨ªficas para mantener el tipo y el discurso en las reuniones sociales. Lo que no es de recibo en estos tiempos de tanto recibir es que los especialistas en las viejas conversaciones generalistas de Humanidades no sepamos pronunciar en las fiestas una sola palabra sobre las modernas conversaciones generalistas, tan malditamente de Ciencias.
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