Cuenta pol¨ªtica de p¨¦rdidas y ganancias
Las presiones entre cajas y partidos son de doble direcci¨®n en las inversiones industriales
En t¨¦rminos pol¨ªticos, hay entidades financieras ganadoras y perdedoras. A partir del 14 de marzo, La Caixa se revel¨® como la entidad ganadora de las elecciones. De forma inmediata, incluso antes de que se formara Gobierno, los m¨¢ximos ejecutivos de Gas Natural propusieron a los nuevos representantes pol¨ªticos -en este caso a un ministro de Econom¨ªa en potencia, Miguel Sebasti¨¢n, despu¨¦s superado por Pedro Solbes- la sustituci¨®n del presidente de Repsol, Alfonso Cortina, por un ejecutivo que representara los intereses del accionista con mayor porcentaje de capital (Caixa). Transcurrieron siete meses hasta que Alfonso Cortina entreg¨® la presidencia a Antoni Brufau, el hombre de Gas Natural. La f¨®rmula estereotipada mencion¨® con insistencia que La Caixa "hab¨ªa ajustado las cuentas en Repsol".
Endesa concita gran parte de los ¨²ltimos movimientos accionariales, como un pararrayos de las tensiones en las empresas de servicio p¨²blico
Desde marzo de 2004, La Caixa act¨²a como un instrumento para ajustar cuentas entre la propiedad y la direcci¨®n en las empresas privatizadas
En realidad, ese ajuste para hacer coincidir la propiedad con la direcci¨®n ejecutiva de Repsol fue un movimiento pol¨ªtico. En primer lugar, porque nunca se hubiera producido con un Gobierno del Partido Popular. Ni La Caixa ni Gas Natural se hubieran atrevido a pedir sus derechos de propiedad con Rodrigo Rato en el Ministerio de Econom¨ªa y Aznar en la presidencia del Gobierno. En segundo lugar, porque la causa que origin¨® la decisi¨®n de sustituir a Cortina fue una reacci¨®n defensiva. Cortina pidi¨® un informe jur¨ªdico para impugnar los acuerdos de reparto de consejeros en Gas Natural, alterados por la intervenci¨®n de Jos¨¦ Luis L¨®pez de Silanes, consejero delegado de Gas Natural a propuesta de Repsol, que vot¨® en contra de las instrucciones de la petrolera. L¨®pez de Silanes, perdedor en tiempos de Cortina, es ganador en el mandato de Brufau y ocupa la presidencia de CLH.
As¨ª que, con independencia de que las cajas -y La Caixa en particular- tengan motivos t¨¦cnico-financieros para acrecentar sus participaciones industriales, el impulso que dispara de verdad la ocupaci¨®n de las empresas es el poder; que no siempre se limita a los ¨¢mbitos empresariales. En el caso de la fallida OPA de Gas Natural sobre Iberdrola, detr¨¢s de los c¨¢lculos financieros de las empresas implicadas figuraba el inter¨¦s pol¨ªtico de CiU y PSC en crear una empresa catalana con poder en el conjunto de la econom¨ªa espa?ola.
Ajuste de cuentas
Desde marzo de 2004, La Caixa viene actuando como si fuera el instrumento financiero para ajustar las cuentas entre propiedad y direcci¨®n en las grandes empresas p¨²blicas privatizadas. Mantiene una participaci¨®n significativa en Telef¨®nica y menos importante en Endesa. Pero el modelo de cambio elegido por el Gobierno socialista para ambas sociedades -si existe, que es dudoso- nada tiene que ver con la actuaci¨®n centelleante en Repsol. Las participaciones accionariales no presentan una diferencia tan significativa a favor de Repsol suficiente para ejecutar un cambio dr¨¢stico en los consejos. Se sigue m¨¢s bien un procedimiento de pocos cambios de consejeros, espaciados en el tiempo, a la espera de que vayan venciendo los mandatos de presidentes y consejeros.
Si el raid de La Caixa sobre Repsol result¨® un ¨¦xito completo, el intento de reforzar su posici¨®n en el Consejo de Administraci¨®n de Endesa result¨® un fiasco. La entidad financiera catalana, con el 5% del capital, solicit¨® un puesto en el consejo de Endesa. La petici¨®n sorprendi¨® a los inversores, puesto que La Caixa hab¨ªa defendido siempre con ardor la tesis de que el capital invertido en Endesa era de consideraci¨®n meramente financiera. Al solicitar un puesto en el consejo, Fornesa y su equipo pasaban a considerar tal participaci¨®n como estrat¨¦gica. La raz¨®n de fondo era que La Caixa pretende crear un gran conglomerado energ¨¦tico en Espa?a, y los pasos directos para conseguirlo -sobre Iberdrola o Endesa- resultaron frustrados durante las dos legislaturas del PP debido a la oposici¨®n del Gobierno. Aznar y Rato eran partidarios de la pol¨ªtica de campeones empresariales nacionales siempre que nacionales se entendiese como madrile?os.
No le fue dif¨ªcil a Manuel Pizarro, presidente de Endesa, rechazar las pretensiones de La Caixa, articuladas con cierta torpeza. Desde la empresa el¨¦ctrica se argument¨® que el consejo ya estaba formado, que se decide en la Junta de Accionistas y que La Caixa ya ten¨ªa (tiene) una participaci¨®n energ¨¦tica en Gas Natural. Cerrada esta posibilidad, La Caixa -a trav¨¦s de Gas Natural- intent¨® otra operaci¨®n de altos vuelos: una alianza estrat¨¦gica con Endesa y Aguas de Barcelona para formar ese gran grupo energ¨¦tico que pretende la entidad financiera y que con tanto entusiasmo apoya la Generalitat, sea el Gobierno de CiU o del Partido Socialista.
La operaci¨®n se examin¨® con cuidado. Durante meses un grupo de trabajo analiz¨® las ventajas e inconvenientes de la operaci¨®n. Los cuadernos indicaban considerables ventajas -el grupo resultante contaba con casi todas las energ¨ªas presentes en el mercado- y la ausencia de un grupo accionarial poderoso facilitaba la integraci¨®n patrimonial y econ¨®mica. Exist¨ªan inconvenientes, por supuesto. El principal era convencer a las autoridades de competencia de que no exist¨ªa un dominio de mercado incompatible con la defensa de los intereses de los consumidores.
Entonces intervino la variable pol¨ªtica. Los n¨²meros estaban hechos; faltaba iniciar las negociaciones con la direcci¨®n de Endesa para concretar los t¨¦rminos de la alianza. Para dar ese paso, la costumbre -o la sumisi¨®n tradicional de las grandes empresas a las directrices de los gobiernos- exige que la Administraci¨®n conceda su bendici¨®n. En este caso, Fornesa y sus ejecutivos -Brufau entre ellos- se encontraron con un problema ins¨®lito: las autoridades presentes ni sab¨ªan ni contestaban. Es una caracter¨ªstica pintoresca de la Administraci¨®n de Rodr¨ªguez Zapatero el que no exista un ministro o cargo se?alado que se haga responsable de la pol¨ªtica sobre las empresas (mal) privatizadas durante los gobiernos del Partido Popular. Ni el Ministerio de Econom¨ªa, ni el ministro de Industria, ni la vicepresidencia pol¨ªtica recogen las facultades o capacidad de decisi¨®n para sellar tales operaciones. La alianza estrat¨¦gica fue muriendo por consunci¨®n.
Endesa concita gran parte de los movimientos accionariales de los ¨²ltimos meses, como un pararrayos de las tensiones agrupadas en torno a las grandes empresas de servicios. Fracasada la petici¨®n de un consejero para Endesa e instalada la alianza estrat¨¦gica en el limbo de las operaciones sin respaldo pol¨ªtico, apareci¨® otra caja de ahorros, Caja Madrid, de incontestable influencia del PP de la Comunidad de Madrid. Vista a distancia -no demasiada, porque los jaques terminaron en mayo-, un observador hubiera dicho que la caja madrile?a gastaba dinero en aumentar su participaci¨®n -del 5% al 9%- para proteger a Pizarro de las asechanzas de La Caixa filosocialista (o filosocialista catalana). Pues no. Las cajas, quiz¨¢ en mayor proporci¨®n que los bancos debido a su dependencia pol¨ªtica directa, juegan a estrategias de poder que en algunos casos son maniobras cortesanas. ?sta fue una de ellas.
Para asombro de los observadores, Manuel Pizarro se neg¨® inicialmente a conceder la vicepresidencia de Endesa que reclamaba Caja Madrid -para su presidente Miguel Blesa- como compensaci¨®n a su 9% de capital. Sin vicepresidencia, sin capacidad de decisi¨®n en el consejo, la compra de un 4% de Endesa se convierte en un negocio poco brillante. Las explicaciones de la negativa de Pizarro se resumen en dos: primera, el presidente de Endesa no aceptaba el mensajero de Esperanza Aguirre, presidenta de la comunidad aut¨®noma; segunda, Pizarro intuye que Miguel Blesa pretende para s¨ª la presidencia de Endesa. Quiz¨¢ el resultado de las pr¨®ximas elecciones auton¨®micas (octubre de 2007) no resulte tan claro para algunos cargos empresariales nombrados por el PP.
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