Un padre en apuros
"?Son terroristas?", pregunta una conmocionada Dakota Fanning a su afectado padre, Tom Cruise, ante el alcance del ataque a que est¨¢ siendo sometido el suburbio obrero en que vive ¨¦ste por parte de ignotos agresores. "?No, son... otra cosa!", exclama Cruise, y la pregunta de la ni?a arroja pistas no tanto sobre lo que es esta espectacular Guerra de los mundos, cuanto sobre lo que Spielberg no se ha planteado nunca que sea. No hay aqu¨ª opci¨®n a suponer, como en otros momentos hist¨®ricos la hubo (cuando se public¨® la novela de H. G. Wells, cuando Orson Welles la llev¨® a la radio, en 1939, o cuando Byron Haskin rod¨®, en 1953, la anterior versi¨®n de este cl¨¢sico de la anticipaci¨®n cient¨ªfica), la existencia de otra lectura, de otros atacantes m¨¢s reales que los temibles marcianos que imagin¨® Wells como asoladores de la Tierra.
LA GUERRA DE LOS MUNDOS
Direcci¨®n: Steven Spielberg. Int¨¦rpretes: Tom Cruise, Dakota Fanning, Miranda Otto, Justin Chatwin, Tim Robbins. G¨¦nero: ciencia-ficci¨®n, EE UU, 2005. Duraci¨®n: 110 minutos.
De lo que aqu¨ª se trata es m¨¢s simple: va, en la l¨®gica tan querida por Spielberg, de una disfunci¨®n afectiva, una carencia que afecta a Cruise y que sufren sus hijos. Y va, en fin, de un proceso de iniciaci¨®n, en este caso, a la paternidad responsable: aunque las circunstancias sean excepcionales, lo que interesa al director es el calvario que deber¨¢ pasar un padre hasta recuperar la estima y el respeto de sus hijos... en medio de un exterminio que, a la postre, parece ser lo de menos.
Y sin embargo, las razones por las cuales se recordar¨¢ el filme de Spielberg tienen mucho menos que ver con su estructura de cuento adulto sobre familia atribulada que con la implacable, asombrosa capacidad del estadounidense para abordar el gran espect¨¢culo. Porque si algo tiene este filme que arranca como un vendaval, que se mantiene poderoso a lo largo de casi todo su metraje y que, al final, como tambi¨¦n le ocurr¨ªa a Se?ales, el fallido filme de M. Night Shyamalan, se desinfla en una resoluci¨®n forzada, es su impresionante capacidad para atrapar al espectador con sus espectaculares efectos especiales.
Desde la primera aparici¨®n de los extraterrestres, largamente preparada por una catarata de s¨ªntomas, hasta la angustiosa, mod¨¦licamente resuelta secuencia del s¨®tano en que se refugian padre e hija con el alucinado Tim Robbins (una caracterizaci¨®n maestra, en su l¨ªnea habitual), lo mejor de La guerra de los mundos es el sentido de gran espect¨¢culo que respiran sus im¨¢genes, el ritmo fren¨¦tico con que se catapultan hacia adelante, el implacable despliegue de una imaginaci¨®n catastrofista angustiosa. Agr¨¦guese a ello la qu¨ªmica que se establece entre Cruise y la magn¨¦tica Fanning y se tendr¨¢ el cuadro completo de una pel¨ªcula con lagunas, pero con una capacidad de atracci¨®n que, como es norma en su creador, est¨¢ por encima de otras propuestas del mismo calibre.
Babelia
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