Los j¨®venes ante la nueva ley
La ¨²ltima generaci¨®n de homosexuales da la bienvenida a la posibilidad de casarse, pero siente que todav¨ªa le falta un trecho para alcanzar la igualdad real
Tienen menos de 35 a?os y son gays o lesbianas. Para ellos las palabras redada o c¨¢rcel no est¨¢n asociadas con homosexualidad, aunque no ignoran lo que pas¨® hasta 1979, cuando estaba en vigor la Ley de Vagos y Maleantes. El jueves pasado conquistaron la equiparaci¨®n de derechos con el matrimonio. Pero eso no quiere decir que no hayan tenido problemas en el colegio, no les hayan insultado por la calle o que el partido en el que militan les haya dejado solos en la defensa del derecho a casarse.
Juan Belmonte escap¨® hace casi una d¨¦cada del entorno asfixiante de Almer¨ªa. Ya desde peque?o se desmarcaba: se pon¨ªa pantalones de cuadros cuando nadie pasaba del polo Lacoste y los zapatos castellanos. "Yo era el maric¨®n del colegio y del barrio", cuenta sentado en un bar del centro de Madrid cercano a su peluquer¨ªa. Ni era f¨¢cil vivir en su ciudad -"pasaban en moto y me tiraban cosas"-, ni siquiera ligar.
Javier, del PP, cree que con ejemplos como el suyo su partido acabar¨¢ aceptando las bodas gays
Ahora tiene 32 a?os y le ha ido tan bien que piensa en franquiciar el negocio, Juan por Dios!, un sitio en el que los cabellos disparados de los peluqueros se a¨²nan con el dise?o y los clientes famosos. Trabaja cerca de Chueca, el barrio con m¨¢s presencia gay de Madrid. Sus rastas y su camiseta de tirantes no levantan miradas. Pero no se enga?a: "Tambi¨¦n se acerca la gente aqu¨ª a hacer turismo; dicen, vamos a ver a los maricones".
Ahora no tiene novio, pero la ley le parece fant¨¢stica, y eso que se pregunta, cosas de la edad, si habr¨¢ marcha atr¨¢s. "Me pasa como le ocurre a mi madre, que vivi¨® la posguerra y te dice que no llames por tel¨¦fono o que apagues la luz para no gastar. Con esto yo me siento igual. Trabajo con gays de 20 a?os que no est¨¢n tan se?alados, que no han sido perseguidos, pero yo, s¨ª".
Tal es el caso de David Fern¨¢ndez, el recepcionista de la peluquer¨ªa, tambi¨¦n dise?ador gr¨¢fico. "Entre mis amigos, ser gay es tan poco importante como ser heterosexual. De hecho, no tengo ning¨²n amigo gay. Vivo la homosexualidad a mi rollo", dice con 22 a?os. "No soy reivindicativo, y tampoco veo bien el matrimonio. Nunca me he sentido inferior ni discriminado, porque no doy el estereotipo". Pero el 18 de junio se top¨® de bruces con la realidad: "Pensaba que hab¨ªa normalizaci¨®n, pero el otro d¨ªa pas¨¦ por la manifestaci¨®n del Foro de la Familia y me sent¨ª tan s¨®lo, not¨¦ tanto odio..."
A unos pocos kil¨®metros de Chueca est¨¢ el despacho atestado de pasquines donde pasa muchas horas Sandra Fern¨¢ndez. Algunos datos sobre ella: 23 a?os, bi¨®loga, estudiante de sociolog¨ªa, activista en Errequeteerre, la asociaci¨®n l¨¦sbica y gay de la Universidad Complutense de Madrid.
El reconocimiento del matrimonio homosexual no le inmuta. "A las mujeres poco nos interesa. Es un espacio represivo, que te coloca en la situaci¨®n de madre y esposa". ?Y el de dos lesbianas? "Bueno, ocurre que rompe los roles de g¨¦nero, por eso se oponen tanto". Entendido. Sandra opta por tener amantes, m¨¢s que novias. "No creo en la exclusividad de las relaciones, ni en su idealizaci¨®n", afirma. "Yo no me casar¨ªa, buscar¨ªa una f¨®rmula de pareja de hecho", reflexiona.
"Una ley como esta normaliza, pero no rompe la homofobia", apunta su compa?era de asociaci¨®n Raquel Platero, de 34 a?os, psic¨®loga y profesora. Recuerda que en el colegio le llamaban tortillera, "porque no era la t¨ªpica ni?a con trenzas y la carpeta con pegatinas del Superpop. Molesta la pluma [en este caso la similitud con esterotipos masculinos], la homofobia es el rechazo a alguien que nosotros hemos decidido que es gay".
"El otro d¨ªa un alumno me interrumpi¨® en clase", prosigue Raquel, "para preguntarme que por qu¨¦ me corto el pelo. Y a mi hermano, que lleva melena, le preguntan que por qu¨¦ no se la corta". En los 10 a?os que lleva la asociaci¨®n, han cambiado cosas. M¨¢s correcci¨®n pol¨ªtica y cierta amnesia: "Los m¨¢s j¨®venes se olvidan de que los derechos de gays y lesbianas existen porque las mujeres tenemos derechos".
Hay un asunto que les molesta especialmente: la masculinizaci¨®n, la sobrerrepresentaci¨®n de los gays. Por eso, dicen, la visibilidad de las lesbianas es muy importante, y cambiar la educaci¨®n y la salud para incluir a las mujeres. ?Y entretanto? "La ley no es m¨¢s que un paso, un requisito para obtener la ciudadan¨ªa", concede Sandra.
En otro punto del espectro ideol¨®gico se sit¨²a Javier G¨®mez. Entr¨® en el PP en 1993, y es tesorero de la Federaci¨®n Estatal de Gays, Lesbianas y Transexuales desde 2001. G¨®mez, de 28 a?os, no ve "ning¨²n problema" en esta doble militancia. "Soy voluntario y quiero ayudar", justifica con sencillez. Cree que el matrimonio de personas del mismo sexo es "simplemente, algo que ten¨ªa que llegar". "Llevamos muchos a?os luchando por ello, y yo siempre les he apoyado, ?faltar¨ªa m¨¢s!", afirma. Su pertenencia al PP no le impide defender esta iniciativa del Gobierno.
Javier es economista y trabaja en una entidad financiera. La nueva ley tendr¨¢ tambi¨¦n un efecto en su vida: "Llevo nueve a?os con mi pareja, y queremos compartir nuestro amor. Y quiero que me case [Alberto Ruiz] Gallard¨®n", alcalde de Madrid por el PP. La boda ser¨¢ "con la familia y con los amigos; con toda la parafernalia", afirma. Sabe que su militancia pol¨ªtica no es compartida por muchos activistas de los movimientos gays. "Hay mucha gente que no entiende que seamos del PP. Nos han llamado masocas y cosas por el estilo. Pero luego nos han valorado", afirma tranquilo.
La misma situaci¨®n, pero a la inversa, la vive en su partido. "Desde dentro, intentamos que cambie, que vean que hacemos lo mismo que los dem¨¢s. No es f¨¢cil, porque hay gente que no est¨¢ a favor y no lo entiende. Y eso que no tienen ning¨²n problema contigo, pero al principio les choca. De vez en cuando he tenido que escuchar alg¨²n comentario del tipo: 'No me esperaba esto de ti", concluye.
Est¨¢ convencido de que, con ejemplos como el suyo, su partido entender¨¢ que el matrimonio gay no es negativo para la sociedad. Desde luego, a ¨¦l no le van a desanimar. "No es que tengamos prisa por casarnos. Despu¨¦s de nueve a?os, no vamos a ir corriendo al registro. Adem¨¢s, quiero prepararlo todo bien". Es posible que Javier tenga la boda que quiere. El alcalde de Madrid se mostr¨® el jueves dispuesto a casar a personas de mismo sexo cuando la pareja muestre "un inter¨¦s especial".
Quien no se va a casar, porque no tiene novia, es Sara L¨®pez. "Pero ya era hora, ?no?, ten¨ªa todas las obligaciones pero no los derechos". Tuvo que sacarla su madre del armario a los 24 a?os, hace tres: "Es que me atemorizaba c¨®mo fuese a reaccionar. A una compa?era le echaron de casa. Yo estudiaba y trabajaba. Todo el dinero que ganaba era para pagarme la carrera. Ten¨ªa pensado que, cuando acabase, se lo dir¨ªa". No hizo falta. La madre, Carmen Gonz¨¢lez, se lo pregunt¨® y, aunque es militante del PP, siempre lo tuvo claro: "Yo estoy a favor de todo lo que signifique libertades". Los j¨®venes gays sufren acoso en el instituto, "todos los que tienen pluma, los que no, se callan", dice la madre, que pertenece la Asociaci¨®n de Padres y Madres de Gays y Lesbianas. Su hija sabe lo duro que es que se haga el silencio de un d¨ªa para otro a tu alrededor si est¨¢s en el instituto. La soluci¨®n: anunciar que ten¨ªa novio. Un chico gay. As¨ª les dejaron tranquilos a los dos hasta fin de curso.
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