Delirio en Chueca
Las calles del barrio madrile?o se convierten en el escenario nocturno de la gran fiesta arco iris
Las calles y los bares del madrile?o barrio de Chueca apenas pudieron contener la vibrante alegr¨ªa que los recorri¨® anoche. Quiz¨¢s nunca esas calles y esos bares hab¨ªan visto tanta felicidad toda junta, toda a la vez.
Las calles y los bares del madrile?o barrio de Chueca apenas pudieron contener la vibrante alegr¨ªa que los recorri¨® anoche. Quiz¨¢s nunca esas calles y esos bares hab¨ªan visto tanta felicidad toda junta, toda a la vez. Desde la fuente de Cibeles, la calle de Serrano y la plaza Col¨®n, decenas de miles de personas -como una ola- se dirigieron hacia Chueca, el barrio que es la estrella polar de la comunidad homosexual de Madrid, para seguir celebrando a lo largo de la noche la legalizaci¨®n del matrimonio entre personas del mismo sexo.
El sol acababa de aliviar a los manifestantes desapareciendo tras el horizonte de los techos madrile?os cuando ya se ve¨ªan riadas de personas erncaminarse hacia Chueca. Acerc¨¢ndose al barrio, la densidad humana crec¨ªa y, con ella, la alegr¨ªa. Los o¨ªdos recuperaban el latido que hab¨ªa dado ritmo la tarde. Y los cuerpos -mayoritariamente prevalentemente jovenes, y que a veces ostentaban su belleza de forma bastante expl¨ªcita- flu¨ªan con dificultad entre las barras de los bares puestas en la calle para aprovechar mejor la ocasi¨®n o se paraban en las plazas, movi¨¦ndose al ritmo de alguno de los tres escenarios preparados en el barrio. A las 23.00, cuando ya se circulaba con gran dificultad, desde la boca del metro de Gran V¨ªa todav¨ªa sal¨ªan montones de gente que se encaminaban a la fiesta. Los colores arcoiris los delataban.
En la fiesta, como en la manifestaci¨®n, se mezclaban homosexuales y heterosexuales. Espa?oles y extranjeros, turistas que aprovechaban la ocasi¨®n. Un grupo de chicos italianos lo dejaba bien claro: "Yo no me acuerdo haber estado en una fiesta as¨ª en mi vida...". Sus amigos, mientras, no paraban de bailar. Que la m¨²sica en muchos casos no fuese de gran calidad, daba igual. La armon¨ªa no proced¨ªa de los latidos estereof¨®nicos de los bares o de los escenarios.
Todos subrayaban que "se trataba de un d¨ªa historico", que estaban "orgullosos de que Espa?a se pusiera a la vanguardia" en una materia parecida. Una fiesta con un motivo tiene m¨¢s valor.
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