?Sue?o o raz¨®n?
Latinoam¨¦rica lleva ocho trimestres consecutivos de crecimiento. Tras haber registrado el a?o pasado la tasa m¨¢s alta en 30 a?os, ahora crece al 4,2%, lo que, con un aumento del 1,5% de la poblaci¨®n, hace algebraicamente indiscutible el aumento de la renta per c¨¢pita de la regi¨®n. El FMI piensa lo mismo: el ¨²ltimo World Economic Outlook concede que la renta per c¨¢pita en d¨®lares ajustados por poder de compra de las siete grandes econom¨ªas latinoamericanas creci¨® un 6% el a?o pasado y que este a?o el avance rozar¨¢ el 5%.
Los firmes creyentes en la existencia de una maldici¨®n latinoamericana han debido pensar que eran demasiadas buenas noticias y han comenzado a preguntarse c¨®mo es posible que se mantenga esa bonanza cuando el resto del mundo comienza a sentir el cambio del ciclo monetario internacional, y los propios latinoamericanos se encaminan a un intenso ciclo pol¨ªtico en los dos pr¨®ximos a?os al celebrarse en siete pa¨ªses elecciones presidenciales o legislativas.
La primera decepci¨®n que los profesionales del escepticismo han tenido que soportar se ha producido en Brasil. En las dos ¨²ltimas semanas se ha producido la conjunci¨®n de los dos factores que se suponen pueden hacer descarrilar la recuperaci¨®n de la regi¨®n. De una parte, la Fed ha seguido con su pol¨ªtica de acompasar la subida de tipos de inter¨¦s al vigor de la recuperaci¨®n y el precio oficial del dinero est¨¢ desde el pasado viernes en el 3,25%. De otra, la crisis pol¨ªtica abierta hace una semana por diversos esc¨¢ndalos de corrupci¨®n ha provocado la dimisi¨®n del otrora poderos¨ªsimo Dirceu y el anuncio de un cambio de Gabinete a muy pocos meses del ¨²ltimo acometido por Lula.
Podr¨ªa pensarse que la fuerza conjunta de ambos factores deber¨ªa ser suficiente para frenar en seco la econom¨ªa o al menos para sembrar la inquietud en los mercados internos. No ha sido as¨ª. Aunque el estallido de la crisis pol¨ªticas produjo algunos titubeos en la Bolsa, el tipo de cambio del real brasile?o ha seguido apreci¨¢ndose y el riesgo pa¨ªs reduci¨¦ndose hasta el punto de encontrase ya apenas 40 puntos b¨¢sicos por encima del m¨ªnimo hist¨®rico. Y aunque es cierto que Brasil este a?o crecer¨¢ menos que el anterior -lo hizo al 5,2%- el consenso de analistas se empe?a en seguir apostando por tasas en el entorno del 3%, y ello porque creen que el Banco Central no va a reducir sus extraordinariamente elevados tipos de inter¨¦s -19,75%- al ritmo consistente con la desaceleraci¨®n registrada en las expectativas de inflaci¨®n, hoy, por primera vez en a?os, por debajo del 6%. Pero un¨¢nimemente esperan que las d¨¦cimas del PIB perdidas en 2005 se recuperen en 2006.
La segunda decepci¨®n se la ha infligido M¨¦xico. Tras muchos meses de gradual endurecimiento monetario, se ha conseguido independizar el ciclo mexicano del ciclo monetario de la Fed: la subida norteamericana del viernes pasado no produjo respuesta alguna al norte del r¨ªo Grande. Hist¨®rico. Sobre todo, teniendo en cuenta que el clima pol¨ªtico en el pa¨ªs sigue siendo tambi¨¦n tan apasionante como siempre.
La pregunta es si lo que estamos viendo es un nuevo rasgo latinoamericano con vocaci¨®n de permanencia o, sencillamente, un incre¨ªble caso de buena suerte. Aunque no conviene confiarse, mi impresi¨®n es que algunos pa¨ªses de la regi¨®n -y entre ellos ciertamente Brasil, M¨¦xico y Chile- esta vez han hecho los deberes. La democracia goza de mejor salud que nunca, como evidencia que algunos pa¨ªses puedan liquidar cuentas pendientes con el pasado y con sus ciudadanos sin que nadie lo rechace porque se asumen "riesgos suicidas". Han creado mejores instituciones que hacen que ahora sea posible destapar los casos de corrupci¨®n y que se deriven responsabilidades pol¨ªticas. Y, entre otras m¨¢s, los bancos centrales han sido capaces de poner el control de la inflaci¨®n por encima de cualquier otra consideraci¨®n, y muy especialmente de las pol¨ªticas. Y tras vencer a la inflaci¨®n, han logrado poner en negro sus cuentas externas y fiscales. Democracia y pol¨ªticas sostenibles eran los requisitos para que el sue?o de la prosperidad pudiera ser razonable. A lo mejor esta vez es que s¨ª.
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