"El anarquismo barcelon¨¦s es un producto propio de los barrios"
Durante el periodo que va desde finales del siglo XIX hasta la Guerra Civil, Barcelona alberg¨® el mayor movimiento anarquista de Europa. Era una ciudad en pleno proceso de transformaci¨®n urbana -Plan Cerd¨¤, anexi¨®n de poblaciones vecinas...- y de crecimiento de la poblaci¨®n por la llegada masiva de obreros del sur de Espa?a, una ciudad donde las dur¨ªsimas condiciones laborales y de vida en los barrios obreros fueron el caldo de cultivo del movimiento asociativo y sindical. El historiador brit¨¢nico Chris Ealham (Kent, 1965) ha estudiado este periodo de crisis dram¨¢tico y violento en La lucha por Barcelona. Clase, cultura y conflicto 1898-1937 (Alianza), donde analiza desde los puntos de vista econ¨®mico, social y urban¨ªstico los factores que convirtieron Barcelona en la capital del anarquismo, las diversas estrategias dentro del anarcosindicalismo, la violencia ejercida por la patronal y por las patrullas de la CNT, y las respuestas que tanto la Monarqu¨ªa como la dictadura de Miguel Primo de Rivera y la Segunda Rep¨²blica dieron a la creciente conflictividad social.
"El problema de los republicanos catalanes era que ten¨ªan una confianza ingenua en las leyes para solucionar los problemas sociales"
"El Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat crearon campos de internamiento de parados e intentaron repatriar inmigrantes"
Pregunta. En el t¨ªtulo marca como punto de partida el a?o 1898, pero el relato empieza antes.
Respuesta. S¨ª, porque hablo de Ildefons Cerd¨¤ y su plan urbano. Pero quer¨ªa se?alar el 98, el a?o del desastre, como un momento muy importante para la mentalidad de la clase burguesa catalana, que cambi¨® y se fortaleci¨® con su propio proyecto pol¨ªtico y cultural a partir de ese a?o.
P. Relaciona el ascenso del catalanismo burgu¨¦s con el sentimiento de inseguridad de los industriales barceloneses ante la creciente organizaci¨®n de la clase obrera.
R. ?ste es un punto que quer¨ªa destacar. En la historiograf¨ªa hay tendencia a interpretar el catalanismo de la Lliga como algo bastante progresista, cuando hay que recordar que una parte importante de la burgues¨ªa se sent¨ªa desnuda ante las multitudes obreras en Barcelona. La Lliga, en una proporci¨®n muy alta, ansiaba una mayor protecci¨®n policial y desconfiaba del Estado y de sus posibilidades de reprimir los altercados callejeros.
P. ?Qu¨¦ importancia tuvieron los barrios en la implantaci¨®n de la CNT como sindicato mayoritario?
R. El movimiento anarquista formaba parte de los barrios de la ¨¦poca desde un punto de vista antropol¨®gico. El anarquismo era algo propio, un producto de los barrios, y tambi¨¦n algo que construy¨® su identidad. Hay familias enteras anarquistas y grupos anarquistas que son grupos de amigos y conocidos de barrio. Estaba tan metido en las redes cotidianas de los barrios obreros que era b¨¢sicamente imposible de reprimir. Hab¨ªa una cultura de barrio previa que ten¨ªa mucho que ver con la cultura anarquista y la complementaba, una cultura que justificaba en su c¨®digo moral el delito econ¨®mico para llegar a fin de mes y una cultura de acci¨®n directa que se remontaba a los a?os treinta del siglo XIX. El movimiento anarquista atrap¨® y encauz¨® la tradici¨®n previa de protesta violenta y directa del pueblo de Barcelona.
P. En el libro afirma que la CNT fue la gran fuerza integradora de la inmigraci¨®n obrera y la compara a Esquerra Republicana, con fama de partido interclasista.
R. Para m¨ª fue muy sorprendente el cambio que se produjo en ERC durante la Rep¨²blica. En las elecciones de abril de 1931 los inmigrantes, en su mayor¨ªa anarquistas, votaron en masa por ERC y por la autonom¨ªa de Catalu?a. Sin embargo, al evaporarse el consenso republicano en el verano caliente del 31, ERC encontr¨® en el inmigrante, y concretamente en el murciano, al otro, al desconocido que romp¨ªa la paz social.
P. Habla de repatriaci¨®n de inmigrantes y de campos de concentraci¨®n de obreros desempleados durante la Rep¨²blica. ?Cu¨¢les fueron las dimensiones reales de los dos fen¨®menos?
R. La repatriaci¨®n no tuvo ¨¦xito. Lo intentaron el Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat republicanos, pero despu¨¦s de unos intentos lo dejaron porque, por dif¨ªcil que fuera, un inmigrante siempre encontrar¨ªa antes un trabajo en Barcelona que en su lugar de origen. Sobre los campos, no he podido averiguar qu¨¦ cantidad de personas albergaron.
P. Aunque la CNT apoy¨® el consenso republicano, las protestas volvieron a estallar enseguida. Por la pol¨ªtica de empleo, por ejemplo.
R. Al principio de la Rep¨²blica, Maci¨¤ ten¨ªa verdadera ansiedad por ayudar a los m¨¢s desfavorecidos. Pero la Generalitat no ten¨ªa recursos econ¨®micos para afrontar la cuesti¨®n del paro, a lo que hay que a?adir un contexto internacional desfavorable y la desconfianza de los bancos internacionales hacia la Rep¨²blica. El problema de la Generalitat y los republicanos catalanes era que ten¨ªan una confianza ingenua en las leyes para solucionar los problemas sociales y econ¨®micos graves. Y entre 1931 y 1933 se produjo un divorcio entre las masas de los barrios obreros y las instituciones: la exclusi¨®n de los barrios obreros persist¨ªa y el Ej¨¦rcito segu¨ªa en la calle.
P. Habla de un periodista republicano, Josep M. Planes, asesinado por pistoleros de la FAI en el 36, y le reprocha algunos de sus art¨ªculos sobre el entramado anarquista en Barcelona.
R. Cuando public¨® sus art¨ªculos en La Publicitat, en 1934 [recogidos en Els g¨¤ngsters de Barcelona, Proa], Josep M. Planes pretend¨ªa dar la impresi¨®n de que el movimiento anarquista era un movimiento criminal, lo mismo que pretend¨ªa entonces la Generalitat. Planes hablaba de grupos de anarquistas que vend¨ªan drogas en Barcelona, algo que va en contra de la ¨¦tica del movimiento. Es cierto que hubo mucha violencia en el movimiento anarquista, pero tambi¨¦n lo es que muchos obreros no eran partidarios de los robos y los atracos.
P. ?No hay mucho mito en el n¨²mero de afiliados de la CNT?
R. No me he obsesionado con los aspectos cuantitativos porque son bastante dif¨ªciles de establecer y porque lo realmente importante del movimiento anarcosindicalista en Barcelona no fue tanto el n¨²mero de afiliados s¨®lo en Catalu?a [hasta 1,2 millones de afiliados en marzo de 1937], que fluctu¨® mucho, como la habilidad del sindicato para movilizar a las masas. En la mayor¨ªa de las ocasiones, los l¨ªderes cenetistas eran personas conocidas y respetadas en los barrios, y ten¨ªan la capacidad de sacar mucha gente a la calle. Los datos que nos ha dado la misma CNT son sospechosos, s¨ª, pero sirven como indicaci¨®n general. Tambi¨¦n hay que distinguir, como hace Anna Monjo [autora de Militants: democr¨¤cia i participaci¨® a la CNT als anys trenta, Laertes], entre los afiliados, los militantes y los simpatizantes.
P. De hecho, se constata un descenso de la afiliaci¨®n coincidiendo con periodos de radicalizaci¨®n y violencia extrema por parte de la CNT.
R. Hab¨ªa dos visiones de lo que deb¨ªa ser el movimiento anarcosindicalista. Los m¨¢s moderados, los m¨¢s viejos, los l¨ªderes que se hab¨ªan exiliado durante la dictadura de Primo de Rivera, quer¨ªan un sindicalismo m¨¢s posibilista y por eso hubo una escisi¨®n. De todas formas, siempre que se produce una radicalizaci¨®n hay m¨¢s represi¨®n, y no todos est¨¢n dispuestos a continuar la lucha.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.