La ara?a sorda
El tribunal se enfrenta al problema del distinto 'modus operandi' del terrorismo islamista
Entre los cient¨ªficos y los polic¨ªas suele utilizarse lo que denominan la teor¨ªa de la ara?a sorda para descalificar aquellas investigaciones que se proponen encontrar un determinado resultado, y proclaman que lo han obtenido, aunque no se deduzca en absoluto de los experimentos o de las pruebas practicadas. Esa teor¨ªa se puede resumir en que para llegar a la conclusi¨®n de que una ara?a es sorda el m¨¦todo cient¨ªfico que debe utilizarse es arrancarle todas las patas y llamarla por su nombre para que se acerque. La demostraci¨®n de que la ara?a es sorda est¨¢ conseguida desde el mismo momento en que el animal no se mueve.
Esta teor¨ªa de la ara?a sorda ha circulado estos d¨ªas en el juicio contra 24 presuntos integrantes de la c¨¦lula espa?ola de Al Qaeda. Jos¨¦ Luis Gal¨¢n, abogado de Taysir Alony, el periodista de Al Yazira que entrevist¨® a Bin Laden, acus¨® al polic¨ªa Rafael G¨®mez Menor de haber montado una investigaci¨®n por acumulaci¨®n de datos que ha llegado a los 100.000 folios del sumario, pero vac¨ªos de contenido, sin ninguna prueba.
Los indicios que tiene que valorar el tribunal no son demoledores, sino circunstanciales
Es obvio que por la propia naturaleza clandestina de los grupos terroristas es dif¨ªcil encontrar pruebas de la preparaci¨®n de atentados. Pero en siete a?os de escuchas telef¨®nicas de algunos de los principales acusados, el ¨²nico indicio que vincula al jefe del grupo, Imad Eddin Barakat, Abu Dahdah, con los atentados contra las Torres Gemelas es la ya famosa conversaci¨®n que mantuvo con Farid Hilali, Shakur, dos semanas antes del ataque, en la que ¨¦ste dec¨ªa "hemos entrado en el campo de la aviaci¨®n", "estamos recibiendo clases muy buenas" y "hemos degollado al p¨¢jaro". Esta conversaci¨®n fue interpretada por G¨®mez Menor como que ambos islamistas estaban al corriente de la preparaci¨®n de los atentados y as¨ª la ha asumido el fiscal Pedro Rubira.
Es cierto que posteriormente un testigo asegur¨® haber visto en el metro de Barcelona a Abu Dahdah con Mohamed Atta, el jefe del comando que atent¨® contra las Torres Gemelas, y con Ramzi Binalshibh, organizador de los atentados que fue detenido en Afganist¨¢n y que actualmente est¨¢ preso en Guant¨¢namo. Y tambi¨¦n es cierto que Atta y Binalshibh tuvieron una reuni¨®n en Tarragona en julio de 2001, pero ¨¦ste ¨²ltimo dice -y el informe del Congreso de Estados Unidos sobre el 11-S lo recoge- que en Espa?a no vieron a nadie. El fiscal, que considera importante el testimonio de este profesor, pasa de puntillas por el hecho de que cuando el testigo asegura que vio a Atta y Binalshibh con Abu Dahdah -en la primera quincena de junio- ninguno de los dos se encontraba en Espa?a. Est¨¢ demostrado que el primero estaba en Florida (Estados Unidos) y el segundo, en Pakist¨¢n.
S¨ª parece acreditado el radicalismo islamista de algunos de los procesados, as¨ª como los viajes que realizaron a campos de entrenamiento para recibir instrucci¨®n como guerrilleros o terroristas, seg¨²n se quiera ver. Y el fiscal pidi¨® al tribunal que, en la sentencia, redefina los requisitos de pertenencia a banda terrorista, puesto que los criterios de jerarqu¨ªa aplicados a otros grupos terroristas, como ETA, no lo son en este caso, y la utilizaci¨®n de armas tampoco parece indispensable, ya que el atentado contra las Torres Gemelas, el mayor de la historia, con 2.973 muertos, se realiz¨® sin armas.
Por lo visto en el juicio, los indicios que deber¨¢ valorar el tribunal no son obvios ni demoledores, sino circunstanciales. La existencia de pruebas es importante, pero no decisiva, puesto que la ambig¨¹edad de algunos indicios puede interpretarse en un sentido u otro y tanto servir¨ªan para condenar como para absolver.
El juicio parece medirse por otros par¨¢metros: lo que ser¨¢ realmente definitivo, a juicio de algunos observadores que han asistido a las sesiones del juicio, ser¨¢ el grado de peligrosidad que a juicio del tribunal tengan los acusados en el futuro. Y ello es as¨ª, argumentan, porque los magistrados no pueden permitirse el lujo de que alguno de los procesados se convierta en un nuevo Allekema Lamari, uno de los siete suicidas de Legan¨¦s, autor material de los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid, que causaron 192 v¨ªctimas mortales y m¨¢s de 1.400 heridos. El argelino Lamari fue detenido en Valencia en 1997 por pertenecer al Grupo Isl¨¢mico Armado (GIA), condenado por terrorismo a 14 a?os de prisi¨®n por la Audiencia Nacional, pena rebajada luego a nueve a?os por el Supremo. En 2002 fue puesto en libertad por error y ya no se supo m¨¢s de ¨¦l hasta el 11-M.
Es muy posible, y hasta probable, que la ara?a sea sorda, pero el tribunal tendr¨¢ que demostrarlo.
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