Pamplonesas todas
En estos momentos de universal alegr¨ªa y et¨ªlico desvar¨ªo -aqu¨ª como en Londres-, perm¨ªtanme presentarme: Javier Eder, cada ma?ana en directo para ustedes -si el tiempo y el percance et¨ªlico no lo impiden-, desde Pamplona-Iru?a, capital del continente navarro y epicentro del universo.
Que Pamplona es el epicentro del terremoto m¨¢s universal de cuantos se registran en la escala festiva lo saben en Madrid, Nueva York, Par¨ªs o Londres, ciudades que ayer desviaron parte de la atenci¨®n que ten¨ªa puesta en Singapur para dirigirla a aqu¨ª. Que Navarra es todo un continente, no es que lo diga con orgullo el Gobierno regional; ya lo insinu¨® el eximio vate don Jos¨¦ Mar¨ªa Pem¨¢n, hoy tan injustamente postergado como la familia natural: "Navarra, alcanfor de Espa?a y espliego de Occidente".
Ning¨²n pamplon¨¦s de pro se molest¨® porque le llamasen "pamplonesa"
De la pluma del olvidado don Jos¨¦ Mar¨ªa Pem¨¢n salieron igualmente estos versos arrebatados que, por su actualidad, debo citar: "Ya venciste, Voltaire. ?Maldito seas!". De la victoria del maldito Voltaire ha hablado profusamente, en Aranjuez, uno de los pensadores navarros de m¨¢s predicamento dentro y fuera de nuestras fronteras continentales: el arzobispo de las Di¨®cesis de Pamplona y Tudela -para todo un continente no bastaba con un simple obispado: hac¨ªa una falta una archidi¨®cesis bic¨¦fala-, don Fernando Sebasti¨¢n. Don Fernando, con una l¨ªrica crepuscular, m¨¢s pr¨®xima a Spengler que a Pem¨¢n, dijo: "Estamos ya en la segunda generaci¨®n de un continente en el que no amanece Dios". Dios no amanece. Es de temer que algunas ma?anas ni siquiera lo hace en el continente navarro.
La de ayer debi¨® de ser una de esas ma?anas. El d¨ªa ven¨ªa nublado y, en la hora en que el ¨¢ngel del Se?or anunci¨® a Mar¨ªa, una concejala del Ayuntamiento de Pamplona, dejando de lado el tradicional "Pamploneses, pamplonesas", grito simplemente: "?Pamplonesas, viva san Ferm¨ªn!". Pamplonesas, ?todos?
Aunque nos encontremos en el continente desde el que los jesuitas salieron a la conquista del mundo, dejemos para ocasi¨®n menos festiva la apasionante disputa, netamente jesu¨ªtica, sobre si la palabra "perro" muerde. El caso es que ayer, a la hora del ¨¢ngelus, ning¨²n pamplon¨¦s de pro se molest¨® porque le llamasen "pamplonesa". "Todas", y las primeras de "todas", los valientes de pelo en pecho que a partir de hoy se medir¨¢n con tanto peligro como esconden los encierros, marcharon al un¨ªsono, detr¨¢s de la Banda Municipal de Pamplona, por los caminos de las fiestas.
Fue, como de costumbre, una explosi¨®n incontenida de alegr¨ªa intercontinental. Con la marcha de todas hacia la fiesta, se constat¨® de nuevo, incluso dentro del continente que mereciera las loas de Pem¨¢n, que por un lado van las apocal¨ªpticas, catastrofistas y crepusculares visiones del mundo presentadas por el Foro de la Familia -y por los ponentes de los cursos veraniegos de Navacerrada y Aranjuez-, y por otro muy distinto la fiesta: la fiesta social en la que se admite y entran "todas", sin mayores disquisiciones sem¨¢nticas.
S¨®lo nos queda pues, felicitarnos por ello y felicitar a Londres por lo suyo. En cuanto a Nueva York, Par¨ªs y Madrid... que sepan all¨ª que hay en los mapas un continente, hoy desbordado por la alegr¨ªa, donde no hay lugar para las penas.
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