Mujeres
Con el t¨ªtulo de She-Composers, el CDMC present¨® el jueves en el patio central del Museo Reina Sof¨ªa una propuesta sorprendente y satisfactoria: cuatro obras escritas por cuatro compositoras de hoy mismo a cargo de la int¨¦rprete que las ha hecho posibles: Frances M. Lynch acompa?ada por la electr¨®nica de Alan Burgess. La soprano escocesa es una formidable cantante y una actriz de una pieza, capaz de vencer al viento con pretensiones de hurac¨¢n que se adue?¨® de Madrid la otra noche mientras va transform¨¢ndose en distintos tipos de mujer: la que se quema el alma en Phoenix, de Karen Wimhurst; la enamorada en La catedral de ¨¢rboles, de Judith Bingham; la que se lamenta porque no hay esperanza en La caja de Al¨ª Baba, de la propia Lynch; la que narra, muy profesional, una vieja historia en La saga del rey Harald, o la suya, triste y vulgar, en Nac¨ª en una peque?a aldea, las dos de Judith Weir.
Centro para la Difusi¨®n de la M¨²sica Contempor¨¢nea
Frances M. Lynch, soprano. Alan Burgess, ingeniero de sonido. Obras de Wimhurst, Bingham, Weir y Linch. Museo Reina Sof¨ªa, 7 de julio.
Toda la m¨²sica fue excelente, con un uso inteligente y preciso de la electr¨®nica unas veces, s¨®lo la voz en otras, muestra de una creaci¨®n que ha encontrado su sitio y su expresi¨®n a base de puro talento. En el escenario, paseando entre los ¨¢rboles, bajo el gran m¨®vil de Calder del patio o en una de las galer¨ªas que lo circundan, cada historia fue un momento de la vida de una mujer escrito y cantado por otra.
Frances M. Lynch dio una lecci¨®n de c¨®mo lo m¨¢s simple puede ser lo m¨¢s hermoso; lo m¨¢s natural, lo m¨¢s cercano. Por eso, cuando al terminar la funci¨®n pidi¨® al p¨²blico que comprara sus discos en la mesita colocada al efecto, no s¨®lo nadie se lo reproch¨®, sino que todos le hicimos caso.
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