Londres vuelve a la vida en silencio
Los vecinos y visitantes de la capital brit¨¢nica intentan recuperar la normalidad tras los ataques
Londres amanece taciturna, pero sin miedo. Los autobuses reanudan el servicio en el centro de la ciudad y londinenses y turistas no vacilan en hacer uso de ellos. Numerosas estaciones de metro reabren sus puertas al p¨²blico, aunque es evidente que el n¨²mero de viajeros es inferior al de un d¨ªa normal.
Renee y Rachel, dos profesoras de Tennessee, est¨¢n de vacaciones en Londres. Por la ma?ana esperan en Bayswater Road, en el West End, a que llegue el autob¨²s que las llevar¨¢ en un recorrido tur¨ªstico por Londres. No tienen miedo. "Cuando ocurrieron los atentados del 11 de septiembre supimos que ten¨ªamos que seguir adelante. Si nos paramos, ganan ellos. Estaremos alerta ante algo inusual, pero pensamos disfrutar de nuestro viaje", aseguran.
La gente mira con aprensi¨®n a los numerosos agentes de polic¨ªa con chalecos fluorescentes, su presencia es un inevitable recordatorio de la tragedia. Oxford Street est¨¢ m¨¢s vac¨ªa de lo habitual, y las tiendas, que normalmente pregonan su mercanc¨ªa con m¨²sica a todo volumen, parecen poco interesadas en reclamar la atenci¨®n de los transe¨²ntes.
Iskander y Marilu son de Ordu?a (Vizcaya), pero no est¨¢n en Oxford Street para comprar. "Voy a Zara a buscar trabajo", dice Iskander. Han venido en autob¨²s desde Earl's Court, pese a que Marilu ten¨ªa miedo, aunque asegura: "Prefiero el autob¨²s al metro". No ha encontrado trabajo y quiere volver a Espa?a. Por eso y tambi¨¦n porque dice haberse "asustado un poco". Iskander se queda en Londres y va a probar suerte tambi¨¦n en los establecimientos de Mango y Zara en Regent's Street.
En Piccadilly Circus los enormes carteles luminosos siguen anunciando bebidas refrescantes, hamburgueser¨ªas y aparatos electr¨®nicos en colores estridentes. Pero el ¨¢ngel que preside la fuente en el centro de la plaza tiene escasos parroquianos a los que guardar, salvo la omnipresente fluorescencia de la polic¨ªa. La normalmente bulliciosa Leicester Square est¨¢ hu¨¦rfana de los turistas que habitualmente la pueblan d¨ªa y noche en esta ¨¦poca del a?o. Incluso los enormes carteles de los cines parecen promocionar pel¨ªculas menos importantes, aunque son las mismas de la semana anterior. La mayor¨ªa de teatros y salas de conciertos que cerraron el jueves ten¨ªan previsto reabrir anoche.
Las palomas de Trafalgar Square, habitualmente superadas en n¨²mero por los turistas, componen un grupo de tama?o similar al de las personas que deambulan alrededor de la estatua de Nelson. Pero parecen haber abandonado su irritante cantinela en medio de la fresca brisa veraniega de Londres. Noreen y Trisha, procedentes de Dubl¨ªn y Kildare, respectivamente, consultan un mapa junto a la National Gallery. "Creemos que todo el mundo est¨¢ haciendo lo mismo: seguir con su vida", dicen.
La vida sigue tambi¨¦n para los londinenses. Sean, que naci¨® en la capital brit¨¢nica, acompa?a a su amiga Karyne, procedente de Quebec y miembro del ej¨¦rcito canadiense, mientras hace fotos en Downing Street, la residencia oficial del primer ministro brit¨¢nico. Sean dice que "un rel¨¢mpago nunca cae dos veces en el mismo sitio y el d¨ªa siguiente de un atentado probablemente se ha incrementado la seguridad". Karyne a?ade que "no se puede dejar de vivir". Ambos piensan ir al London Eye y al Palacio de Buckingham. "Tengo un poco de miedo, pero no lo suficiente como para no ir", apunta.
Miles de escolares londinenses no han acudido al colegio, pero debido al temor a que tanto los alumnos como los profesores tuvieran problemas para llegar a los centros. Muchos de los trabajadores que el jueves quedaron atrapados en el centro pasaron la noche en hoteles, una causa m¨¢s del reducido tr¨¢fico rodado y de la escasez de viajeros en el metro.
Manuel acaba de terminar la carrera de marketing en Bristol. Sus padres y sus hermanos han venido desde Baeza a visitarle y a ver Londres. Bajo una lluvia fina en las inmediaciones de Westminster, Manuel dice: "Hemos ido andando a todas partes, pero no por miedo, sino porque en esta zona est¨¢ todo muy cerca y es mejor verlo andando. Lo fuerte fue el jueves y si hay un d¨ªa en que no va a haber bomba, es hoy". El padre de Manuel sentencia: "Lo que haya de ser, ser¨¢".
Uno de los hermanos de Manuel dice que el jueves les llamaron la familia y los amigos porque estaban preocupados, pero ellos est¨¢n decididos a visitar Trafalgar Square y el Museo Brit¨¢nico. Se alejan bajo una lluvia fina que seguramente nunca cae en Baeza. La determinaci¨®n de los turistas devuelve poco a poco el aliento a la ciudad abatida. Londres est¨¢ herida, pero no vencida.
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