El deseo de ser otro
La locura por la cirug¨ªa est¨¦tica arrasa hasta tal punto en Espa?a que somos ya los primeros en el 'ranking' de operaciones en Europa. Un libro repasa la historia de esta pr¨¢ctica quir¨²rgica, describe t¨¦cnicas y gustos, entrevista a expertos y desvela el futuro del moldeado del cuerpo a la carta.
El primer protagonista de este libro, titulado simplemente Cirug¨ªa est¨¦tica, es uno mismo. Abres la cubierta, ilustrada con parte de una fotograf¨ªa de David LaChapelle (Makeover: surgery story), y lo que encuentras es tu propia imagen. Las guardas (hojas que cubren la parte interior de las tapas y la primera y ¨²ltima p¨¢gina de los libros) son aqu¨ª plateadas. Y no es casual: se convierten en improvisado espejo donde mirarse, donde contemplarse uno mismo difuminado y preguntarse, quiz¨¢, si se gusta as¨ª o desea convertirse en otro. Porque nunca antes fue tan f¨¢cil mudar de apariencia como ahora. La magia del bistur¨ª. Basta sajar, levantar y estirar la piel de la frente, por ejemplo; o cortar esas protuberancias de la nariz; o dejarse rellenar y enderezar el pecho; o eliminar las grasas de la barriga y los muslos; o alargar el pene? O todo a la vez. Lifting, correcci¨®n del arco cigom¨¢tico, mamoplastia de aumento, liposucci¨®n, faloplastia? ?stos, quir¨²rgicos, y otros muchos, no quir¨²rgicos (inyecciones de Botox, de ¨¢cido hialur¨®nico, col¨¢geno o Goretex), son t¨¦rminos cotidianos de un negocio boyante en todo el mundo. En Espa?a crece a un ritmo del 15% y factura ya m¨¢s de 1.100 millones de euros.
Objeto de consumo. La cirug¨ªa est¨¦tica, convertida en bien de consumo, con clientela femenina mayoritaria (la liposucci¨®n y el pecho arrasan) y al alcance de todos los bolsillos. "Es posible que el aumento en las cifras absolutas de personas (los hombres se suman cada vez m¨¢s) que se someten a operaciones de est¨¦tica en todo el mundo haga que, en una d¨¦cada, aquellos que no se operen sean una minor¨ªa", se lee. Un ejemplo al otro lado del Atl¨¢ntico: "Entre los asi¨¢tico-americanos de California, la cirug¨ªa del p¨¢rpado doble se ha convertido en el regalo de los padres a los hijos para celebrar el final de los estudios". Otro a este lado y muy reciente: "La asociaci¨®n El Defensor del Paciente (Adepa) ha remitido una carta a la titular del Ministerio de Sanidad, Elena Salgado, en la que le pide la prohibici¨®n de operaciones de cirug¨ªa est¨¦tica a menores que no tengan un motivo f¨ªsico importante, como quemaduras, malformaciones o defectos que les afecten psicol¨®gicamente". Tal es la avalancha. Y el peligro.
Moldearse el cuerpo en un quir¨®fano, convertirlo en un vestido nuevo seg¨²n los patrones movedizos de una ¨¦poca, a manos de expertos o quiz¨¢ no tan expertos: en Espa?a, 6.000 m¨¦dicos practican este tipo de cirug¨ªa, pero s¨®lo el 10% son especialistas titulados oficialmente; la mala pr¨¢ctica y el intrusismo afloran, y tambi¨¦n las consecuencias, incluso mortales. Adepa informa regularmente del aumento de quejas (casi un millar en 2002). "Uno de los grandes problemas de nuestra especialidad es el incremento acelerado en el n¨²mero de demandas judiciales", asegura la Sociedad Espa?ola de Cirug¨ªa Pl¨¢stica, Reparadora y Est¨¦tica (Secpre) en su reci¨¦n publicado Libro blanco de cirug¨ªa pl¨¢stica, est¨¦tica y reparadora.
El valor exterior. "La belleza es una promesa de felicidad", dej¨® escrito Stendhal, mientras Dostoievski afirma que ella ser¨¢ la que salve el mundo? Teor¨ªas sobre el alto valor de lo f¨ªsico hay muchas. Y crecen geom¨¦tricamente gracias al empuje de la publicidad. Ahora bien, ?est¨¢ la belleza manipulada, artificial, a la altura de estas tareas? ?sta es la pregunta que movi¨® a Angelika Taschen a editar una obra-compendio sobre la cirug¨ªa est¨¦tica que pretende mostrar lo que significa operarse: as¨ª, con todas sus letras, incisiones, cicatrices y consecuencias, buenas y malas. Desde las famosas im¨¢genes del antes y el despu¨¦s de las intervenciones (que algunos pa¨ªses, como Alemania, intentan prohibir porque dan "esperanzas irreales" y "atraen a la gente mostrando algo que s¨®lo se logra en una de cada 10 intervenciones") hasta las de la operaci¨®n misma, con la sangre que fluye en los quir¨®fanos, y que aqu¨ª no se oculta.
"Intentamos arrojar algo de luz sobre la historia y los condicionantes ¨¦tnicos de la cirug¨ªa pl¨¢stica, y al tiempo responder a varias cuestiones: ?por qu¨¦ una persona se somete a una operaci¨®n estando sana?, ?por qu¨¦ someterse a una intervenci¨®n innecesaria?, ?qu¨¦ sienten los cirujanos?, ?c¨®mo se definen a s¨ª mismos y a sus atribuciones??", se pregunta, antes de dar paso a 440 p¨¢ginas sobre la evoluci¨®n art¨ªstica, hist¨®rica, m¨¦dica y social de esta pr¨¢ctica quir¨²rgica que la Secpre define como la rama de la cirug¨ªa dedicada a la reparaci¨®n de las deformidades y la correcci¨®n de los defectos funcionales.
Lo hist¨®rico ayuda a dar respuestas. La moda del corte y confecci¨®n corporal fue, en su origen, masculina; cosa de hombres: de la s¨ªfilis, la emigraci¨®n y las guerras. Y de la filosof¨ªa, que la hizo asunto de derecho individual. Rehacer el propio yo para encontrar la felicidad. Ese af¨¢n tan del siglo XIX se convertir¨ªa -sin saberlo- en el motor de este boom que vivimos en el XXI, y que nos convierte a los espa?oles en l¨ªderes. Somos los primeros en operaciones de cirug¨ªa est¨¦tica en Europa: unas mil personas se someten a este tipo de intervenciones cada d¨ªa, seg¨²n la revista Consumer; los cuartos en el mundo, tras el tr¨ªo imbatible formado por Brasil, Venezuela y EE UU (donde se practican 10 millones de operaciones al a?o), en este orden.
"La cirug¨ªa est¨¦tica es un fen¨®meno verdaderamente moderno [de la era moderna] que exigi¨® no s¨®lo un conjunto de innovaciones t¨¦cnicas espec¨ªficas en cirug¨ªa, sino tambi¨¦n el presupuesto cultural de que uno tiene el derecho inalienable de modificar, rehacer, controlar, aumentar o reducir su cuerpo con la ayuda de un cirujano", escribe Sander L. Gilman, profesor de ciencias y arte en la Universidad de Atlanta (EE UU) y autor de dos de los 10 cap¨ªtulos del libro: el m¨¢s hist¨®rico, y otro, important¨ªsimo, relacionado con la etnicidad.
Avanzaron en el XIX las ciencias, la tecnolog¨ªa, la medicina; se descubri¨® la anestesia; se controlaron las infecciones asociadas hasta entonces a las operaciones?, y la manipulaci¨®n corporal global vio el cielo abierto. "El miedo que da la capacidad de modificar el cuerpo, igual que ocurre con la clonaci¨®n, se basa no s¨®lo en los debates teol¨®gicos sobre la vida natural, sino tambi¨¦n en los conceptos culturales sobre la transparencia del cuerpo. Si ¨¦ste se modifica, el individuo pierde capacidad para interpretarlo", reflexiona Gilman sobre las dudas que despierta esta pr¨¢ctica quir¨²rgica. Pero ya antes de ese arranque del XIX hubo precedentes muy importantes (se encuentran t¨¦cnicas pl¨¢sticas incluso en papiros egipcios de hace 5.000 a?os y en la medicina china de hace 7.000, por ejemplo) y avances que se hicieron, sobre todo, por narices.
"Una persona sin nariz est¨¢ abocada a ser infeliz", afirmaba un hombre fundamental, Gaspare Tagliacozzi (1545-1599), de la Universidad de Bolonia, el primero en documentar e ilustrar una intervenci¨®n nasal en 1597. ?Y qui¨¦nes no la ten¨ªan? Los enfermos de algunos males: la tuberculosis, el lupus, la s¨ªfilis. "La misi¨®n de la nueva chirurgia decoratoria era reconstruir la nariz de los sifil¨ªticos a fin de que pasaran algo m¨¢s inadvertidos en la sociedad". Porque fue esta epidemia (empujada, claro, por el nuevo concepto esteticista surgido en el Renacimiento) la que marc¨® con fuerza el devenir de la cirug¨ªa est¨¦tica ya en el XV. Ah¨ª se escond¨ªa ya el m¨¢s puro anhelo de felicidad que luego resurgir¨ªa en el XIX. Y el m¨¦todo de Tagliacozzi -mediante injertos de colgajos de la parte interior del brazo- perdur¨® durante casi cinco siglos.
El impulso de embellecerse es, pues, muy antiguo y muy cl¨¢sico. Desde aquellos artistas griegos, romanos y luego renacentistas (Miguel ?ngel es el m¨¢s admirado y citado por los grandes cirujanos pl¨¢sticos a la hora de elegir inspirador) que crearon c¨¢nones envidiables hasta los m¨¦dicos pioneros, generalmente alemanes, a principios del siglo XX, a los que hasta se les dedicaban cancioncillas de lo famosos que llegaron a ser. Como al considerado padre de la cirug¨ªa pl¨¢stica, el berlin¨¦s Johann Friedrich Dieffenbach (1792-1847): "?Qui¨¦n no conoce al doctor Dieffenbach, / el mejor doctor de todos los doctores? / Te quita del brazo y de la pierna / y te hace nueva la nariz y la oreja".
Ellos se empe?aron en plasmar esos modelos cl¨¢sicos en sus cl¨ªnicas espoleados por la Gran Guerra, pero antes ya tambi¨¦n por la presi¨®n migratoria.
Lo ¨¦tnico. La nariz, los p¨¢rpados y los ojos son las zonas que mejor identifican el origen, la raza. Ya eran las m¨¢s cambiadas en el XIX: irlandeses que deseaban no ser tan irlandeses en la nueva tierra del norte de Am¨¦rica, jud¨ªos que prefer¨ªan no ser identificados como tales en la misma Alemania. Y ahora mismo, en un boom sin precedentes, chinos y vietnamitas que occidentalizan sus ojos, que alargan sus piernas con procedimientos dolorosos; japoneses que sue?an con ser como esos personajes de ojos occidentales que pintan en sus dibujos animados (los manga), o mujeres iran¨ªes que se operan la cara, lo ¨²nico que pueden ense?ar, para suavizar sus rasgos? El sue?o de convertirse en otro al borrar lo que te identifica: "Puede argumentarse a favor de la belleza de los negros (o jud¨ªos, irlandeses, chinos?), pero hoy nadie quiere parecer demasiado negro, jud¨ªo, irland¨¦s, chino?". Uno de los cirujanos reputados que aparecen en el libro, Woffles Wu, de Singapur, aclara lo que est¨¢ por venir: "Acabar¨¢ imponi¨¦ndose la apariencia global, que yo llamo pan¨¦tnica, en la que se funden los conceptos europeo y asi¨¢tico de belleza, que se caracteriza por una nariz recta, ojos grandes y almendrados, p¨®mulos altos y labios carnosos".
Modelos y fotograf¨ªas. Se acerca esta Cirug¨ªa est¨¦tica tanto a los importantes logros de la especialidad (v¨¦ase lo que representa el avance de este tipo de cirug¨ªa para las numerosas mujeres que sufren c¨¢ncer de mama), incluso en sus aspectos o efectos colaterales, como a los casos extremos, monstruosos u obsesivos que personifican mujeres como Orlan, Lolo Ferrari o Amanda Milkshake, tan modificadas que del original ya no queda rastro. Y abundan las fotos. Las hay de puras ilusiones: esos cuerpos perfectos pensados para lucir en el Hollywood m¨¢s glamouroso y convertidos en referencia para el telespectador o cin¨¦filo globalizado (Los ?ngeles posee la mayor densidad de cirujanos pl¨¢sticos del mundo). Las hay de obras de artistas cl¨¢sicos y contempor¨¢neos que han reflexionado sobre el fen¨®meno social (LaChapelle, Tom Leppard, Andr¨¦s Serrano, Zed Nelson, Terry Richardson?). Y aparecen tambi¨¦n las hist¨®ricas y testimoniales: esa galer¨ªa de caras mutiladas y monstruosas de soldados de la I Guerra Mundial agujereadas por los obuses. "Con los conocimientos obtenidos durante la guerra fue posible hacer m¨¢s adelante, de bellas se?oritas, deslumbrantes estrellas de la gran pantalla", se?ala la editora, que no ha obviado, naturalmente, un cap¨ªtulo sobre la cirug¨ªa est¨¦tica en el mismo cine.
Los hacedores. "No opero s¨®lo el cuerpo, sino tambi¨¦n el alma", asegura el brasile?o Ivo Pitanguy, el llamado "Miguel ?ngel del bistur¨ª", en una de las entrevistas a cirujanos famosos incluidas en el libro. "Hablamos con 40 de ellos en todo el mundo. Quer¨ªamos saber qu¨¦ entienden por belleza y edad; si creen que la belleza es meramente exterior; si una persona mayor puede ser guapa con arrugas; qu¨¦ personas, qu¨¦ obras de arte consideran hermosas; si se tienen por artistas, y c¨®mo ven el futuro de la cirug¨ªa est¨¦tica". La sorpresa en las respuestas fue may¨²scula, seg¨²n la editora: "Estaba convencida de que para ellos la fachada, el aspecto exterior (que a fin de cuentas constituye su sustento), ten¨ªa una importancia mayor de la que ha resultado tener? Ellos [todos hombres, aunque tambi¨¦n se cita a la francesa Susanne No?l] insisten en que la mera fachada no basta: son necesarios un alma, un aura, cierto carisma para resultar verdaderamente hermoso".
Veamos algunas declaraciones: "Lo que trato de hacer no es crear belleza, sino normalidad" (Dai M. Davies, de Londres). "Me considero un artesano aut¨®ctono altamente cualificado, una especie de orfebre o escultor" (Christoph Wolfensberger, de Z¨²rich). "Hay gente de 25 a?os que es viej¨ªsima y gente de 55 que desprende energ¨ªa y vitalidad. Hay mujeres y hombres que mejoran con la edad y otros que pierden su atractivo. En buena medida, uno es responsable del propio envejecimiento" (Bernard Cornette de Saint Cyr, de Par¨ªs). "Sonriendo mucho, los labios se mantienen en ejercicio y las comisuras de la boca no inician su ca¨ªda" (Serdar Eren, de Colonia).
Muchos de ellos afirman no haberse operado nunca ni querer hacerlo: "Me niego a practicar operaciones en mi familia" (Werner L. Mang, de M¨²nich). Confiesan prevenciones: "A la mujer de 30 a?os que llega a mi consulta para hacerse un estiramiento facial le digo que con sumo gusto, pero que vuelva dentro de 10 a?os" (Hans-Leo Nathrath). Hablan sobre ideales: "Es imposible reunir toda la belleza en un cuerpo. Combinar¨ªa el rostro de Michelle Pfeiffer, los ojos de Kristin Scott Thomas, el cuerpo de Elle McPherson y las piernas de Nicole Kidman" (Javier de Benito, de Barcelona). Se niegan a dar nombres de clientes famosos: "Pero es interesante el hecho de que los pacientes provengan de todas las religiones, aun cuando algunas de ellas prohiban este tipo de operaciones" (Ismail Kuran). Y separan, en general, belleza y sexo: "Alguien bien parecido puede carecer por completo de atractivo sexual" (Alaa el Din Gheita, de El Cairo). Y as¨ª hasta el infinito.
Jorge Herrera, de Buenos Aires: "La gente que se siente querida y acogida y se acepta a s¨ª misma es la que mejores relaciones sexuales mantiene".
Pitanguy: "Hoy la belleza se vende como si fuera juventud, y se menosprecia la madurez que proporciona la edad, lo cual es un error".
?Y los retos? Lo expresa tambi¨¦n Woffles Wu al ser preguntado sobre lo que desea ¨¦l mismo para el futuro: "Explorar los l¨ªmites del rejuvenecimiento facial no quir¨²rgico y de la creaci¨®n de rostros hermosos; no cesar nunca en la b¨²squeda de la belleza y la juventud; ver m¨¢s mundo y comprender mejor la naturaleza humana; iniciar un museo de arte moderno; practicar el squash m¨¢s a menudo; educar en la decencia a mi familia para que sus miembros puedan aportar algo al mundo, y descubrir el elixir de la eterna juventud para conservar la vitalidad y la energ¨ªa hasta pasados los 100 a?os de edad".
Todo un programa de cirug¨ªa vital que se podr¨ªa completar con ese otro "uno es guapo si se considera guapo", que se?ala Gerald H. Pitman. O mejor: "La verdad es que no tengo miedo a envejecer, porque desde luego es la mejor alternativa". Pero quiz¨¢ baste detenerse y reflexionar en uno de los muchos detalles que abundan en el libro: la primera obra de arte que se reproduce, tras la portada y el espejo, es un ¨®leo del pintor Martin Eder. En ¨¦l aparece una mujer con un ramo de flores en los brazos, desnuda, salpicada de rojo. Su t¨ªtulo: No conf¨ªes en la violencia.
'Cirug¨ªa est¨¦tica' est¨¢ publicado por la editorial alemana Taschen en diferentes idiomas. M¨¢s informaci¨®n sobre esta y otras publicaciones puede encontrarse en: www.taschen.com.
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