La reconversi¨®n llega a las cataratas
Una central hidroel¨¦ctrica reduce el 80% del caudal del Nilo Azul
El escoc¨¦s James Bruce fue uno de los exploradores africanos con m¨¢s mala suerte. Tras viajar durante cuatro a?os, en pleno siglo XVIII, por la ignota Abisinia pasando todo tipo de penalidades, volvi¨® a Inglaterra para anunciar que hab¨ªa descubierto las m¨ªticas fuentes del Nilo Azul. No le creyeron y muri¨® entre las risas y las chanzas de sus contempor¨¢neos, quienes no escatimaron burlas sobre unos hallazgos que muchos a?os despu¨¦s se confirmaron ciertos.
Pero si el pobre Bruce levantara hoy la cabeza volver¨ªa a agacharla, mucho m¨¢s avergonzado todav¨ªa, al ver c¨®mo ha quedado aquel hito geogr¨¢fico en cuya localizaci¨®n desaparecieron expediciones enteras. Las cataratas Tis Isat, por las que se desploma el Nilo poco despu¨¦s de su nacimiento en el lago Tana, en las desnudas monta?as del norte de Etiop¨ªa, casi han desaparecido por la construcci¨®n de una central hidroel¨¦ctrica justo donde el padre de los r¨ªos africanos se desplomaba en un salto de 45 metros de altura, creando uno de los grandes espect¨¢culos de la naturaleza.
El atronador salto de agua es ahora una bonita cascada similar a otras de los Pirineos o los Alpes
"La catarata ocupaba todo este frente, de unos 400 metros de ancho", comenta un gu¨ªa del parque. "Pero desde la inauguraci¨®n de la central, un 80% del caudal se desv¨ªa para producir energ¨ªa el¨¦ctrica y apenas un 20% sigue fluyendo por el antiguo cauce".
La central se llama Tis Abay II y fue inaugurada hace tres a?os como uno de los proyectos estrella del Gobierno et¨ªope en su pol¨ªtica hidr¨¢ulica. M¨¢s del 90% de la energ¨ªa dom¨¦stica que se consume en Etiop¨ªa proviene de la biomasa, es decir, de la madera, lo que ha provocado una importante deforestaci¨®n y la consiguiente degradaci¨®n del suelo. S¨®lo un 4% de la poblaci¨®n tiene acceso a la energ¨ªa el¨¦ctrica. Todo esto en un pa¨ªs con un enorme potencial hidroel¨¦ctrico por el que discurren grandes r¨ªos, entre ellos el Nilo Azul, que se une con su hermano mayor, el Nilo Blanco, en Jartum (Sud¨¢n). Lo que muchos et¨ªopes se preguntan es si con casi 2.000 kil¨®metros de Nilo, no hab¨ªa otro sitio donde instalar las turbinas.
En realidad, las cataratas del Nilo Azul han sido aprovechadas desde 1964 para producir energ¨ªa el¨¦ctrica mediante una peque?a central de 11,4 megavatios, la Tis Abay I, pero su reducido tama?o apenas modificaba el caudal del r¨ªo. Tis Abay II puede llegar hasta los 450 megavatios, ha costado 63 millones de d¨®lares (53 millones de euros) y para mover sus palas necesita entre 150 y 180 metros c¨²bicos de agua por segundo, que se separan de la corriente principal poco antes de la catarata mediante una presa.
A pesar de que el informe medioambiental del proyecto dec¨ªa que "a diferencia de otros proyectos hidroel¨¦ctricos con grandes presas, Tis Abay II tiene un impacto insignificante sobre el entorno y es econ¨®micamente muy atractivo para los inversores", los turistas que llegan hasta este rinc¨®n del continente africano esperando ver el atronador salto de agua que han visto en postales y libros de viaje no piensan lo mismo.
Antes hab¨ªa una nube de agua vaporizada visible en la distancia que daba nombre al lugar (Tis Isat, el agua humeante en la lengua local) y provocaba un microclima lluvioso capaz de mantener en el entorno una peque?a selva tropical de densa vegetaci¨®n en la que viv¨ªan loros, monos y otras especies. Lo que se ve ahora es una bonita cascada, pero no mayor que otras de los Pirineos o los Alpes, rodeada por un secarral caluroso, sobre todo en la estaci¨®n seca.Siempre les queda el consuelo de recordar c¨®mo fue esta joya de la naturaleza en la ilustraci¨®n de los billetes de un birr, la moneda nacional.
La parte positiva es que los 359 gigavatios anuales que produce la presa han permitido electrificar buena parte del norte de Etiop¨ªa y a¨²n sobra energ¨ªa para exportar a estados vecinos. La mala, que la conservaci¨®n del medio ambiente y el desarrollo siguen siendo un maridaje dif¨ªcil, sobre todo en pa¨ªses pobres como Etiop¨ªa con una renta per c¨¢pita de 319 euros, una esperanza de vida de 47 a?os y la mayor¨ªa de la poblaci¨®n viviendo exactamente igual -de mal- que cuando James Bruce pas¨® por aqu¨ª hace tres siglos. Aunque nadie le creyera.
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