Siete d¨ªas de julio
Ayer, d¨¦cimo aniversario de la toma por los serbobosnios de la ciudad de Srebrenica, fueron enterrados all¨ª los restos identificados de otros 610 varones musulmanes, de los casi 8.000 asesinados en una semana por ¨®rdenes directas del general Ratko Mladic, mientras miraban hacia otro lado las fuerzas holandesas que supuestamente proteg¨ªan esta zona segura de la ONU. Unas 7.000 bolsas de pl¨¢stico con restos humanos esperan todav¨ªa identificaci¨®n por su ADN y una veintena m¨¢s de fosas comunes aguardan ser excavadas. La ceremonia de mea culpa que congreg¨® en la ciudad a dignatarios internacionales fue ampliamente ignorada en la mitad serbia de Bosnia, un pa¨ªs tan dividido y hostil como lo era cuando fue alumbrado en Dayton.
Srebrenica viene representando desde 1995 el fracaso de la ONU, la OTAN y la UE, incapaces de evitar, pese a su enorme poder moral y militar, el peor genocidio cometido en Europa despu¨¦s del nazi. Las tropas de Mladic ocuparon Srebrenica en un paseo militar, sin resistencia en tierra de los cascos azules ni hostigamiento de los bombarderos de la Alianza Atl¨¢ntica. Las v¨ªctimas de este colosal enga?o cometieron el pecado de confiar en una comunidad internacional que, a lo largo del conflicto -y hasta su mismo final, precipitado por la intervenci¨®n estadounidense-, estuvo mucho m¨¢s atenta a sus miserias e intereses nacionales que a la preservaci¨®n de una dignidad humana que no se cansaban de invocar. La lecci¨®n sigue perfectamente viva.
Estuvo ayer en Srebrenica, criticado por muchos en su pa¨ªs, el presidente serbio, Boris Tadic. Y no estuvo Carla del Ponte, fiscal del tribunal de Cr¨ªmenes de Guerra de la antigua Yugoslavia, que se considera incapaz de mirar al rostro de madres y viudas mientras los dos m¨¢ximos protagonistas de aquel holocausto, Ratko Mladic y su jefe pol¨ªtico Radovan Karadzic, siguen 10 a?os despu¨¦s en paradero m¨¢s o menos desconocido. Este ¨²ltimo, el 15 de julio de 1995, mientras sus excavadoras arrojaban a fosas y minas los cad¨¢veres de miles de hombres, hac¨ªa gala para la historia de una abyecta informaci¨®n privilegiada. Declaraba a este peri¨®dico: "Cualquiera que lo desee puede quedarse en Srebrenica..., pero desgraciadamente muy pocos musulmanes podr¨¢n hacerlo".
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