Pacopadre recuerda al Pirata
Paco Lluna, que era masajista de Pantani, rememora la inolvidable victoria de ¨¦ste en el Galibier en 1998
En el camino de Courchevel, al paso de los corredores, dos pancartas encog¨ªan ayer el coraz¨®n: "?Grazie Marco!" y "Pantani e'qui", escrito dentro de un enorme coraz¨®n. Esto son los Alpes y los Alpes no olvidan a quienes les honran, as¨ª que jam¨¢s podr¨¢n olvidar a aquel italiano que en 1998 gan¨® un Tour escalando el Galibier, las manos en la parte baja del manillar, como un sprinter, una meta fija en su cabeza que ni la lluvia, el fr¨ªo y el viento lograron evitar. Ocho minutos le sac¨® Pantani, fallecido en febrero de 2004, a Ullrich en aquella ascensi¨®n, puro homenaje a un deporte que no olvidar¨¢ jam¨¢s aquella exhibici¨®n.
Paco Lluna estaba all¨ª, vestido con el uniforme del Mercatone Uno, esper¨¢ndole en la meta de Les Deux Alpes. Pacopadre, como le sol¨ªa llamar Marco fue, durante cuatro a?os, mucho m¨¢s que el guardi¨¢n de los pa?uelos de pirata, bastante m¨¢s que su masajista de confianza. Paco y Marco eran amigos, sencillamente porque "Marco", dice Paco, cr¨¢neo rasurado como el Pirata, "estuvo a mi lado cuando mi familia le necesit¨® y eso no lo podr¨¦ olvidar jam¨¢s".
Por eso ayer, en la salida de Grenoble, Paco, ahora masajista del Saunier Duval, pens¨® en su amigo -en aquel corredor "que era puro carisma"- al mirar las monta?as que le rodeaban. Porque esta tierra del Dauphin¨¦ le devuelve a Marco y los recuerdos de aquella tarde en la que del cielo cay¨® un diluvio. Era lunes, 27 de julio, 1998, y Paco le vio llegar, la ¨¦pica del ciclismo convertida en un hombre y una bicicleta, la de Marco. La memoria lleva a Paco al interior de una caravana, mucho menos c¨®moda que las de ahora, donde solos, ¨¦l y Marco, contaron el tiempo que Ullrich tardaba en llegar a la meta. "Ya era hora", grit¨® Marco cuando supo que al fin el maillot amarillo era suyo, tan pronto vio aparecer a Ullrich ocho minutos despu¨¦s de que ¨¦l cruzara la meta: "No olvidar¨¦ nunca el abrazo que Marco me dio en ese momento ni c¨®mo lo celebr¨®". ?C¨®mo? "Hay frases que uno guarda para la intimidad, por irreproducibles y sentidas", apunta Lluna.
Mira atr¨¢s y lo ve por la ma?ana, acopl¨¢ndose la bandana, la mirada puesta en las monta?as. "Ten¨ªa muy claro el plan y lo llev¨® a cabo a la perfecci¨®n. Nadie le hubiera parado aquella tarde. No pudo con ¨¦l ni el tiempo, con lluvia, fr¨ªo y granizo", rememora Paco, que no duda en se?alar aquella ascensi¨®n al Galibier como el d¨ªa que Pantani "hizo su homenaje al ciclismo". Pero Paco, adem¨¢s de a un ciclista, conoci¨® -"y muy bien"- al hombre, "un tipo ¨²nico, cari?oso, divertido", al que invit¨® varias veces a su casa de Valencia. All¨ª, en el campo de Mestalla, Marco presenci¨® una semifinal de la Copa de Europa Valencia-Bar?a, (4-2), la noche que un ni?o se le acerc¨® y le dijo: "Mira, Pirata, llevo un pendiente, como t¨²". Marco se meti¨® la mano en el bolsillo, sac¨® una cajita y le dijo: "Ahora llevas uno como el m¨ªo". Le regal¨® uno de los aros que Mercatone Uno entreg¨® a los invitados al acto de presentaci¨®n del equipo, un aro de oro que llevaba en el bolsillo de su chaqueta. "?l era as¨ª, generoso, todo coraz¨®n. Ojal¨¢ le hubieras conocido".
Marco ya no est¨¢. Un d¨ªa decidi¨® marcharse, igual que decidi¨® atacar al pelot¨®n entero aquella tarde en el Galibier. Y no hubo quien le parara. Se fue, pero los Alpes no le olvidan y hoy, cuando el pelot¨®n vuelva a ascender el Galibier, habr¨¢ uno que cuando mire a la cima la ver¨¢ cubierta por un pa?uelo, el del Pirata, el de Marco Pantani, un campe¨®n.
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