El orgullo de los vencidos
Vinok¨²rov se impone a Botero despu¨¦s de una fuga com¨²n por los gigantes de los Alpes
En el hotel del Golf de Courchevel 1.650 hacen noche el martes el Discovery Channel y el Illes Balears-Caisse d'?pargne. Es el hotel de los ganadores del d¨ªa. Desde lejos se oye el chin chin de las flautas desbordantes de champagne. Risas. Alborozo. Terminada su cena, Lance Armstrong, su Sheryl Crow sonriente al costado, pasa junto a Jos¨¦ Miguel Ech¨¢varri, director del Illes Balears. Le se?ala con el dedo. "Mancebo, Mancebo", le dice. "Es incre¨ªble, con esos dientes, con esa postura, agarrado as¨ª al manillar, qu¨¦ fuerte. Es muy fuerte", le dice en ingl¨¦s. "Pero s¨¦ que ¨¦l es fuerte porque lo lleva uno como t¨², un tipo muy inteligente". Ech¨¢varri, feliz de nuevo en el Gotha del ciclismo -hab¨ªan pasado 15 a?os de la ¨²ltima victoria de un corredor suyo en una etapa de monta?a del Tour: fue un tal Miguel Indurain-, sonr¨ªe mientras le traducen el elogio. Es su noche. Compadrea con Johan Bruyneel, el director de Armstrong. "Muchos dec¨ªan que est¨¢bamos fundidos", le dice el belga. "Ten¨ªamos que dar un buen golpe para que vieran c¨®mo est¨¢bamos de verdad". Es la noche de los ganadores, la del regocijo en el recuerdo.
Unzue: "Armstrong no estaba bien, jam¨¢s hubiera dejado ganar a Vinok¨²rov una etapa as¨ª"
"Paco, Paquito, ten¨ªamos que haber atacado en el Galibier", le dijo Valverde a Mancebo
En los hoteles de los vencidos, en casi todos los dem¨¢s hoteles del Tour, en el hotel del Liberty, del Phonak, del T-Mobile, en el hotel del Gerolsteiner, del CSC y en el del Euskaltel, la noche de la derrota es la de la anticipaci¨®n del d¨ªa siguiente. Es la noche del orgullo herido. La noche en la que los ciclistas se duermen repasando una y cien veces el recorrido de la etapa, los puertos del d¨ªa siguiente, anticipando el momento de un ataque fulminante y grande, de un ataque soberbio. Es el coraz¨®n de los grandes. El coraz¨®n de los hombres Tour. Es la v¨ªspera de los gigantes de los Alpes, de la Madeleine, del T¨¦l¨¦graphe, del Galibier; del d¨ªa en que hay que honrar la memoria de los pioneros del Tour; del d¨ªa en el que la inspiraci¨®n sustituye a las fuerzas.
La etapa se qued¨® en eso, en dos tremendos corredores, fuerza bruta, fuerza de la naturaleza desatada, en Santiago Botero y en Alexander Vinok¨²rov, colaborando en la busca del honor perdido. Y detr¨¢s, la maquinaria del Discovery Channel rodeando a su hombre de amarillo, m¨¢s que desbastando el terreno que pisaban, m¨¢s que arrasando los puertos a su paso, marcando el terreno con una cuerda tres minutos de larga. Y a su rueda, los 20 mejores corredores del Tour. A rueda. La culpa fue de la rodilla de Valverde.
En la salida, a la sombra de los trampolines ol¨ªmpicos de Courchevel, a Paco Mancebo se le acerc¨® Ivan Basso, que la v¨ªspera hab¨ªa perdido un minuto. "Paco, Paquito", le dijo el italiano, corredor amigo, colega de la misma generaci¨®n, del mismo proceso de asimilaci¨®n del Tour, del mismo ascenso pelda?o a pelda?o. "Paco, Paquito, ?por qu¨¦ no nos vamos en el Galibier, por qu¨¦ no atacamos los dos juntos, porqu¨¦ no le demostramos a Armstrong lo que valemos de verdad?" "Vale, vale, ya veremos", respondi¨® Mancebo, halagado, fuerte, optimista.
Cinco horas m¨¢s tarde, encerrado en su coche, sobre el que tamborilean gotas gordas y fr¨ªas, lluvia de tormenta feroz, fugaz, que descarga una vez la etapa acabada, Eusebio Unzue da un golpe al volante y exclama. "Estoy seguro de que Armstrong hoy no estaba bien; estoy seguro de que jam¨¢s en su vida habr¨ªa dejado ganar a Vinok¨²rov una etapa, como ha hecho, si no fuera porque no estaba s¨²per", dice el director del Illes Balears. "La l¨¢stima ha sido que no hemos podido atacar, la l¨¢stima ha sido la rodilla de Valverde. No pod¨ªa arriesgarme a que se quedara".
Mancebo, impaciente, con la impaciencia que muestran los que se sienten imbatibles, poderosos, hab¨ªa decidido tan pronto como en las primeras rampas de la Madeleine, en el primer e interminable puerto del d¨ªa, infiltrarse en la escapada de los derrotados de la v¨ªspera. ?Pero qu¨¦ haces aqu¨ª?, le dec¨ªan con la mirada Botero y Vinok¨²rov, Heras y Pereiro? ?No ves que hoy es nuestro d¨ªa? Reclamamos nuestro derecho a que nos dejes tranquilo. Pero Mancebo, fuerte, segu¨ªa con ellos. Detr¨¢s, los del Discovery se hab¨ªan puesto serios. Pencaban y pencaban los de la fuga con todas sus fuerzas y su ventaja no superaba los 30 segundos. Y Mancebo pens¨® que si segu¨ªa ah¨ª, con aquella gente, reventar¨ªan todos antes de abrir camino, como le record¨® de palabra Vinok¨²rov. "Por favor, Paco, Paquito, d¨¦janos tranquilo, ¨¦sta no es tu fuga". "Y entonces levant¨¦ el pie", dice Mancebo. Levant¨® el pie Mancebo. De los que empezaron la fuga s¨®lo resistieron Botero, el kazajo y Pereiro. En el Galibier, tras una vertiginosa ca¨ªda en el descenso de la Madeleine, les abandon¨® Pereiro, y en Brian?on, con un ataque a 300 metros de la l¨ªnea, gan¨® Vinok¨²rov.
Y Valverde, que hab¨ªa bajado a ver al m¨¦dico porque le dol¨ªa la rodilla subiendo la Madeleine, se acerc¨® a Mancebo en el autob¨²s del equipo y le dijo: "Paco, Paquito, ten¨ªamos que haber atacado en el Galibier". Basso no le dijo nada.
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