Encantados de conocernos
Sobresalientes: los mejores sanfermines del siglo. No es que este cronista, que afectuosamente se despide, tenga dotes de profeta: es que la esperada rueda de prensa de la alcald¨ªa, en la que se proclamar¨¢ que las ¨²ltimas fiestas han sido las mejores del siglo -aparte de las mejores del mundo-, es otra tradici¨®n sanferminera.
Pero, s¨ª: llego el esperado mill¨®n de turistas -ciento arriba, ciento abajo- y se vio que, en materia de fiestas, jugamos en otra liga. Mucho nivel. Particularmente, nivel intelectual.
Abri¨® pista Mario Vargas Llosa con su visi¨®n de los sanfermines como una s¨ªntesis feliz de globalizaci¨®n y tradici¨®n. La simple concurrencia de Vargas Llosa para ser agasajado como Bodeguero Mayor del Reyno, plante¨® un par de debates de fondo.
Proclamar que estas fiestas han sido las mejores del siglo, es otra tradici¨®n sanferminara
El primero lanz¨® la pregunta de si el intelectual, como bodeguero, compone mejor figura que la de Sartre en la famosa foto de Magnum -aquella en la que se le ve¨ªa sobre un bid¨®n, dirigi¨¦ndose a los de la Renault-. El segundo debate, m¨¢s sustancial para la identidad de las fiestas -identidad en la que parece estribar la nuestra-, reabre la cuesti¨®n de si somos capaces de reconocernos a nosotros mismos sin que un premio nobel -o siquiera un aspirante-, un editorialista de The Times o un mill¨®n de turistas hablen de nosotros. La cosecha festiva de 2005 trajo a Vargas Llosa, el consabido editorial de los londinenses y, redondeando, el habitual mill¨®n de turistas, conque encantados de reconocernos.
Si los sanfermines son un matrimonio mejor o peor avenido de globalizaci¨®n y tradici¨®n, es algo que da como para llenar las maratonianas sesiones de debate que caracterizan a las fiestas de Pamplona. Por el camino salen al paso temas de tanto inter¨¦s como el de la imperiosa necesidad de inventar tradiciones -fuentes de identidad frente al desencantamiento globalizado del mundo- y de fijarlas para siempre en una ortodoxia tradicionalista. El tema es tan amplio que los sanfermines no dan de s¨ª. Hay quien sopesa la posibilidad de ensancharlos, incorporando a la tradici¨®n el "encierro humano" del 5 de julio, el del PETA. Y de la tradici¨®n forma parte hace cuatro lustros el "encierro de la villavesa": el que correr¨¢n hoy, d¨ªa 15, delante del primer veh¨ªculo que aparezca, los renuentes que no se rinden a la evidencia.
La evidencia de que la Constituci¨®n de 1978 fij¨® la preeminencia de los derechos de las personas -no la de los clanes naturales o artificiales- y confi¨® el desarrollo de tales derechos a un poder legislativo emanado de la voluntad popular, tampoco ha rendido al arzobispo Sebasti¨¢n, por lo en que estas fiestas, dadas las crecientes oportunidades que el tradicionalismo tiene de expresarse en ellas, hemos seguido oyendo jaculatorias sobre la anterioridad y superioridad de la familia natural y el matrimonio santo. Santas son para muchos que recelan del turista las fiestas, lo que nos llevar¨ªa hacia otro debate -cosmopolitismo versus fundamentalismo- que a buen seguro ser¨¢ abordado en alguna universidad de verano. Es un debate para el que, llegado el fin de fiesta, no nos vemos capacitados. Cuanto podemos decir es que, quienes nos han visitado, han quedado encantados de conocernos. Nosotros tambi¨¦n lo estamos.
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