Ning¨²n ser humano es ilegal
Al lector espa?ol que empiece a adentrarse, todav¨ªa con la atenci¨®n un poco distra¨ªda, en las p¨¢ginas de este importante libro de Seyla Benhabib un primer t¨¦rmino habr¨¢ de sobresaltarle y obligarle a reforzar su concentraci¨®n en lo que est¨¢ leyendo: membres¨ªa. La palabra -rara entre nosotros aunque m¨¢s habitual en algunos pa¨ªses latinoamericanos- tiene un significado f¨¢cil de reconstruir incluso por parte de aquellos que jam¨¢s la hubieran escuchado: "membres¨ªa" refiere al conjunto de miembros de un grupo, comunidad o sociedad (an¨¢logamente a como "feligres¨ªa" remite al universo de feligreses de una parroquia).
Pero, junto a este significado, hay otro, en cuya ambivalencia acaso pueda sustanciarse el principal inter¨¦s del presente libro. "Membres¨ªa" tanto puede aludir a lo que se suele llamar, en este tipo de debates, el v¨ªnculo de pertenencia que los individuos mantienen respecto al todo en el que se encuentran insertos, como a un mucho m¨¢s gen¨¦rico y laxo formar parte de (o ser miembro de). En el fondo, dar con el matiz adecuado es dar con la soluci¨®n al problema que la autora pretende plantear. Que no es otro que el de si resulta posible configurar identidades democr¨¢ticas en la era global.
LOS DERECHOS DE LOS OTROS. EXTRANJEROS, RESIDENTES Y CIUDADANOS
Seyla Benhabib
Traducci¨®n de Gabriel Zadunasky
Gedisa. Barcelona, 2005
191 p¨¢ginas. 15,90 euros
Seyla Benhabib coge el toro por los cuernos y aborda los retos que plantea la crisis del Estado-naci¨®n (multiculturalidad, desagregaci¨®n de la ciudadan¨ªa...) por su lado posiblemente m¨¢s dif¨ªcil, a saber, el de la pertenencia pol¨ªtica de los extranjeros, forasteros, refugiados... Esto es, no desde la perspectiva de un an¨¢lisis todav¨ªa interno al Estado-naci¨®n (cuando, por ejemplo, se planteaba la demanda del derecho de ciudadan¨ªa por parte de las mujeres todav¨ªa se permanec¨ªa en ese plano), sino desde la de aquellos que, utilizando la jerga del viejo Horkheimer, podr¨ªamos denominar los radicalmente otros.
Situadas ah¨ª las cosas, la propuesta de la autora es abogar por lo que denomina la membres¨ªa justa. La membres¨ªa justa requiere, ciertamente, de una nueva teor¨ªa de la justicia o, para ser m¨¢s precisos, de una teor¨ªa cosmopolita de la justicia, inexcusable para pensar los problemas que ¨¦sta plantea en un mundo global. Entretanto dicha teor¨ªa no se desarrolla, un principio general resulta de todo punto necesario, siquiera sea a modo de horizonte regulador. Es el que aparece en el frontispicio y en el ¨²ltimo p¨¢rrafo de un texto llamado a ser imprescindible para todos los que se interesen en el futuro por estos temas: el lema "ning¨²n ser humano es ilegal".
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