Malos vecinos

En el Vall d'Hebron acaba de descubrirse una epidemia de malos vecinos. No se trata del centro de drogodependencias del hospital, ni de los profesionales que trabajar¨¢n en ¨¦l; tampoco de las personas que ser¨¢n atendidas all¨ª y alg¨²n d¨ªa podr¨¢n ver luz al final del t¨²nel, ni de la concejal de Salud P¨²blica, ni de sus t¨¦cnicos. Ni siquiera los que protestan con tanta frecuencia cortando la ronda de Dalt: su miedo y su desconfianza no han sido a¨²n abordados convenientemente, y de momento tienen derecho a recelar.

Malos vecinos son los individuos que, antes de evaluar todos los elementos de juicio prefieren darse un fest¨ªn destructivo en un equipamiento p¨²blico estrictamente necesario... arm¨¢ndose incluso de argumentos sesgados, tomados de profesionales como el que suscribe. Tambi¨¦n los pol¨ªticos que miran para otro lado, ya que conflictos como el del nuevo centro del Vall d'Hebron comportan responsabilidades que trascienden el mero ¨¢mbito de la salud p¨²blica.

Barcelona necesita, sin excusas y sin argumentos tra¨ªdos por los pelos, equipamientos para reducir los riesgos y da?os, sanitarios y sociales, asociados a los usos de drogas y la exclusi¨®n social. Servicios que producen mejoras en la salud p¨²blica (la de toda la ciudadan¨ªa, y no s¨®lo la de colectivos concretos) y en seguridad ciudadana. Demostremos razonabilidad, todas y todos: examinemos las evidencias cient¨ªficas acumuladas, y decidamos ya. Y que paguen consecuencias quienes act¨²en contra la salud p¨²blica general y contra el orden p¨²blico destrozando equipamientos.