El fin de una era

Si hay trabajos especialmente sensibles a los cambios pol¨ªticos, el de astronauta es uno de ellos. Lo sabe bien el cosmonauta ruso Sergu¨¦i Krikalev, que es en este momento uno de los dos inquilinos de la Estaci¨®n Espacial Internacional (ISS). Este agosto, cuando supere el actual r¨¦cord de 747 d¨ªas, Krikalev se convertir¨¢ en la persona que m¨¢s tiempo ha pasado en el espacio. Y son los cambios pol¨ªticos los que han contribuido a ello. En mayo de 1991, Krikalev parti¨® hacia la ya extinta estaci¨®n espacial sovi¨¦tica Mir para una estancia de pocos meses, pero el desmembramiento de la Uni¨®n Sovi¨¦tica y la consiguiente tormenta socioecon¨®mica retrasaron su regreso a tierra hasta casi un a?o despu¨¦s. Krikalev pas¨® meses totalmente solo ah¨ª arriba, dando vueltas alrededor del planeta a cientos de kil¨®metros de altura.

Ahora, catorce a?os despu¨¦s, en una estaci¨®n espacial a medio construir, la situaci¨®n es infinitamente menos dram¨¢tica, pero guarda algunas similitudes. De nuevo el cosmonauta ruso observa desde lo alto c¨®mo cambia la pol¨ªtica que afecta al lugar donde vive temporalmente. De nuevo hay en la ISS menos tripulantes de lo habitual. De nuevo Krikalev y su colega estadounidense John Phillips tienen que apa?¨¢rselas con pocos repuestos, porque los vuelos desde la Tierra a la estaci¨®n se han reducido. Y se nota. Krikalev y Phillips han empezado a quemar una especie de velas especiales para poder respirar, porque el generador de ox¨ªgeno de la estaci¨®n est¨¢ estropeado. No son los primeros en recurrir a medidas extraordinarias en la ISS. En diciembre, la tripulaci¨®n de entonces tuvo que ponerse a dieta hasta la llegada con repuestos de una nave rusa Progress, justo a tiempo para Navidad.

Y es que la Estaci¨®n Espacial Internacional lleva m¨¢s de dos a?os estancada en modo mantenimiento.

Cuando, el 1 de febrero de 2003, el transbordador Columbia estall¨® en el cielo con sus siete tripulantes a bordo, la NASA decidi¨® anclar a tierra la flota de transbordadores -Endeavour, Atlantis y Discovery-. Con ellos se par¨® tambi¨¦n la construcci¨®n de la estaci¨®n; ninguna de las otras naves que llegan hasta ella, las rusas Progress y Soyuz, tiene capacidad para transportar los m¨®dulos que faltan para terminarla. El resultado es la situaci¨®n actual. En lugar de tres tripulantes de larga duraci¨®n -las llamadas expediciones, que se quedan seis meses-, la estaci¨®n tiene ahora s¨®lo dos. Y de ah¨ª derivan otros cambios, como que en la estaci¨®n no se haga investigaci¨®n cient¨ªfica, algo considerado hasta ahora objetivo prioritario. Con s¨®lo dos astronautas ya no hay tiempo para experimentos en microgravedad; todo el esfuerzo se va en mantener la casa en orden.

As¨ª que desde hace dos a?os la rutina es simple: cada seis meses, una Soyuz sube a la expedici¨®n de reemplazo y se acopla a la estaci¨®n, mientras la tripulaci¨®n saliente vuelve a casa con la Soyuz que llevaba atracada desde el vuelo anterior. En esos viajes puede aprovechar el tercer asiento libre de las Soyuz otro astronauta, que sube con unos y baja con otros -fue el caso de Pedro Duque en octubre de 2003-. Completan la agenda los vuelos de las Progress, naves no tripuladas que llevan alimentos y equipos cada ocho semanas.

Michael Griffin, administrador de la NASA desde abril, sabe por experiencia c¨®mo se vive en la agencia estadounidense el cierre de un programa emblem¨¢tico como el de los transbordadores, que da trabajo a 17.000 personas y ocupa 640 edificios. "El presidente [Bush] es muy firme respecto a que los transbordadores se retirar¨¢n en 2010", ha sentenciado.

Pero si son esenciales para la estaci¨®n, ?por qu¨¦ hay que retirar los transbordadores? Aqu¨ª entra en juego la tercera gran decisi¨®n sobre el programa espacial estadounidense: la ISS ya no es un fin en s¨ª misma, sino un medio para volver primero a la Luna y despu¨¦s ir a Marte. ?sa es la visi¨®n espacial que present¨® Bush hace a?o y medio, justificada con un razonamiento un tanto tortuoso. La idea de base viene a ser: como a¨²n no sabemos hacer las cosas bien, al menos jugu¨¦monos el tipo por algo que valga la pena.

Griffin lo explica as¨ª: "Un d¨ªa seremos maestros en el vuelo espacial, pero ese d¨ªa a¨²n no ha llegado. As¨ª que en un momento en que el vuelo espacial es caro, dif¨ªcil y peligroso, los objetivos deben compensar el riesgo. La parte de vuelos tripulados del programa espacial [estadounidense] ha sido redirigida hacia algo que en mi opini¨®n vale m¨¢s la pena que enviar astronautas a dar vueltas en torno a la Tierra. Creo que la pieza central del programa no puede ser la Estaci¨®n Espacial Internacional asistida por los transbordadores. Necesitamos m¨¢s que eso. La estrategia correcta es la exploraci¨®n humana m¨¢s all¨¢ de la ¨®rbita baja". Y esa estrategia implica la construcci¨®n de un nuevo tipo de veh¨ªculo. Es decir, los transbordadores deben morir para permitir la llegada de un sucesor capaz de ir no s¨®lo a la ISS, sino tambi¨¦n a la Luna y m¨¢s all¨¢.

No deja de ser ir¨®nico que los transbordadores nacieran hace tres d¨¦cadas justamente de las cenizas del programa que llev¨® al hombre a la Luna. Despu¨¦s de recibir triunfantes a los astronautas del Apolo, la Administraci¨®n de Nixon ya no vio motivos para mantener un programa tan caro, as¨ª que redujo en tres cuartas partes el presupuesto de la NASA y se carg¨® lo que en los papeles era el paso siguiente a la Luna: Marte. Tambi¨¦n aparc¨®, al menos temporalmente, la construcci¨®n de una estaci¨®n espacial, al contrario que los rusos, que convirtieron la Mir en la envidia de sus antiguos contrincantes. La NASA apost¨® por el programa de los transbordadores.

Pero antes de decir adi¨®s, los transbordadores a¨²n tendr¨ªan mucho trabajo que terminar. En teor¨ªa.

Algo hay que tener muy claro. La NASA dice haber aprendido muy bien la lecci¨®n, y que, por tanto, har¨¢ lo m¨¢ximo por arriesgar lo m¨ªnimo. La seguridad, ante todo. El panel de investigaci¨®n sobre el accidente del Columbia hizo una lista de 15 modificaciones que deb¨ªan ser introducidas antes de la "vuelta al vuelo", en terminolog¨ªa NASA (Return to flight).

En estos dos a?os largos se han introducido cientos de mejoras en las naves. La causa del accidente del Columbia fue un pedazo de espuma aislante que se desprendi¨® durante el lanzamiento e hizo un peque?¨ªsimo agujero en el ala izquierda al golpearla; ese agujerito acab¨® resultando fatal durante la reentrada en la atm¨®sfera, cuando el transbordador se somete a temperaturas alt¨ªsimas. Ahora se ha revisado la forma en que se aplicaba la espuma aislante, para evitar huecos en su interior que la hacen fr¨¢gil. Es m¨¢s, en caso de emergencia durante el lanzamiento, el transbordador podr¨¢ aterrizar en una pista al sur de Francia, adem¨¢s de en los tradicionales aer¨®dromos espa?oles de emergencia, en Zaragoza y Mor¨®n de la Frontera (Sevilla). Conclusi¨®n: se ha hecho un gran esfuerzo por lograr la m¨¢xima seguridad.

Ahora bien, incluso si eso sucede, hay otro escollo que debe salvar la NASA si quiere que la ISS siga creciendo sin problemas: la renovaci¨®n de los acuerdos con la agencia espacial rusa. En los acuerdos bilaterales firmados hace una d¨¦cada, Rusia se compromet¨ªa a suministrar 11 naves Soyuz, para transportar tripulaciones a bordo y como veh¨ªculo de emergencia. La ¨²ltima de esas naves volar¨¢ en octubre. Para entonces, seg¨²n los planes iniciales, la NASA deber¨ªa tener ya su propio veh¨ªculo para retornos de emergencia, pero en mayo de 2002 los recortes obligaron a abandonar ese proyecto. A corto plazo, por tanto, s¨®lo las Soyuz pueden funcionar como bote salvavidas.

La soluci¨®n ser¨ªa tan simple como renovar los acuerdos bilaterales, pero en la pr¨¢ctica la cosa se complica por la Iran Non Proliferation Act, una ley en vigor desde hace cinco a?os que pretende evitar la venta a Ir¨¢n de armas de destrucci¨®n masiva -o de tecnolog¨ªas que sirvan para fabricarlas- por parte de Rusia y otros pa¨ªses.

Saltemos ahora a 2010. ?Estar¨¢ terminada la estaci¨®n? Algunas estimaciones de la NASA indican que subir y ensamblar todo lo que falta exigir¨¢ como m¨ªnimo una veintena de vuelos de los transbordadores. ?Dar¨¢ tiempo de hacerlos antes de la retirada de estas naves? Lo m¨¢s probable es que el veh¨ªculo que deber¨¢ reemplazarlas, el que tambi¨¦n ir¨¢ -supuestamente- a la Luna y a Marte, no est¨¦ listo hasta 2014, por mucho que Griffin quiera darse prisa. Pero no importa. El mensaje que quiere dar la NASA es que, antes o despu¨¦s, la estaci¨®n se acabar¨¢. "Puede que no seamos capaces de cumplir la fecha de 2010", ha dicho Griffin, "pero la terminaremos. Si no es con los transbordadores, ser¨¢ con otros medios".

En los pasillos del sector, las opiniones se agrupan en dos tendencias. M¨¢s de un experto ve en los a?os de intervalo entre el fin del transbordador y la llegada de la nueva nave -llamada provisionalmente Crew Exploration Vehicle (CEV, veh¨ªculos tripulados de exploraci¨®n)- una peligrosa traves¨ªa del desierto para la Estaci¨®n Espacial Internacional. Pero otros muchos prefieren creer que se ha invertido demasiado tiempo y dinero como para tirarlo todo por la borda. Un experto ruso opina: "Estados Unidos no puede abandonar la estaci¨®n, eso pondr¨ªa de relieve sus errores al principio del programa. Adem¨¢s se ha inyectado tanto dinero que ahora es muy dif¨ªcil salir". Tambi¨¦n vaticina que la estaci¨®n ser¨¢ m¨¢s peque?a de lo previsto.

Otra prueba de la confianza europea en el futuro de la estaci¨®n es que la ESA acaba de firmar un primer acuerdo para desarrollar con los rusos la que ser¨ªa su primera nave tripulada, llamada Clipper. "Estamos en una fase muy preliminar, pero es un primer paso", dice Valls. La ESA a¨²n no dispone de presupuesto, que est¨¢ a expensas de ser aprobado por los ministros de los 15 pa¨ªses miembros de la agencia -entre ellos, Espa?a- el pr¨®ximo diciembre.

En un debate hace dos a?os en el Senado estadounidense, el director de informaci¨®n de la Sociedad Americana de F¨ªsica, Robert Park, dijo: "La investigaci¨®n [en la ISS] no es que est¨¦ mal, es s¨®lo que no es muy importante. Ning¨²n ¨¢rea de la ciencia se ha visto afectada significativamente por la car¨ªsima investigaci¨®n desarrollada hasta ahora en los transbordadores [que tambi¨¦n han sido equipados con laboratorios] o en la Mir. Gran parte de estos trabajos nunca han sido publicados en revistas cient¨ªficas de prestigio". Otros senadores criticaron que los astronautas se dedicaran a "probar juguetes" y a grabar v¨ªdeos educativos en la estaci¨®n. "?Vale la pena el coste en dinero y vidas humanas que estamos pagando para esto?", se preguntaron.

El esp¨ªritu de esa pregunta ha debido de influir para que la NASA decidiera abandonar los objetivos cient¨ªficos de la estaci¨®n. Los astronautas estadounidenses en la ISS se dedicar¨¢n s¨®lo a tareas relativas a la exploraci¨®n espacial a largo plazo, en consonancia con esa nueva visi¨®n espacial de Bush.

M¨¢s informaci¨®n en la NASA y la ESA: www.nasa.gov/returntoflight/main/index.html y www.esa.int/esaHS/iss.html.