Amenaza a la Europa social
En la ¨²ltima reuni¨®n del Consejo Europeo, as¨ª como en su presentaci¨®n al Parlamento Europeo, el primer ministro brit¨¢nico, Tony Blair, acentu¨® su deseo de utilizar la presidencia brit¨¢nica de tal Consejo para recuperar el esp¨ªritu de Lisboa que plante¨® como objetivo hacer la Uni¨®n Europea m¨¢s competitiva y eficiente econ¨®micamente que los EE UU. ?ste es tambi¨¦n el sentido de su llamada a la modernizaci¨®n de la Uni¨®n Europea, sugiriendo que ¨¦sta adopte aquellos componentes del modelo estadounidense (llamado frecuentemente modelo liberal anglosaj¨®n) que se consideran responsables de su mayor eficiencia econ¨®mica, tales como una mayor desregulaci¨®n de los mercados, incluyendo los laborales, y un descenso de la protecci¨®n social (las pensiones p¨²blicas en EE UU y en la Gran Breta?a son las m¨¢s bajas de los pa¨ªses desarrollados de la OCDE). Un art¨ªculo reciente en el Financial Times (23-04-05) defin¨ªa las pensiones p¨²blicas en la Gran Breta?a como "mezquinas", mean en ingl¨¦s).
Se requiere recuperar el modelo social, con medidas opuestas al socioliberalismo de Blair
El punto d¨¦bil de esta comparaci¨®n de eficiencia econ¨®mica entre los EE UU y la UE es que los datos no apoyan la superioridad del modelo liberal estadounidense sobre el modelo social europeo. Aquellos que sostienen las tesis de superioridad se?alan que las tasas de crecimiento econ¨®mico de Estados Unidos durante el periodo 1980-2000 (dividido en cuatro subperiodos de cinco a?os cada uno: 1980-1985, 1985-1990, 1990-1995 y 1995-2000), han sido superiores (3,4%, 3,2%, 2,4% y 3,3%, respectivamente) a las de la Uni¨®n Europea de 15 miembros (2,3%, 3,2%, 1,5% y 2,3%). Este argumento olvida, sin embargo, que la tasa de crecimiento econ¨®mico, sin m¨¢s, no es un buen indicador de eficiencia econ¨®mica, pues tal crecimiento puede deberse m¨¢s a su crecimiento demogr¨¢fico (como es el caso de EE UU) que a su eficiencia econ¨®mica. As¨ª, cuando analizamos el crecimiento econ¨®mico por habitante (el mejor indicador para medir la eficiencia econ¨®mica) podemos ver que ¨¦ste es desde 1980 muy semejante en ambos lados del Atl¨¢ntico y mucho mayor en la UE que en EE UU antes de aquel a?o. Es m¨¢s, si comparamos la eficiencia econ¨®mica de EE UU con la de los pa¨ªses miembros de la UE podemos ver que muchos de estos ¨²ltimos tienen una eficiencia econ¨®mica mayor que los EE UU. En realidad, algunos de los pa¨ªses m¨¢s eficientes y de mayor competitividad (seg¨²n el F¨®rum liberal Davos) hoy en la OCDE son pa¨ªses como Suecia, Noruega, Finlandia y Dinamarca, que tipifican el modelo social por antonomasia, con mercados de trabajo m¨¢s regulados y con gastos p¨²blicos mucho mayores que los de EE UU.
En realidad, si EE UU estuviera sometido a las reglas a las cuales est¨¢ sometida la UE (tal como permit¨ªrsele tener un d¨¦ficit de gasto p¨²blico de s¨®lo un 3% de su PIB, en lugar del 4,8% que hoy tiene; o que su Banco Central -Federal Reserve Board- hubiera mantenido durante los ¨²ltimos diez a?os unos intereses bancarios m¨¢s altos, semejantes a los que ha mantenido el Banco Central Europeo; o si su Gobierno federal hubiera tenido un presupuesto que significara solo un 1,24% del PIB en lugar del actual 19%) la tasa de crecimiento de la econom¨ªa estadounidense hubiera sido mucho m¨¢s lenta y el desempleo mucho m¨¢s elevado que el actual. El hecho de que la UE, a pesar de estar sometida a aquellas condiciones, tenga una tasa de crecimiento econ¨®mico por habitante semejante al modelo liberal estadounidense muestra su mayor eficiencia econ¨®mica. Ahora bien, su clara superioridad sobre el modelo liberal anglosaj¨®n durante el periodo anterior a 1980 se ha ido reduciendo desde entonces debido al establecimiento de las condiciones anteriores (equilibrio presupuestario, excesivo control de la inflaci¨®n y gran austeridad presupuestaria) que se han ido estableciendo como parte del marco institucional de la Uni¨®n Europea. Es este marco institucional (iniciado en el Tratado de Maastricht y reproducido en el Consenso de Bruselas) el responsable del enlentecimiento de la eficiencia econ¨®mica de la UE y de su elevado desempleo. La percepci¨®n, ampliamente entendida, de que la Constituci¨®n europea solidificaba este marco institucional europeo explica el rechazo a tal Constituci¨®n por parte de grandes sectores de las clases populares, y muy en particular de las clases trabajadoras de muchos pa¨ªses miembros de la UE, pues ¨¦stas perciben que las pol¨ªticas derivadas de este marco institucional europeo afectan negativamente su bienestar. Las pol¨ªticas monetaristas, complementadas con pol¨ªticas liberales que enfatizan como las soluciones al elevado desempleo en Europa la desregulaci¨®n de los mercados, incluyendo los laborales, as¨ª como la reducci¨®n del gasto p¨²blico, representan una clara amenaza al mundo del trabajo europeo en una situaci¨®n que, como se?alaba un editorial reciente de The Economist (12-2-05), "las clases financieras y empresariales europeas est¨¢n absorbiendo un excesivo porcentaje de las rentas nacionales a costa de los trabajadores". Estas y otras medidas, como la Directiva Bolkenstein, est¨¢n debilitando a los ¨²ltimos, carentes de un marco europeo de negociaci¨®n colectiva necesaria para proteger sus intereses.
Por otra parte, consideraciones estrat¨¦gicas por parte de los establishments pol¨ªticos y medi¨¢ticos europeos (tales como la incorporaci¨®n de los Balcanes a la UE para conseguir una mayor estabilidad en el Este de Europa o facilitar la integraci¨®n de Turqu¨ªa como un puente con el mundo isl¨¢mico) han predominado sobre consideraciones de la vida cotidiana del mundo del trabajo que se siente, con raz¨®n, cada vez m¨¢s inseguro, debido a un alto desempleo y a una disminuci¨®n de la protecci¨®n social. De ah¨ª que la distancia entre los establishments pol¨ªticos y medi¨¢ticos europeos y las clases populares est¨¢ increment¨¢ndose enormemente, siendo los partidos socialdem¨®cratas los m¨¢s afectados por este distanciamiento, pues sus bases electorales se sienten abandonadas por sus ¨¦lites dirigentes, que han adquirido (en muchos de ellos) el posicionamiento socioliberal, responsable del empobrecimiento del modelo social europeo.
Lo que se requiere es un cambio muy sustancial en la construcci¨®n de Europa, con una recuperaci¨®n del modelo social (con el establecimiento de derechos sociales como condici¨®n de pertenencia a la UE); el desarrollo de un marco europeo de negociaci¨®n colectiva; el desarrollo de pol¨ªticas expansivas (con un mayor presupuesto europeo), y el establecimiento del est¨ªmulo de crecimiento econ¨®mico como objetivo del Banco Central Europeo (con mayor rendici¨®n de cuentas al Parlamento Europeo) y mayor coordinaci¨®n econ¨®mica, con armonizaci¨®n de las pol¨ªticas fiscales (que debiera incluir un impuesto europeo sobre las empresas); medidas todas ellas en direcci¨®n opuesta a las sugeridas por el socioliberalismo de Blair. Puede parecer parad¨®jico, pero para salvar a Europa se requiere m¨¢s Europa, lo cual no quiere decir un aumento en el n¨²mero de sus miembros, sino una mayor expansi¨®n y profundizaci¨®n de su dimensi¨®n pol¨ªtica y social.
Vicen? Navarro es catedr¨¢tico de Pol¨ªticas P¨²blicas en la Universitat Pompeu Fabra.
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