Las Titas
Si el bodrio que han plantificado en Granada donde estaba el quiosco de Las Titas, entre el Paseo del Sal¨®n y el Paseo de la Bomba, es legal, si se ha levantado con la oportuna licencia y ha pasado todos los filtros que la legislaci¨®n prev¨¦, la ¨²nica conclusi¨®n posible es que la legislaci¨®n que tenemos es manifiestamente mejorable, o al menos tiene huecos por los que se pueden colar desmanes importantes. Debe ser la misma legislaci¨®n, o la misma astucia, la que ha consentido que el espacio p¨²blico del Paseo de Los Tristes tenga su parte central ocupada por unas p¨¦rgolas pagadas con dinero p¨²blico de las que disfrutan s¨®lo los que se sientan, pagando, en las terrazas de los bares de enfrente; para el p¨²blico que no paga queda el pretil del r¨ªo. Por pura l¨®gica hay que temer que esa misma legislaci¨®n es la que va a dejar pasar lo que est¨¦ previsto hacer en el Paseo del Sal¨®n y en la Gran V¨ªa. Y es para preocuparse, sinceramente.
Para los que no viven en Granada, una explicaci¨®n bien sencilla. El borde de la ciudad marcado por el r¨ªo Genil est¨¢ ocupado, en un tramo importante, por un paseo ajardinado que, adem¨¢s, tiene a su lado un bulevar con piso de albero que son aut¨¦nticos lujos desde el punto de vista urban¨ªstico, es decir, respiraderos a los que los ciudadanos podemos acudir para respirar y caminar, sin que la mirada choque con un Escorial de pega. Ese paseo que discurre junto al r¨ªo hace una curva suave en la que, no s¨¦ desde hace cu¨¢nto tiempo, hab¨ªa un peque?o quiosco de refrescos, Las Titas, que cuando llegaba el buen tiempo pon¨ªa unas pocas mesas junto al seto. Y ah¨ª es donde ahora se puede contemplar una construcci¨®n que pretende parecerse a algo madrile?o pero que en realidad ha quedado del gusto de la suegra de Sissi. Pero el problema grave no es el del mal gusto, sino que el negocio de ahora ocupa un espacio que por lo menos es 20 veces superior al viejo chiringuito (creo que tambi¨¦n han excavado bajo la nueva cosa, pero ignoro para qu¨¦) y, esto es lo indignante, hace que el uso p¨²blico de lo que antes era un ¨²nico paseo ahora se vea interrumpido porque all¨ª han plantado un negocio particular que obliga a dar un rodeo.
Ignoro qu¨¦ corporaci¨®n dio la licencia para este atropello, pero me da igual. Un defecto insanable de la vieja izquierda consist¨ªa en pensar que el mal se hace siempre a escondidas, en conspiraciones inaudibles porque las moquetas de los despachos de los malos amortiguan la conversaci¨®n de sus tramas y sus cuentas. Ahora nos las tenemos que ver con desastres legales, y por eso estamos entre dos tipos de cat¨¢strofes: Marbella, que con s¨®lo aplicarle la ley vigente empezar¨ªa a ser respirable, y casos como el de Granada, en el que la ley vigente puede dejarnos sin ciudad por la que caminar.
Pedro Salmer¨®n acaba de decir que la restauraci¨®n de las vidrieras de la catedral de Granada llevar¨¢ entre 15 o 20 a?os. ?Cu¨¢nto creen ustedes que se puede tardar en recuperar algo de lo interesante que tuvo la fisonom¨ªa de esta ciudad y que est¨¢ siendo casualmente machacado? Ahora viene el turno del Paseo del Sal¨®n y la reforma de la Gran V¨ªa. ?De nuevo quietos?
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