'La costilla de Ad¨¢n'
EL PA?S ofrece, por 8,95 euros, una de las mejores comedias del maestro George Cukor
En esta pel¨ªcula, realizada en 1949, confluyen tantos talentos individuales y circunstancias colectivas favorables que el resultado es, l¨®gica y afortunadamente, apabullante, espectacular. Son muchos los expertos que no dudan en calificarla como una de las mejores comedias norteamericanas y conviene recordar que el cine de Estados Unidos es el gran maestro de la comedia ya desde los tiempos de Chaplin y Keaton. La sinopsis argumental es relativamente sencilla: un matrimonio de juristas, ¨¦l, fiscal (Adam Bonner-Spencer Tracy), y ella, abogada (Amanda Bonner-Katharine Hepburn), ven c¨®mo el caso de una sufrida esposa (Judy Holliday) que intenta asesinar a su infiel marido (Tom Ewell), al que sorprende en la casa de su amante (Jean Hagen), irrumpe en su confortable vida. Hasta ese momento son un matrimonio ejemplar: cultos, liberales, elegantes y civilizados. Convocan cenas a las que se asiste con esmoquin, sus di¨¢logos tienen el punto imprescindible de cinismo ingenioso e incluso entre los invitados hay un vecino (David Wayne), un ¨¢lter ego de Cole Porter, que toca el piano, compone una canci¨®n en honor de Amanda y trata de seducirla a lo largo de la cinta con argumentos tan ego¨ªstas como comprensibles: le encantar¨ªa mantener un idilio con su vecina de planta porque se ahorrar¨ªa el fatigoso retorno solitario a su casa tras la despedida. El que Amanda asuma la defensa de la despechada esposa y al fiscal Adam le corresponda acusarla se convertir¨¢ en el motor de la historia.
?Qui¨¦n mejor que Cukor para dirigir una comedia con este ambiente de partida? O ?qui¨¦n mejor que la Hepburn para desempe?ar el papel de una dama culta, progresista y vindicativa de la igualdad de la mujer? Su desenfadado glamour es perfecto para defender el feminismo en una sociedad que hab¨ªa superado la II Guerra Mundial. Una mujer y una sociedad seguras de s¨ª mismas, convencidas de que hab¨ªa llegado el momento para arreglar los tradicionales desajustes que imperaban en los roles de los sexos. ?Y quien mejor que un bonach¨®n irland¨¦s, cat¨®lico y con cierta rudeza e inequ¨ªvoca heterosexualidad para desempe?ar el papel de un fiscal que comparte las convicciones de su esposa, pero antepone su profundo respeto a la ley? A ello hay que a?adir el espl¨¦ndido gui¨®n de la pareja Garson Kanin y Ruth Gordon, un matrimonio que tuvo el acierto de incorporar en sus di¨¢logos un tono cotidiano, realista, tan aparentemente sencillo como eficaz.
Cukor ha sido sin duda uno de los grandes maestros del cine, y lo ha sido por m¨²ltiples razones: desde la enorme habilidad para rodar sus filmes, en los que la c¨¢mara apenas se nota -tiene el don de lo imperceptible- hasta para la direcci¨®n de los int¨¦rpretes, con un magn¨ªfico olfato para sacar lo mejor de ellos o descubrir lo oculto. Con Katharine Hepburn rod¨® 11 pel¨ªculas y desde la primera de ellas, Doble sacrificio, con la que debut¨® en el cine la actriz, supo que ten¨ªa una joya en el reparto, un lujo y todo un car¨¢cter para ser precisos. Cuando Hermes Roosvelt, que hab¨ªa seguido la carrera teatral de la actriz en Broadway, la recomend¨® a los responsables de la RKO Pictures, el jefe de producci¨®n David O. Selsnick le ofreci¨® un contrato. La respuesta de Hepburn fue: "No se han fijado en m¨ª hasta que me han visto las piernas". A continuaci¨®n, y puesto que en el fondo no quer¨ªa ir a Hollywood, les pidi¨® un sueldo de 1.500 d¨®lares a la semana, 15 veces m¨¢s de lo que ganaba en Broadway. Pese a todo la convencieron para que hiciera una prueba y, para su sorpresa, aceptaron su cach¨¦.
El arranque de La costilla de Ad¨¢n, como ya se ha dicho, es el intento de Judy Holliday de asesinar a su marido, Tom Ewell, dos actores incipientes que ratifican el talento de Cukor para elegir el reparto id¨®neo. Hollyday tuvo un comienzo cinematogr¨¢fico espectacular: espl¨¦ndida en la ingenua esposa despechada en La costilla de Ad¨¢n. Un a?o despu¨¦s -tambi¨¦n con Cukor- protagoniza Nacida ayer, interpretaci¨®n con la que obtuvo el Oscar a la mejor actriz. Lamentablemente, el comit¨¦ de Actividades Antiamericanas era cada vez m¨¢s poderoso y un senador por Wiscosin, Joseph R. McCarthy, estaba a punto de convertir su apellido en sin¨®nimo de inquisici¨®n. Hollywood se preparaba para representar uno de sus m¨¢s infames espect¨¢culos: la caza de brujas. Judy Holliday fue una de sus v¨ªctimas y la brillante carrera se derrumb¨®.
De nuevo en terrenos m¨¢s amables, cabe mencionar la estupenda capacidad de las mejores comedias para subvertir lo establecido, con suavidad y elegancia, pero con inteligente descaro. En La costilla de Ad¨¢n, por ejemplo, hay unas escenas finales en las que la asesina frustrada y amante esposa, el infiel marido, los ni?os fruto del matrimonio y la desairada amante posan en amor y compa?¨ªa ante las c¨¢maras de los reporteros. La felicidad y las sonrisas publicitarias invaden un grupo humano en el que los esquemas morales tradicionales saltan por los aires. Recordemos tambi¨¦n aquel demoledor "Nadie es perfecto" que escribi¨® como ¨²ltima frase de su Con faldas y a lo loco otro gran genio de la comedia, el corrosivo Billy Wilder. La comedia norteamericana es ya parte de la historia cultural de la humanidad, y nombres como el de George Cukor ocupan el idolatrado lugar que les corresponde leg¨ªtimamente. La costilla de Ad¨¢n es una de sus irrefutables pruebas.
Un amor para toda la vida
La costilla de Ad¨¢n se realiz¨® en 1949. Sus principales int¨¦rpretes fueron Spencer Tracy, Katharine Hepburn, Judy Holliday, Tom Ewell, Jean hagen y David Wayne.
Director: George Cukor. Productor: Lawrence Weingarten. Guionistas: Ruth Gordon y Garson Kanin. Fotograf¨ªa: George Folsey. M¨²sica: Miklos Rozsa.
Katharine Hepburn confes¨® que hab¨ªa visto 52 veces Capitanes intr¨¦pidos, dirigida por Victor Fleming en 1937, la pel¨ªcula con la que Tracy obtuvo el Oscar]]>por su interpretaci¨®n de un marinero portugu¨¦s. Su enamoramiento le dur¨® toda la vida y a su enamorado le dedic¨® toda su vida y buena parte de su carrera.
Spencer Tracy era un actor tremendamente profesional. Beb¨ªa como un cosaco y eso pod¨ªa hacer que se pasase d¨ªas sin ir a rodar. Pero cuando se presentaba en el set demostraba un conocimiento del papel y una profesionalidad indiscutibles.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.