'Desdolarizado'
El banco central de China ha anunciado el abandono del r¨¦gimen cambiario que manten¨ªa el tipo de cambio del yuan pr¨¢cticamente fijo, en 8,28 frente al d¨®lar de EE UU, desde 1997. Aunque el lugar del d¨®lar lo pasar¨¢ a ocupar una cesta de monedas, la estadounidense seguir¨¢ siendo la m¨¢s importante; pero el margen o la banda de fluctuaci¨®n en torno al nuevo tipo central de 8,11 (una muy modesta apreciaci¨®n, del 2,1%), seguir¨¢ siendo estrecho, del 0,3% en principio, aunque dispondr¨¢ de mayor flexibilidad que el hasta ahora vigente.
Una decisi¨®n prevista desde hace meses, que m¨¢s all¨¢ de las intenciones de "fortalecimiento del sistema econ¨®mico de socialismo de mercado", declaradas por el banco central chino en su comunicado oficial, constituye una cesi¨®n (por el momento de escasa significaci¨®n econ¨®mica) a las repetidas presiones estadounidenses de revaluaci¨®n del yuan, con el fin de reducir las supuestas ventajas competitivas derivadas de ese excesivo intervencionismo cambiario. El creciente super¨¢vit comercial chino, y muy concretamente el mantenido frente a EE UU, ser¨ªan un reflejo de ello.
La realidad, sin embargo, es que la competitividad de las exportaciones chinas no se ha fundamentado ¨²nica ni fundamentalmente en esa excesiva rigidez del r¨¦gimen cambiario. Diversas estimaciones, incluidas las que manejaron en el Senado estadounidense con el fin de cuantificar las sanciones en funci¨®n de la infravaloraci¨®n, han situado un supuesto tipo de cambio de equilibrio del yuan en torno al 15% de apreciaci¨®n sobre el que ha estado vigente en estos 10 a?os. Las ventajas chinas han de localizarse en otros costes, los del trabajo de forma destacada; pero tambi¨¦n en la rapidez con que asimilan tecnolog¨ªas exteriores y las traducen en crecimientos de la productividad. A ello no es ajeno el crecimiento espectacular de la inversi¨®n extranjera directa. En realidad, m¨¢s de la mitad de las exportaciones chinas las realizan empresas multinacionales, estadounidense en su mayor¨ªa. Y esas ventas al exterior, tampoco conviene olvidarlo, no son precisamente manufacturas de escaso valor a?adido: la tercera parte de las exportaciones son bienes electr¨®nicos.
China es tambi¨¦n un gran importador. Su importante ritmo de crecimiento (ayer conocimos que en el trimestre pasado volvi¨® a crecer a una tasa interanual del 9,5%) est¨¢ alimentando las ventas de econom¨ªas que en su ausencia estar¨ªan inmersas en recesi¨®n, desde sus vecinas hasta la propia Alemania y, por supuesto, los proveedores de materias primas. En la continuidad de ese ritmo de crecimiento, sorteando la crisis que sufri¨® el conjunto de la regi¨®n en 1997, la estabilidad cambiaria ha jugado un papel esencial. Como lo ha hecho para evitar males peores para un sistema bancario con niveles de solvencia inquietantes.
Apaciguadas quedan, al menos por el momento, aquellas tentaciones proteccionistas norteamericanas, que trataron de promulgar una ley defendiendo la imposici¨®n de tarifas por un 27,5% sobre las exportaciones chinas. El secretario del Tesoro, John Snow, ha saludado la decisi¨®n china, subrayando que la econom¨ªa internacional funciona mejor en presencia de libre comercio, libre movilidad de los capitales y monedas flexibles. Y en aras de no amenazar esas libertades har¨ªan bien las autoridades americanas en mejorar el clima ante la pr¨®xima visita a EE UU del presidente Hu Jintao.
Las reservas chinas (711.000 millones de d¨®lares) siguen estando invertidas de forma mayoritaria en esos bonos del Tesoro que es necesario vender c¨®modamente para financiar el muy abultado d¨¦ficit presupuestario americano en condiciones de precio tan favorables como las actuales. Si las autoridades chinas, o las de algunos pa¨ªses vecinos que tambi¨¦n disponen de importantes reservas se desdolarizaran en exceso, la financiaci¨®n de ese d¨¦ficit ser¨ªa m¨¢s complicada y, no menos importante, el ciudadano medio estadounidense no tendr¨ªa las hipotecas tan atractivas como todav¨ªa las tiene.
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