Un planeta hambriento
?ste es un viaje alrededor del mundo con cuchara y tenedor. A mesa puesta. Un gigantesco restaurante virtual que muestra c¨®mo se alimentan, compran y cocinan varias familias de pa¨ªses diferentes. En este retrato de la comida en los cinco continentes, que EPS publicar¨¢ a lo largo de cinco semanas, se observan los comportamientos ante la alimentaci¨®n en un momento de cambio potenciado por la globalizaci¨®n y la inmigraci¨®n, lo que provoca que muchos pueblos est¨¦n sobrealimentados y en otros se mueran de hambre.
La sopa de mam¨¢, tan contundente y reparadora, que resum¨ªa en un caldo todas las reuniones familiares. Aquella cena tan rara de nouvelle cuisine con tu pareja, en aquel restaurante tan fino, os re¨ªsteis tanto, te mir¨® fijamente y dijo: "No me imagino la vida sin ti". Y las reuniones de amigos cada s¨¢bado, para compartir agravios en los trabajos, los traspi¨¦s de la vida, para sentirse comprendidos por un c¨ªrculo cercano, el escudo protector, en torno a una lubina o una tarta de queso.
Y aquella intensa sacudida en la India al ver a un ni?o escarbando en un vertedero, entre cuervos, para encontrar algo que llevarse a la boca.
La comida. ?Qui¨¦n no recuerda una imagen que resume una historia?, ?un olor, un sabor, que de repente, en un solo flash, nos trasplantan a un ambiente distinto con todos sus detalles?
Hay que preservar la gastrodiversidad con sus recetas e ingredientes
"Extra?aba su olor a sopa de fideos, a chilaquiles, a champurrado, a salsa de molcajete, a pan con nata, a tiempos pasados. ?Por siempre ser¨ªan insuperables su saz¨®n, sus atoles, sus t¨¦s, su risa, sus chiqueadores en las sienes, su manera de trenzarle el pelo, de arroparla por las noches, de cuidarla en sus enfermedades, de cocinarle sus antojos, de batir el chocolate!". (Como agua para chocolate, de Laura Esquivel).
Ese viaje a las emociones individuales y ese acercamiento a las esencias de cada sociedad es lo que muestran las im¨¢genes de Peter Menzel en Hungry Planet (Planeta hambriento), un extraordinario trabajo de investigaci¨®n del mundo desde lo m¨¢s b¨¢sico e instintivo, comer. Fotograf¨ªas de familias de los cinco continentes que EPS recoge hoy y los pr¨®ximos cuatro domingos.
Pero imposible olvidar en esa mirada al alma a trav¨¦s de la panza, en ese asomarse a los ojos a trav¨¦s de las bocas (y los tubos digestivos), la gran verg¨¹enza del planeta: todav¨ªa quedan 800 millones de personas que sufren problemas graves por una alimentaci¨®n insuficiente; y seg¨²n el llamamiento urgente de la Organizaci¨®n de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentaci¨®n (FAO), un buen grupo de pa¨ªses, todos en ?frica, ahora mismo est¨¢n en situaci¨®n de emergencia porque van a atravesar una nueva crisis de hambre: Angola, Kenia, Lesoto, Malaui, Eritrea, Maldivas, Suazilandia, Zimbabue y Sud¨¢n.
Hambre. Seis letras tan rotundas que anulan todo lo dem¨¢s.
Y que nos llevan a la gran paradoja del mundo a cuyo lado todo lo dem¨¢s parece anecd¨®tico. La escasez en la abundancia. Mientras 800 millones de personas se tambalean de hambre, m¨¢s de un tercio de la poblaci¨®n de los pa¨ªses desarrollados sufre problemas de sobrepeso. En Espa?a son ya casi un 37% las personas con kilos de m¨¢s, y casi un 14% sufre obesidad (el doble que 15 a?os antes), seg¨²n la Encuesta Nacional de Salud de 2003.
Hungry Planet refleja esas diferencias a trav¨¦s de 24 pa¨ªses. Mientras en algunos, elevados porcentajes de su gente sufren problemas graves de malnutrici¨®n: Chad, un 34%; Guatemala, 25%; Filipinas, 22%; en otros, las personas obesas siguen aumentando: un 20% en el Reino Unido, Alemania y Australia, y un 35% en Estados Unidos; as¨ª como la cifra de diab¨¦ticos entre mayores de 20 a?os: casi un 9% en Estados Unidos, un 9,2% en Italia; casi un 10% en Kuwait. El consumo medio de calor¨ªas por d¨ªa y persona es casi la mitad en Mali y Chad que en Estados Unidos. Y la esperanza media de vida de esos dos pa¨ªses africanos (45 a?os) se queda casi a la mitad que la de franceses, japoneses o espa?oles, que ronda los 80 a?os. Ni siquiera hay que enfrentar pa¨ªses para hallar contradicciones. En Filipinas hay un 22% de personas con deficiencias en la nutrici¨®n y se registra un 23% de poblaci¨®n con sobrepeso.
Una relaci¨®n esquizoide con los alimentos que encuentra en la anorexia la punta del iceberg: alrededor del 2% de la poblaci¨®n de las sociedades desarrolladas sufre ya anorexia, enfermedad que se ceba especialmente con las mujeres menores de 25 a?os, en buena medida provocada por la presi¨®n del cuerpo perfecto de las sociedades capitalistas: sin un cuerpo atractivo, uno no es competitivo, uno se queda fuera del mercado.
Esta serie de reportajes de EPS llega precisamente en un momento en que se ha creado uno de los caldos de cultivo m¨¢s propicios de las ¨²ltimas d¨¦cadas para conseguir de una vez por todas acabar con el hambre. El secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, ha dicho: "Si se deja pasar esta oportunidad, se perder¨¢n millones de vidas humanas que podr¨ªan haberse salvado, se negar¨¢n muchas libertades que podr¨ªan haberse conseguido y viviremos en un mundo m¨¢s peligroso e inestable". Naciones Unidas insiste en un mensaje: el mundo nunca gozar¨¢ de seguridad sin conseguir el desarrollo.
En las ¨²ltimas semanas, cientos de miles de personas se han manifestado en las calles de decenas de ciudades del mundo dentro de la campa?a Pobreza Cero con el objetivo de presionar a los pa¨ªses desarrollados, y sobre todo a los m¨¢s ricos, el G-8, para alcanzar los Objetivos del Milenio, un programa de rimbombante nombre que en el a?o 2000 adopt¨® la Asamblea General de Naciones Unidas, y que marca 2015 como meta. El primero de esos puntos es erradicar la pobreza extrema y el hambre. El pr¨®ximo 14 de septiembre hay cumbre en Nueva York para repasar logros y proyectos. La ONU espera que sea la mayor de las celebradas en sus 60 a?os de historia, y prev¨¦ la presencia de 175 jefes de Gobierno.
Dentro de ese movimiento est¨¢ en marcha la Alianza Internacional contra el Hambre, lanzada el 15 de octubre de 2003, con la idea de unir muchos granos de arena -desde la FAO hasta multitud de ONG- para luchar contra eso: que en el siglo XXI, con el ser humano capaz de grandes avances en telecomunicaciones y exploraci¨®n espacial, todav¨ªa haya gente que se muera de hambre. El gran drama y la gran verg¨¹enza. Eva Clayton, subdirectora general de la FAO, se?ala que se trata de crear una corriente de ¨¢nimo positivo, de entusiasmo: "El trabajo para erradicar el hambre y la pobreza no tiene que ser una obligaci¨®n onerosa y dura para la sociedad. Esta labor puede ser muy gratificante tanto desde el punto de vista humano como econ¨®mico".
Mientras, en Nueva York, en esa ciudad que acoger¨¢ el gran pacto contra el hambre, se han puesto de rabiosa moda las tiendas gourmet, que atraen a sibaritas de las tendencias buscando los tomates m¨¢s org¨¢nicos, las setas m¨¢s raras o los quesos m¨¢s artesanales. Explicaba Monica Aggarwal, analista de Merrill Lynch especializada en empresas de alimentaci¨®n, en The New York Times: "La gente quiere sentirse bien comprando. Quieren una buena presentaci¨®n y quieren comida fresca". Y pone un ejemplo: en la tienda Dean & DeLuca's, en el SoHo neoyorquino, cuarto litro de leche de vaca alimentada con hierba puede costar 2,49 d¨®lares.
Mientras, los Gobiernos de Estados Unidos, del Reino Unido, de Espa?a? se movilizan para que los ni?os adopten h¨¢bitos de comida m¨¢s sanos, para que los men¨²s de los comedores escolares apuesten por la dieta mediterr¨¢nea, y para que los menores ingieran menos chuches, menos grasas, menos boller¨ªa industrial.
Todo tan raro. Por no hablar de las relaciones con los animales. Cualquier Navidad, la mitad de los perros de Estados Unidos son agasajados con un regalo, pero ?cu¨¢ntos se paran a pensar en las condiciones en que viven la inmensa mayor¨ªa de los cerdos, pollos, pavos y terneros que se comen entre brindis y brindis?
Mientras, las grandes cadenas de alimentaci¨®n, como McDonald's, PepsiCo, Coca-Cola y Kraft, emprenden una campa?a para intentar demostrar que la fast food no es tan desastrosa como dicen los defensores de la vida sana, crean consejos de asesoramiento y fichan a gur¨²s de la salud para tratar de frenar las cr¨ªticas. En los ¨²ltimos dos a?os, al menos dos docenas de importantes cient¨ªficos y expertos en nutrici¨®n han empezado a trabajar como asesores para multinacionales.
Es uno de los asuntos en que m¨¢s se detiene Hungry Planet: el debate sobre la globalizaci¨®n -sin duda, uno de los grandes dilemas de nuestros d¨ªas, con incontables perspectivas y consecuencias-, y la capacidad de conservar la gastrodiversidad, como en la naturaleza la biodiversidad, con toda su riqueza de ingredientes, de recetas, costumbres y presentaciones. Corby Kummer, autor del libro Los placeres de la 'slow food', se?ala que el mejor camino para frenar la expansi¨®n de la fast food y los men¨²s cl¨®nicos de las multinacionales es defender la vuelta a una cultura de la alimentaci¨®n m¨¢s cercana a la gente, m¨¢s local, del peque?o comercio y el mercado de barrio, de los alimentos de temporada y las recetas regionales; m¨¢s preocupada por la defensa del medio ambiente, unirse al movimiento slow food (comida lenta) y hacer proselitismo a su favor, que en 20 a?os se ha extendido ya por 50 pa¨ªses. Se trata de darle, como al potaje, tiempo al tiempo. Rafael Ruiz.
C¨®mo se hizo este atlas culinario
Este proyecto sobre la comida en el mundo empez¨® por un simple bocado de fideos. El periodista gr¨¢fico Peter Menzel y la escritora Faith d'Aluisio han trabajado juntos en casi 50 pa¨ªses durante los ¨²ltimos 12 a?os, dedicados a elaborar historias internacionales. En uno de sus viajes recalaron en el poblado de Sawa, un lugar peque?o y pobre inmerso en la selva tropical en la provincia indonesia de Pap¨²a. Y all¨ª observaron varias veces la misma escena: ni?os y j¨®venes que de vez en cuando vert¨ªan un pu?ado de fideos chinos secos en su boca y los remov¨ªan con la lengua hasta disolverlos. Comida preparada cruda destinada a facilitar la ajetreada vida de gente que viv¨ªa muy lejos de all¨ª serv¨ªa de aperitivo a los habitantes de uno de los lugares m¨¢s remotos de la Tierra.
Desde aquella visita, sus viajes por distintas partes del mundo les han hecho darse cuenta de que algo est¨¢ ocurriendo en el mundo de la alimentaci¨®n. Si recorr¨ªan Pek¨ªn en taxi, ve¨ªan erguirse montones de establecimientos de Kentucky Fried Chicken, y en M¨¦xico, una joven madre les confes¨® no tener ni idea de los ingredientes que conten¨ªan los refrescos, aunque tambi¨¦n reconoci¨® que su sedentaria familia de cinco miembros consum¨ªa 23 litros de coca-cola a la semana y que estaba preocupada por el aumento de peso y los problemas dentales de todos ellos.
Para intentar comprender este fascinante embrollo, Menzel y D'Aluisio han recorrido el mundo observando la comida diaria de personas corrientes: c¨®mo cultivaban, compraban, cocinaban y com¨ªan. En total entrevistaron a 30 familias en 24 pa¨ªses diferentes. Un atlas culinario propiciado por factores como la globalizaci¨®n, el aumento de la riqueza o las oleadas de inmigraci¨®n. El resultado no es una obra diet¨¦tica, sino un intento de confeccionar un retrato global de una actividad cotidiana en una ¨¦poca de cambios trascendentales.
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