Ir¨¢n tensa la cuerda
El mandato del nuevo presidente iran¨ª, Mahmud Ahmadineyad, que formalmente comienza ma?ana con la designaci¨®n de su Gobierno, se inicia bajo el manto de la crisis nuclear con Estados Unidos y la Uni¨®n Europea, un interminable tira y afloja negociador que ha demostrado la capacidad de Teher¨¢n para tensar la cuerda. Mientras que Ir¨¢n asegura que su programa at¨®mico es civil, Washington y Bruselas creen lo contrario, avalados por los casi veinte a?os de enga?os del r¨¦gimen teocr¨¢tico a los inspectores de la ONU. Teher¨¢n acaba de anunciar a los mediadores europeos su determinaci¨®n de continuar enriqueciendo uranio, pero ha retrasado unos d¨ªas el levantamiento de los precintos instalados en su central de Isfah¨¢n por el OIEA.
La UE ha amenazado con la suspensi¨®n de negociaciones y el traslado del caso al Consejo de Seguridad. Algo que no debe preocupar mucho en Teher¨¢n, que cuenta con los poderes de veto de China y Rusia. Pero, a la vez, Francia, Reino Unido y Alemania, la tripleta mediadora, prometen un paquete de incentivos econ¨®micos y tecnol¨®gicos si desiste, incluyendo el acceso a combustible at¨®mico con las oportunas salvaguardas.
Un reciente informe del espionaje estadounidense considera que Ir¨¢n est¨¢ todav¨ªa a 10 a?os de la bomba at¨®mica. En cualquier caso, el presidente Ahmadineyad, un ex guardia revolucionario que gan¨® las manipuladas elecciones de junio, no va a cambiar la pol¨ªtica nuclear iran¨ª. Primero, porque ¨¦l mismo es un ultraconservador fundamentalista, disc¨ªpulo directo del todopoderoso Al¨ª Jamenei. Despu¨¦s, porque entre los poderes del jefe del Estado no figura el de modificar opciones cr¨ªticas que se deciden por las instancias m¨¢s altas y secretas del r¨¦gimen de los ayatol¨¢s.
Si hay alguna posibilidad de entendimiento con Ir¨¢n, radica presumiblemente en su situaci¨®n econ¨®mica. Una cosa es el estribillo oficial de que los iran¨ªes no consentir¨¢n ser chantajeados por el Gran Sat¨¢n estadounidense y otras potencias, y otra la realidad de un pa¨ªs donde las dos terceras partes de la poblaci¨®n tienen menos de 30 a?os y soportan una formidable tasa de paro. Ir¨¢n necesita desesperadamente nuevas posibilidades comerciales, apertura exterior para sus empresas e inversi¨®n extranjera, sobre todo para su industria petrolera. Y esto es lo que puede aportar Europa -empresas y gobiernos- con la bendici¨®n estadounidense si finalmente prevalece el buen sentido en un r¨¦gimen que sabe mejor que nadie que para producir electricidad no se necesita enriquecer uranio ni reprocesar plutonio.
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