Garrapata
CONFRONTANDO LA garrapata con el ser humano, el fil¨®sofo italiano Giorgio Agamben, en su ensayo Lo abierto. El hombre y el animal (Pre-Textos), se plantea de forma extrema las diferencias entre lo viviente. No es una confrontaci¨®n, en cualquier caso, arbitraria, porque la garrapata, cient¨ªficamente Ixodes ricinus, es un diminuto par¨¢sito, que, carente de visi¨®n y audici¨®n, pero con capacidad olfativa para captar el ¨¢cido but¨ªrico que expelen los fol¨ªculos seb¨¢ceos de todos los mam¨ªferos, se lanza a ciegas sobre su presa y, si cae directamente sobre la piel de la v¨ªctima, se enquista en ella para chupar su c¨¢lida sangre. Un ser vivo, por tanto, como nosotros, que tambi¨¦n buscamos sobrevivir a nuestra manera. No obstante, desde el punto de vista biol¨®gico, con la ventaja comparativa para la garrapata de que, como explic¨® el bi¨®logo alem¨¢n Uexk¨¹ll, puede permanecer en un indefinido estado de hibernaci¨®n y reactivarse, al cabo de los a?os, cuando, de nuevo, aparece a su alcance el alimento que necesita, su desinhibidor.
Comparar la garrapata con el hombre no es, en efecto, una cuesti¨®n balad¨ª, y a¨²n menos, caprichosa, porque el hombre, desde que lo es, ha intentado dram¨¢ticamente explicarse su posici¨®n singular en el cosmos. Hasta nuestra ¨¦poca, la estrategia dominante al respecto consisti¨® en "antropoformizar" la naturaleza viviente, pero, a partir de ella, el proceso se ha invertido "animalizando" lo humano como consecuencia de un proceso dominado por la perspectiva de la ciencia biol¨®gica o el biologismo. La diferencia tradicional del hombre como un compuesto de elementos antit¨¦ticos, el cuerpo y el alma, se ha vuelto de esta manera obsoleta, pero la "reunificaci¨®n" biol¨®gica no ha conseguido suturar el estado excepcional del hombre, aislado de su medio o desinhibidor por la interfaz del lenguaje, que interpone entre ¨¦l y la realidad un mundo. Seg¨²n Martin Heidegger, que se ocup¨® de la cuesti¨®n y al que cita de continuo Agamben, la diferencia entre la garrapata, gen¨¦rico del ser viviente, y el hombre consiste en que la primera es pobre de mundo, mientras que el segundo es "fundador" de mundo, pero el salto cualitativo de riqueza mundana es el que, por otra parte, a¨ªsla a ¨¦ste de la realidad y convierte su existencia en una dicha desdichada, en un saber mortal. Le gustar¨ªa regresar al pl¨¢cido acoplamiento animal con el medio, pero ya no puede renunciar al conocimiento y la libertad que lo separan de su origen.
Una de las consecuencias del biologismo contempor¨¢neo es la invalidaci¨®n de cualquier ley, que se vuelve confusamente aleatoria, quedando como ¨²nico referente el Estado y lo que llama Agamben, usando la expresi¨®n de Foucault, el ejercicio de la "biopol¨ªtica", la gesti¨®n dominadora de la vida. No olvidemos que los dos pivotes de la biopol¨ªtica del nacionalsocialismo alem¨¢n fueron la eugenesia y la eutanasia, de arbitrio estatal, con vistas a la mejora de la raza humana, garant¨ªa de un futuro -hipot¨¦tico- bienestar general. No se qu¨¦ barrera moral puede interponerse para reconducir el futuro dise?o biol¨®gico de la especie, tras la f¨¢ctica indiferenciaci¨®n de lo humano, pero, desde luego, no ser¨¢n razones t¨¦cnicas, por muy eficaz que sea su dominio de la naturaleza. En medio de este panorama desolador, nos queda, eso s¨ª, ese acumulador de la memoria que es el arte en cuanto tal, y, por tanto, lo ¨²nico que permite vivir como tales al hombre y a la garrapata.
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