"Si no hubiera m¨²sica, la vida ser¨ªa insoportable"
Vive por y para la m¨²sica, al igual que su mujer, la soprano Montserrat Figueras,
y sus dos hijos: Ariana, cantautora y arpista, y Ferran, cantautor e int¨¦rprete
de guitarra y tiorba. Jordi Savall, adem¨¢s de por la interpretaci¨®n, tiene pasi¨®n
por desentra?ar las m¨²sicas del pasado y mantener viva su memoria
El m¨²sico Jordi Savall recibe en su casa de las afueras de Barcelona. Taller y templo.
Pregunta. ?Qu¨¦ le da la m¨²sica a la vida?
Respuesta. Armon¨ªa. Paz. Emoci¨®n. Felicidad. La idea de lo divino, tambi¨¦n.
P. ?Qu¨¦ es la armon¨ªa?
R. La armon¨ªa es lo contrario del caos. Es una forma de organizaci¨®n, un estado en el cual cada ser viviente, cada elemento, desde la m¨¢s peque?a mol¨¦cula hasta la galaxia m¨¢s imponente, puede tener su espacio y vida propios. Pero en la m¨²sica... A veces pienso si no es algo as¨ª como constatar que lo que est¨¢s escuchando llega a coincidir con lo que esperabas escuchar. Como si se diera el milagro de que una mil¨¦sima antes de producirse, de hacerse real, escucharas la m¨²sica en tu interior, y luego esa m¨²sica, gracias a un control eficaz de afinaci¨®n, ritmo, fraseo, improvisaci¨®n, t¨¦cnica, en fin, acabara felizmente produci¨¦ndose. Toda partitura escrita es un proyecto, que algunos pueden escuchar interiormente, pero que solamente toma vida, y de forma fugaz, cuando la interpretamos.
"La m¨²sica puede estar sujeta a la manipulaci¨®n. El gran respeto y amor por la m¨²sica no impidi¨® al nazismo ser responsable de actos atroces"
"Yo dir¨ªa que la m¨²sica pone al hombre en contacto con fen¨®menos que ni la experiencia humana convencional ni la ciencia podr¨¢n explicarnos jam¨¢s"
"Que la m¨²sica tiene caracter¨ªsticas nacionales es una evidencia. Es curioso que se empiece a negar esa identidad a la m¨²sica en la segunda mitad del XIX"
"Yo soy un gran defensor del disco, de la reproducci¨®n, por supuesto. Desde siempre. Me parece una important¨ªsima democratizaci¨®n del arte"
P. Paz ?por qu¨¦?
R. Es evidente. Ya lo dice el saber popular: "El que canta, sus males espanta".
P. ?Y los himnos?
R. Por desgracia, la m¨²sica puede tambi¨¦n estar sujeta a la manipulaci¨®n, hasta la m¨¢s odiosa. El gran respeto y amor por la m¨²sica no impidi¨® al nazismo ser responsable de actos atroces de barbarie. Aun el arte m¨¢s sublime puede ser deshumanizante. La m¨²sica, como toda forma de arte, no es buena ni mala. Pero, claro, es un lenguaje, sirve para la comunicaci¨®n, y su gran fuerza expresiva puede utilizarse a favor de ideas destructivas. La m¨²sica es previa a las palabras y a su significado. El beb¨¦ percibe el amor de sus padres sin comprender las palabras, gracias a la forma de cantarlas. Si le decimos, con voz melodiosa y ternura, con amor: "Qu¨¦ feo eres", ser¨¢ feliz. En cambio, si le decimos gritando: "?Qu¨¦ bonito eres!", se espantar¨¢ y llorar¨¢.
P. Eso tal vez quiera decir que los patrones musicales de la alegr¨ªa o el dolor no son culturales.
R. La m¨²sica a?ade sentido y emoci¨®n al lenguaje humano. Sin ella, el significado de una frase puede ser incomprensible. La diferencia entre la afirmaci¨®n: "Usted es un buen periodista", o la duda: "?Usted es un buen periodista?", es simplemente de entonaci¨®n musical.
P. La cuesti¨®n es saber por qu¨¦ la m¨²sica, y el arte, en general, son capaces de producir esas emociones. El fondo material de esas emociones. Hay muchos cient¨ªficos metidos en ello. Aunque pocos artistas...
R. Quiz¨¢ porque para ser sensibles al arte y acercarnos a la belleza no necesitamos a priori ese tipo de explicaciones. Para disfrutar con la m¨²sica de Bach no hacen falta explicaciones, aunque tambi¨¦n podemos explicar la complejidad de tal forma musical o contrapunto, el contexto hist¨®rico en el que la m¨²sica se cre¨®, la t¨¦cnica de los instrumentos, el estilo... Es verdad que el conocimiento intelectual de estas cuestiones es esencial para la formaci¨®n de un int¨¦rprete, y que su asimilaci¨®n puede producirnos un sentimiento de mayor comprensi¨®n, pero en profundidad, toda vivencia musical depender¨¢ m¨¢s de nuestra sensibilidad, espiritualidad y capacidad de emoci¨®n, y no de nuestros conocimientos intelectuales. Por ello, cuando se interpreta magistralmente una obra musical no hacen falta explicaciones extramusicales. Naturalmente, podemos explicar con facilidad por qu¨¦ una viola de gamba bajo est¨¢ m¨¢s cerca de la voz humana que un viol¨ªn, o por qu¨¦ los sonidos graves favorecen el sosiego y los agudos la excitaci¨®n, y tantos otros detalles. Pero lo interesante es viajar con Bach, Monteverdi o Marais. Ellos nos llevan a alg¨²n lugar donde no hacen falta explicaciones. Las explicaciones, incluso las cient¨ªficas, son ciertas en una escala menor que no tiene nada que ver con la complejidad del arte y de la vida, y de su interrelaci¨®n rec¨ªproca.
P. Me extra?¨® que no incluyera el orden entre las aportaciones de la m¨²sica a la vida.
R. ?El orden? ?Por qu¨¦?
P. Siempre se observa una estructura, con sus leyes.
R. Ah, s¨ª, eso es cierto. Pero no es orden la palabra que yo elegir¨ªa. Preferir¨ªa armon¨ªa. Igual que prefiero hablar de la armon¨ªa c¨®smica que del orden c¨®smico. El concepto de armon¨ªa contiene una cierta forma de orden y equilibrio, que implica la posibilidad de resolver incluso el caos m¨¢s complejo. Como el de una sinfon¨ªa. O el de los planetas. Y tambi¨¦n, aunque m¨¢s dif¨ªcilmente, el que han creado los hombres.
P. Sospecho que ve en la m¨²sica una posibilidad de conocimiento trascendente.
R. Yo dir¨ªa m¨¢s bien de experiencia trascendente. Es cierto que si uno se encara a fondo, profundamente, con la experiencia de la m¨²sica, que es, por cierto, tambi¨¦n la experiencia del silencio, uno acaba profundamente afectado.
P. Dig¨¢moslo. Muchos otros lo han dicho antes. ?La m¨²sica es la prueba de Dios?
R. Yo dir¨ªa que la m¨²sica pone al hombre en contacto con fen¨®menos que ni la experiencia humana convencional ni la ciencia podr¨¢n explicarnos jam¨¢s. No sirve para comprender por qu¨¦ estamos aqu¨ª, sino quiz¨¢ lo inexplicable de que estemos aqu¨ª. Probablemente si no hubiera m¨²sica no nos dar¨ªamos cuenta de nada o la vida ser¨ªa insoportable. Es en este sentido en el que hablo de una experiencia trascendente.
P. Hay quien piensa que el arte tiene sentido mientras llega la ciencia.
R. Si es as¨ª, me temo que es eterno, ya que con el arte y con la m¨²sica podemos acercarnos a estos momentos de armon¨ªa y, en definitiva, de felicidad. Pero no hace falta ser un artista o un creador para ello. Hay una historia zen que ilustra muy bien este misterio. Un hombre se pasea por un bosque y de pronto ve que lo persigue un tigre. Se pone a correr y llega hasta un barranco y, desesperado, empieza a bajarlo. Pero al poco comprueba que abajo hay otro tigre. Entonces, angustiado, se detiene, piensa qu¨¦ va a hacer y mientras tanto ve unas fresas y empieza a comerlas. Y se dice qu¨¦ maravilla de gusto tienen estas fresas salvajes. Pues eso mismo: la vida es un instante entre dos tigres. Y el secreto de la felicidad est¨¢ probablemente en las fresas.
P. Usted es fundamentalmente un int¨¦rprete. En un doble sentido, adem¨¢s: toca un instrumento e interpreta, traduce, viejas partituras.
R. S¨ª, as¨ª es. Me dedico a desentra?ar las m¨²sicas del pasado y mantener viva su memoria. No siempre es f¨¢cil, ya que hay que encontrar un equilibrio entre los elementos objetivos conservados y los subjetivos propios de la misma expresi¨®n musical, buscando las aproximaciones m¨¢s veros¨ªmiles. En m¨²sica no hay nunca una verdad absoluta, aun con el m¨¢ximo respeto a las ideas del compositor y de la ¨¦poca, cada int¨¦rprete aporta siempre su visi¨®n personal, de la misma forma que cada oyente percibe tambi¨¦n la misma m¨²sica seg¨²n su estado de ¨¢nimo del momento. Lo m¨¢s importante de este doble trabajo interpretativo es que intensifica este sentido trascendente de la m¨²sica.
P. ?Por qu¨¦?
R. En la experiencia musical hay algo que es muy dif¨ªcil de explicar con palabras, pero que cualquier int¨¦rprete siente en lo m¨¢s profundo. Es la comuni¨®n con los hombres a trav¨¦s de la historia. No se parece a nada. Es verdad que cuando uno est¨¢ leyendo un gran libro del pasado parece que tenga al escritor al o¨ªdo, habl¨¢ndole. Y el actor tambi¨¦n vive una experiencia muy perturbadora cuando dice las palabras que otro escribi¨® tal vez siglos antes. Pero tocar la m¨²sica que alguien escribi¨® en el pasado no se parece a nada, respecto a la presencia de ese hombre en tus propias manos, en tu propia carne... No sabr¨ªa c¨®mo decirlo: es una experiencia absorbente, totalizadora. Ese hombre est¨¢ viviendo otra vez contigo. Quiz¨¢ ¨¦ste sea el sentido humanamente trascendente de la m¨²sica, y quiz¨¢ el m¨¢s importante. Uno puede creer o no en la existencia divina, naturalmente. Pero ning¨²n m¨²sico puede ignorar ese contacto profundo con lo divino y lo humano. Tocar una partitura es, siempre, hablar con un hombre a trav¨¦s del tiempo, de los lugares, de las mil circunstancias de la vida y de la historia.
P. Algo de eso debe de haber en su predilecci¨®n por los instrumentos originales.
R. Sin duda. Se trata de eso. Yo tambi¨¦n dialogo con el objeto material. Ah¨ª est¨¢n las manos de los otros, el pulso, el esfuerzo. Todo eso se va depositando en el instrumento, y no dude usted que influye sobre su sonoridad. Desde el punto de vista t¨¦cnico no habr¨ªa ninguna raz¨®n para preferir instrumentos del pasado. Si uno utiliza un determinado concepto de la perfecci¨®n, pueden encontrarse instrumentos m¨¢s perfectos. Pero los instrumentos de ¨¦poca (originales o copias) se corresponden admirablemente con la ¨¦poca en que esa m¨²sica fue compuesta. De alg¨²n modo se compuso para ellos, de alg¨²n modo la m¨²sica se escribi¨® pensando en su car¨¢cter. Cu¨¢ntas veces leemos en comentarios un poco demag¨®gicos: "Si Bach hubiese conocido el piano moderno lo hubiera preferido al clavec¨ªn". ?Qui¨¦n puede atribuirse hoy las opiniones de Bach...? Pero en cualquier caso, si hubiera sido as¨ª, seguro que hubiera compuesto otra m¨²sica muy diferente de la que compuso para el clavec¨ªn.
P. Usted ha interpretado para el cine. Con gran ¨¦xito, como en Tous les matins du monde.
R. S¨ª, y debo decir que fue una experiencia para m¨ª muy especial y determinante. Como es l¨®gico, yo hab¨ªa interpretado muchas veces la m¨²sica de Marais. Desde 1965. Pero cuando empec¨¦ a grabar para la pel¨ªcula me di cuenta de que algo no acababa de funcionar. Y es que yo estaba tocando a Marais como si estuviera en un concierto. Sal¨ªa, c¨®mo le dir¨ªa... una m¨²sica demasiado exhibida. Yo necesitaba hacer algo m¨¢s ¨ªntimo, m¨¢s... real, ten¨ªa que ser Marin Marais tocando La Reveuse en un instante preciso de su vida, delante de Madeleine, que se estaba muriendo. Esto cambi¨® para m¨ª una parte esencial de mi interpretaci¨®n.
P. Me recuerda el problema de la escritura de diarios, que tiene que escribirse para dentro. O fingir que se escribe de ese modo.
R. Eso mismo, yo ten¨ªa que tocar para dentro. Ten¨ªa que conseguir una m¨²sica espont¨¢nea, motivada por la vivencia del personaje, no destinada a exponerse.
P. ?Y c¨®mo lo consigui¨®?
R. Hasta que comprend¨ª que yo deb¨ªa ser Marin Marais, no logr¨¦ liberarme de m¨ª mismo y dej¨¦ hablar a la m¨²sica con toda libertad.
P. La m¨²sica en el cine cumple una especie de sue?o humano...
R. Es que se parece realmente a los sue?os.
P. El efecto de que sobre las escenas de la vida cotidiana, en el campo o en las ciudades, brote de pronto la m¨²sica. La vida con su banda sonora.
R. Es fascinante. Es verdad que el mecanismo es puramente teatral... pero estamos en un mundo de ficci¨®n donde la emoci¨®n puede ser tan intensa como verdadera.
P. La gran revoluci¨®n de la m¨²sica, la reproducci¨®n, es que ahora puede acompa?ar al hombre en cualquier momento. ?La vida es cine!
R. Yo soy un gran defensor del disco, de la reproducci¨®n, por supuesto. Desde siempre. Me parece una important¨ªsima democratizaci¨®n del arte. Gracias a los CD, la m¨²sica que antes llegaba s¨®lo a una ¨¦lite puede ser accesible ahora a millones de personas en todo el mundo.
P. S¨ª, el disco y los ingenios port¨¢tiles sit¨²an la m¨²sica all¨ª donde el hombre la necesita.
R. Eso me lo miro con m¨¢s reserva.
P. ?Por qu¨¦? Mozart sonando mientras uno va a cien por hora. Es llamativo.
R. Me temo que s¨®lo llamativo. En primer lugar, yo creo que la experiencia musical depende sobre todo del acto. Tiene relaci¨®n con lo que antes habl¨¢bamos respecto al hombre que devuelve a otro hombre a la vida. Ese acto se produce en un momento dado y acaba con ¨¦l. Como el teatro. Y un concierto grabado es como una obra de teatro filmada. Por supuesto que tienes acceso a una parte de la experiencia; pero s¨®lo a una parte. En fin, es evidente que hay artes cuya esencia est¨¢ en el acto de producirlas y otras, como la pintura y la literatura, cuya clave est¨¦tica no est¨¢ en la ejecuci¨®n. A veces, hablando de m¨²sica, y gracias al enorme impacto de la reproducci¨®n, esto se olvida y no conviene olvidarlo. La m¨²sica es acci¨®n. En un concierto suceden muchas cosas aparte de la m¨²sica. Est¨¢ el di¨¢logo con el p¨²blico, por ejemplo. Est¨¢ la ac¨²stica o la magia del lugar. Mire... sobre el lugar y la trascendencia. Nosotros tocamos mucho en templos, en iglesias, o en salas de conciertos, como el Musikverein de Viena, que, en fin, tienen una carga emocional muy intensa. Es evidente que es muy dif¨ªcil obviar la emoci¨®n trascendente en lugares como ¨¦sos. O sea: no s¨®lo es que sea muy dif¨ªcil reproducir con absoluta exactitud el sonido de una cuerda que vibra para el o¨ªdo humano y no para una m¨¢quina. Es que hay una infinidad de circunstancias adyacentes. La experiencia vivida en el instante de un concierto la podremos recordar con la grabaci¨®n, pero nunca reemplazarla.
P. Tambi¨¦n hay circunstancias m¨¢gicas en la m¨²sica enlatada. Eso que dicen en las novelas: "Y en ese momento se oy¨® una m¨²sica".
R. S¨ª, pero en todas esas circunstancias que puedan darse falta la esencial. El hombre creando la m¨²sica y dialogando con el p¨²blico. Hay solamente una forma de compensar esta falta de di¨¢logo del instante, buscando el lugar y el momento m¨¢gico, sobre todo nocturno, donde el cansancio f¨ªsico nos obliga a poner un suplemento de alma en nuestra interpretaci¨®n. As¨ª se consiguen estos momentos que hacen que una grabaci¨®n sea para siempre un testimonio lleno de vida y emoci¨®n. Pero la democratizaci¨®n de la cultura no debe hacernos perder de vista el valor del concierto en vivo, que es lo mismo que decir el valor del original. No puede llegar a todo el mundo en todo momento, como es l¨®gico, pero su valor debe poder ser reconocido por todos cuando la ocasi¨®n se presente.
P. En su vida hay una caracter¨ªstica bastante especial: toda su familia se dedica a la m¨²sica y a menudo trabajan juntos.
R. S¨ª, as¨ª es, con la soprano Montserrat Figueras, mi esposa y tambi¨¦n mi musa y principal colaboradora, hacemos m¨²sica juntos desde hace m¨¢s de 30 a?os. Mi hija Arianna canta y toca las arpas antiguas, y es cantautora desde hace unos seis a?os. Ferran tambi¨¦n canta, toca la tiorba (un instrumento de la familia del la¨²d) y la guitarra, y es tambi¨¦n cantautor. Desde hace tres a?os hacemos m¨²sica los cuatro.
P. M¨¢s taller que familia...
R. En nuestra vida, la m¨²sica ha tenido siempre un espacio muy importante. Por ello, aunque nunca obligamos a nuestros hijos a ser m¨²sicos profesionales, el contacto cotidiano con la m¨²sica y todo el ambiente de los ensayos, los conciertos, los viajes... hicieron que finalmente la m¨²sica los escogiera tambi¨¦n a ellos. Estamos muy felices de que haya sido as¨ª, naturalmente.
P. ?Tiene alg¨²n problema esta vida?
R. No en especial, aunque, como en todas las familias, hay a veces las tensiones propias entre generaciones. Nuestros hijos ya no viven en casa, y Montserrat y yo estamos tan acostumbrados a esta vida como para que sea imposible imaginar otra. Cuando tenemos que trabajar juntos, nos reunimos y trabajamos. Por el hecho mismo de ser todos m¨²sicos pero con experiencias muy diferentes, a veces las cosas no son f¨¢ciles, pero hemos aprendido much¨ªsimo trabajando con nuestros hijos, y espero que ellos tambi¨¦n hayan aprendido con nosotros El trabajo tiene unos protocolos, y la vida familiar, otros. A veces se cruzan y se producen situaciones extra?as, imprevistas. Pero al final, claro est¨¢, las cosas salen bien y el resultado es maravilloso. No s¨®lo fluye la m¨²sica de los cuatro, sino tambi¨¦n un conglomerado de afectos, recuerdos, v¨ªnculos, sentimientos que es realmente muy especial y emocionante.
P. Viejas partituras, instrumentos antiguos... y una familia a lo Bach...
R. Ja, ja. ?No exageremos! ?l ha sido uno de los compositores m¨¢s geniales de todos los tiempos, y adem¨¢s tuvo muchos, muchos hijos.
P. Veinte, creo. Pero compon¨ªa para ellos, con su mujer transcribiendo las partituras sobre su regazo.
R. La verdad es que su m¨²sica no es ajena a este amor.
P. Stendhal dec¨ªa que...
R. Stendhal no escuch¨® ni entendi¨® nunca la m¨²sica de Bach...
P. ?No?
R. No conoc¨ªa nada del pasado y pensaba que finalmente Mozart y Haydn hab¨ªan mejorado definitivamente el lenguaje musical como si en el arte pudi¨¦ramos hablar de progreso...
P. Dec¨ªa que era una estupidez hablar de m¨²sica francesa, como de ciencia inglesa, como...
R. Ya. Pero que la m¨²sica tiene caracter¨ªsticas nacionales es una evidencia. Es curioso que se empiece a negar esa identidad a la m¨²sica en la segunda mitad del siglo XIX, en el mismo momento en que se desarrolla el esperanto y el sistema dodecaf¨®nico que suprime la tonalidad y toda referencia a unas ra¨ªces. Supongo que todo se debe a lo mismo.
P. Pero a veces la m¨²sica nacional en una determinada ¨¦poca es s¨®lo el canon, la manera que impone un determinado maestro.
R. S¨ª, a veces es as¨ª, pero los grandes como Bela Bartok o Manuel de Falla conoc¨ªan las m¨²sicas tradicionales de sus pa¨ªses y tambi¨¦n las m¨²sicas antiguas, y se inspiraron o nutrieron de ellas.
P. Lo digo porque, a diferencia de la lengua, no es una creaci¨®n colectiva y an¨®nima.
R. S¨ª, pero acaba identific¨¢ndose con un territorio. El nombre que le damos a ese territorio ya es otro asunto que no tiene nada que ver con la m¨²sica. Uno puede hablar de m¨²sica andaluza o de m¨²sica espa?ola refiri¨¦ndose a la misma m¨²sica... Pero esa cuesti¨®n ya excede la m¨²sica.
P. ?Qu¨¦ le parece: el arte o la vida?
R. Vivir es un arte.

El ni?o del coro
Jordi Savall (Igualada, 1941) fue un ni?o del coro desde los seis a?os. Y desde 1965, cuando acab¨® sus estudios en el Conservatorio de Barcelona, un tenaz y muy competente int¨¦rprete de m¨²sica antigua, denominaci¨®n convencional de lo que ¨¦l prefiere llamar m¨²sica del pasado. Algunos de sus premios revelan precisamente el lugar que ha alcanzado: Officier de l'Ordre des Arts et Lettres (1988); M¨²sico del a?o (Le Monde de la Musique, 1992), o Miembro de Honor de la Konzerthaus de Viena (1999). Savall es un hombre encerrado en una caja de m¨²sica, prototipo de un cierto artista total... y absolutamente. Es decir, convencido de que el arte resuelve el misterio de la vida, a fuerza de exponerlo. Pero artista, tambi¨¦n m¨¢s all¨¢ de la trascendencia: cabo mayor de una familia de m¨²sicos que tocan juntos con frecuencia, rastreador y descifrador de partituras olvidadas, pedagogo y productor discogr¨¢fico. Un hombre, adem¨¢s, popular, a partir especialmente de su intervenci¨®n en Tous les matins du monde, la pel¨ªcula de Alain Courneau, donde su profunda vocaci¨®n de actor pudo expresarse por completo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.