Ya no es lo que era
La reposici¨®n en ETB de La venganza de un hombre llamado Caballo me ha hecho recordar, nost¨¢lgico, el pasado no tan lejano del origen de nuestro Estatuto de Autonom¨ªa, cuando aquella balbuceante televisi¨®n era denominada "la del Hombre Llamado Caballo" por el n¨²mero de veces que, a falta de otra, ofrec¨ªa esta primera pel¨ªcula. Una televisi¨®n ¨¢gil, dec¨ªan sus promotores, con muy poco personal -unos ciento cincuenta de plantilla-, que respondiera a las necesidades sociales y al fomento del euskera, limitando esa hidra que no deja de crecer que es la funci¨®n p¨²blica. Aquello era otra cosa -el pasado ya no es lo que era-, lo que se creaba se dispon¨ªa para gestionar una autonom¨ªa, pero luego deriv¨® para constituir todo un r¨¦gimen, y desde entonces cuantos m¨¢s funcionarios mejor, m¨¢s clientelismo, m¨¢s posibilidades de asentar esa nueva estructura de poder, aunque suponga volver a lo viejo. La declaraci¨®n formal de superaci¨®n del Estatuto s¨®lo era cuesti¨®n de tiempo.
La operaci¨®n no estaba mal pensada ni sal¨ªa cara. V¨ªa cupo, con p¨®lvora de rey, se pod¨ªa constituir una administraci¨®n m¨¢s gruesa y pesada que la del resto del Estado, y si en alg¨²n momento los recursos no alcanzaban, siempre se pod¨ªa convertir en un agravio frente a Madrid. Y as¨ª, los que ostentaban el poder regional pon¨ªan todos los medios para no perderlo nunca.
Pero no le atribuyamos al nacionaismo vasco en exclusividad, ni mucho menos, esta deriva. Hasta en las autonom¨ªas m¨¢s o menos artificiosamente creadas -las vueltas que tuvieron que dar a la imaginaci¨®n para crearse banderas, s¨ªmbolos e historia propia- se fue cayendo en esta din¨¢mica, porque era evidente que daba resultado. El poder pol¨ªtico local, y en el caso del Estado auton¨®mico ese poder es mucho, tiende a crecer sin l¨ªmites; hasta tal punto, como se iba aprendiendo del caso vasco, que los agobios econ¨®micos generados por ese crecimiento se convirtieron en causa de reivindicaci¨®n de mayor financiaci¨®n y m¨¢s competencias. Ten¨ªa raz¨®n Rodr¨ªguez Ibarra cuando les reprochaba a los reclamantes de mayor financiaci¨®n que no se hubieran gastado los recursos en una, dos, televisiones, polic¨ªas, y un mont¨®n de servicios. Y as¨ª, en este proceso, el consiguiente montaje ideol¨®gico, sea o no originado por nacionalistas, tendi¨® no s¨®lo a criticar la uni¨®n sino a desprenderse de ¨¦sta.
No es s¨®lo el nacionalismo perif¨¦rico la causa de la deriva centr¨ªfuga actual del Estado, felizmente denominado anor¨¦xico; es la b¨²squeda de m¨¢s poder por unas cada vez m¨¢s importanes partitocracias regionales. Otro nuevo caciquismo.
Es cierto que todo este proceso, si se descubren las ego¨ªstas razones de las oligargu¨ªas pol¨ªticas regionales, resulta de una escandalosa mezquindad y de un absurdo arriesgado, pero para encubrirlo nunca se le ha dado tanta importancia a las se?as de identidad locales, folcl¨®ricas e historicistas, como si no fueran casi id¨¦nticas a las del vecino o, lo que es m¨¢s profundo, como si no se hubiera tenido con ¨¦ste proyecto pol¨ªtico o administrativo alguno en com¨²n.
El pasado, pues, ya no es lo que era. El pasado no se conforma con ver hasta la saciedad Un hombre llamado Caballo. La que se tiene que reconvertir es TVE; las televisiones perif¨¦ricas siguen tirando del presupuesto o de deuda. Un d¨ªa, sin saberlo, ese pasado cambi¨®; todos los que gestionaban los distinos regionales descubrieron la virtud de superar la descentralizaci¨®n. El ejemplo para erigir un poder en contradicci¨®n perpetua con el resto, propio, con terreno acotado, frente a cualquier proyecto o convenio en com¨²n, fue, sin duda, Euskadi.
Nos han cambiado el pasado, las ventas o los cortijos nos los han transformado en aut¨¦nticas fortalezas, y la gran oratoria, la de las frases ¨¢ulicas y ¨¦picas, es para lo local, que es lo endog¨¢mico. El pasado escamoteado en un gran disfraz, ya no es lo que deb¨ªa haber sido. Por eso el futuro no sabemos lo que va a ser, nos quedamos conformes con la mezquindad del presente. Y aunque sea cierto que Espa?a no va a romperse en pedazos -entre otras razones, porque no nos dejar¨ªan nuestros vecinos que no iban a soportar una regi¨®n tan inestable en el sur de Europa (v¨¦ase el pasado del XIX y XX) o porque por debajo de tanta opereta pol¨ªtica lo que de verdad funcionan son unas relaciones econ¨®micas y culturales, m¨¢s fuertes que nunca-, cu¨¢nta energ¨ªa se est¨¢ desaprovechando, cu¨¢ntos recursos se est¨¢n mal utilizando, cu¨¢nta administraci¨®n innecesaria, para mayor gloria, en la era de Internet, de los nuevos se?ores feudales.
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