Aire limpio, por favor
Es invisible e incorp¨®rea, pero produce estragos en la salud de los habitantes de las ciudades, el presupuesto sanitario y el medio ambiente. La contaminaci¨®n del aire que respiramos puede reducir nuestra esperanza de vida, y exige el esfuerzo colectivo y la voluntad de todos para combatirla.
Hacer un llamamiento por un aire m¨¢s limpio se ha convertido en una necesidad, a la vista de los efectos producidos por la contaminaci¨®n ambiental. El aire limpio implica calidad de vida, salud, ahorro de costes sanitarios, elevaciones de la productividad asociadas a un descenso de las bajas laborales y reducci¨®n de la mortalidad prematura. No est¨¢ de m¨¢s tomar conciencia de que la poluci¨®n de nuestras ciudades causa m¨¢s muertes que los accidentes de tr¨¢fico, el sida o la leucemia.
Los datos son elocuentes: unas 310.000 personas mueren cada a?o en la Uni¨®n Europea por la contaminaci¨®n causada por el tr¨¢fico rodado, las industrias qu¨ªmicas e incluso el nada desde?able humo del tabaco. En Espa?a, la poluci¨®n derivada de estos factores causa 14.000 muertes anuales.
Aire limpio: ahorro y salud. Seg¨²n los expertos, si los Estados miembros de la Uni¨®n Europea cumplieran las normativas sobre descontaminaci¨®n del aire y acataran el Protocolo de Kioto, 81.000 personas se salvar¨ªan, hacia el a?o 2020, de una muerte prematura por enfermedades relacionadas con la contaminaci¨®n. (Recordemos que el Protocolo de Kioto tiene como prop¨®sito reducir las emisiones de CO2 y otros gases que contaminan y calientan la atm¨®sfera).
El gasto sanitario que genera el aire contaminado es muy elevado. S¨®lo en Espa?a, cada a?o se diagnostican alrededor de 140.000 nuevos casos de bronquitis cr¨®nica. Los costes de los tratamientos para esta y otras enfermedades motivadas por la contaminaci¨®n del aire se mueven alrededor de los 30 millones de euros al a?o. A este balance hay que a?adir las bajas laborales, los descensos de productividad y el impacto en la calidad de vida de las personas afectadas. Otro dato significativo es que, en las ¨²ltimas d¨¦cadas, el asma y las alergias han aumentado en toda Europa, seg¨²n un estudio internacional sobre la incidencia de ambas enfermedades en la infancia (Internacional study of asthma and allergies in childhood).
Contaminaci¨®n y tabaco. Buena parte de la poblaci¨®n sabe ya que el tabaco es la principal causa de enfermedades en los pa¨ªses desarrollados. En Espa?a, las muertes provocadas por tabaquismo superan la friolera de 50.000 personas al a?o. Enfermedades como c¨¢ncer de pulm¨®n, de laringe y de p¨¢ncreas; infarto de miocardio; bronquitis cr¨®nica, y una larga lista de dolencias cardiovasculares y respiratorias, son fruto del h¨¢bito de fumar.
Los efectos pat¨®genos del tabaco no s¨®lo afectan a los fumadores activos. Son muchos los estudios que indican que el humo ambiental aumenta el riesgo de c¨¢ncer de pulm¨®n en los no fumadores. Obviamente, a mayor cantidad de humo inhalado y mayor tiempo de exposici¨®n, el riesgo se multiplica. La Agencia Internacional para la Investigaci¨®n del C¨¢ncer considera probado que el humo ambiental causa c¨¢ncer de pulm¨®n, e implica un aumento del 20% en las posibilidades de padecer esta enfermedad en los fumadores pasivos. Otras enfermedades como el asma bronquial, la otitis o la reducci¨®n de la capacidad pulmonar pueden aparecer tambi¨¦n a causa de una exposici¨®n significativa al tabaco. El tema no es balad¨ª, ya que se estima que a¨²n hoy, en Espa?a, alrededor del 50% de la poblaci¨®n adulta no fumadora pasa parte de su jornada en ambientes donde no tiene m¨¢s remedio que inhalar humo de tabaco.
Contaminaci¨®n y tr¨¢fico rodado. Se calcula que cerca de la mitad de la contaminaci¨®n por part¨ªculas en suspensi¨®n en el aire de las grandes ciudades proviene del tr¨¢fico rodado. Expertos m¨¦dicos sostienen que las alergias, cuya prevalencia va en aumento a?o tras a?o, se deben en gran parte a los contaminantes generados por los motores de los veh¨ªculos. Adem¨¢s, voces especializadas en salud ambiental sostienen que hay razones suficientes para pensar que la contaminaci¨®n tiene efectos negativos en la fertilidad. En 2003 se realiz¨® un estudio con trabajadores de peajes de autopista que mostr¨® que la poluci¨®n deteriora la calidad de los espermatozoides en hombres j¨®venes y de mediana edad.
Contaminaci¨®n en los alimentos. Diversos estudios recientes han hallado restos de plaguicidas en m¨¢s de un tercio de las frutas y verduras que consumimos a diario. De cada 100 verduras comercializadas en Europa, 60 est¨¢n completamente limpias de pesticidas, 36 tienen restos en dosis inferiores al m¨¢ximo tolerado y 4 est¨¢n contaminadas por encima de estas dosis. Lo inquietante es que nuevas evidencias indican que la ingesta de altas dosis de una sola vez puede ser m¨¢s perniciosa que el consumo de peque?as dosis durante un tiempo prolongado.
La voz del ciudadano. Seg¨²n un reciente estudio, un 85% de los europeos da m¨¢s importancia a la protecci¨®n del medio ambiente que al crecimiento econ¨®mico, una cuesti¨®n en la que Espa?a se sit¨²a ligeramente por encima de la media comunitaria. Cerca del 90% de los encuestados afirma que los l¨ªderes pol¨ªticos deber¨ªan tener en cuenta este aspecto a la hora de tomar decisiones econ¨®micas. Casi la mitad de los europeos considera que la mejor soluci¨®n a los problemas medioambientales es adoptar leyes m¨¢s estrictas que castiguen con multas a quienes las incumplen. M¨¢s all¨¢ de las sanciones impuestas por la Administraci¨®n est¨¢ nuestra conciencia y la fuerza transformadora que surge de la acci¨®n cotidiana de millones de ciudadanos que, con sentido com¨²n y voluntad de mejora, pueden contribuir a reducir la poluci¨®n. Un mayor ahorro energ¨¦tico, el uso moderado del coche o la simple reducci¨®n de consumo de tabaco son b¨¢sicos para salvaguardar la higiene y salud del medio y de las personas de nuestro entorno.
El valor de lo esencial. Hace apenas un siglo, nadie pod¨ªa imaginar que, con el tiempo, el agua ser¨ªa un bien tan escaso y precioso, que su valor y su precio se disparar¨ªan. No estamos lejos de un escenario en el que la masa vegetal del planeta pierda de manera alarmante su capacidad de limpiar, renovar y regenerar el aire que nos da la vida. Los incendios y el exceso de explotaci¨®n forestal, entre otras desgracias ecol¨®gicas, est¨¢n disminuyendo a velocidad de v¨¦rtigo el pulm¨®n verde del planeta, y, en consecuencia, nuestros propios pulmones. Antes de llegar a ese extremo, el sentido com¨²n y la acci¨®n cotidiana, en la que la responsabilidad personal desempe?a un papel clave, son las ¨²nicas armas con las que cuentan los ciudadanos para dejar de castigar el elemento fundamental que, junto con el agua, nos proporciona la vida: el aire.
?lex Rovira es profesor de Esade, conferenciante y escritor.
El precio de respirar
Se calcula que la Uni¨®n Europea puede llegar a ahorrar en el a?o 2020 cerca de 200.000 millones de euros si conseguimos reducir entre todos la contaminaci¨®n del aire. Una cifra de tal magnitud deber¨ªa abrirnos los ojos ante el verdadero valor de un elemento tan sutil e invisible. Esta toma de conciencia resulta necesaria, ya que el ser humano no suele dar valor a las cosas por las que no tiene que pagar, y, de momento, el aire que respiramos no tiene precio, c¨¢nones, tasas ni impuestos por consumo. Pero eso no le quita su valor: infinito, ya que de ¨¦l depende la vida.
Quiz¨¢ llegar¨¢ el d¨ªa en que, por suerte o por desgracia, y movidos por la necesidad de financiar pol¨ªticas que limpien de desechos la burbuja azul en la que vivimos, nos toque pagar a cada ciudadano por nuestra cuota de aire a respirar. Ser¨¢ entonces cuando sabremos de verdad lo que cuesta darse un respiro.
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