Pista libre
Dicen que donde menos se espera, salta la bici. Qui¨¦n se lo iba a imaginar, uno de los momentos m¨¢s entra?ables de estas extra?ables, digo, extra?as fiestas, es la carrera para chavales en veloc¨ªpedo que tiene lugar en el Bulevar donostiarra. Entra?able y concurrid¨ªsima en comparaci¨®n con lo que atraen eventos supuestamente m¨¢s copetudos. De entrada, se juntan chavales como para tres tours y medio y si a eso se le a?ade, sin contar las bicicletas, una figura paterna por casco y cabeza -contar con dos no est¨¢ al alcance de todos, por diferentes motivos- y alguna suprapaterna o colateral hay respetable como para un criterium ciclista de la UCI.
Da gusto ver a los m¨¢s peque?os, de cinco a seis a?os, moverse entre la determinaci¨®n de ganar y el paseo relajado y casi exhibicionista de quien toma el asfalto por una pasarela. Aqu¨ª, la bici tiene cuernos de cabra adicionales, all¨ª dos peque?as ruedas de apoyo, una cestita de colores apastelados por no decir pastelones y si acaso un bid¨®n de fantas¨ªa. Los atuendos var¨ªan, y eso para todas las franjas de edad, entre el maillot con culote profesionales -muchos con publicidad incluida, predominando la de Euskaltel- y la ropa de calle, no faltando las coquetas que lucen modelitos de lo m¨¢s fashion. En la salida, las ruedas no pueden pararse quietas y los ¨¢rbitros tienen que hacerlas retroceder cada dos por tres.
Uno de los momentos m¨¢s entra?ables de estas extra?ables, digo, extra?as fiestas, es la carrera para chavales en veloc¨ªpedo
Sale el pelot¨®n a trompicones para enfrascarse a poco en el re?ido esprint de los m¨¢s competitivos mientras alguno entra tarde y llorando porque se le sali¨® la cadena. En la l¨ªnea de meta, todos reciben su bolsa de avituallamiento para disfrutar de un helado que acaba rubricando sobre la acera el aut¨®grafo de alguna futura promesa del ciclismo.
Este a?o la Bizikleta Festa infantil se ha prolongado en la marcha por los carriles-bici de la ciudad o bidegorris que se celebr¨® ayer ¨²nicamente para exaltar un medio de transporte tan caro a nuestro Ciclista Mayor que est¨¢ dispuesto a echar la bici por la ventana.
Claro que su gesto no es desinteresado, porque detr¨¢s de su apuesta por llenar las aceras de carriles para bicis -aunque tengan que saltar balaustradas o encerrar en isletas a los peatones- est¨¢n las ansias de traerse para Donosti el Premio de la Movilidad 2004 que concede la UE. S¨®lo que nuestro Ciclista Mayor ha comprobado para su pesar que las bicis no est¨¢n hechas para el verano, digo, para los carriles ad hoc, sino que se desbordan por las aceras y se meten en parques donde su uso est¨¢ prohibido causando aut¨¦nticas molestias a quienes ya no tienen ning¨²n espacio propio para moverse, los viandantes.
De ah¨ª que convocara a los velocipedistas a una marcha festiva que concluy¨® en una chocolatada con mensaje: la bici ha de tener un uso sostenible, digo responsable, con lo que soslayaba de paso el hecho de que el propio Ayuntamiento emiti¨® unas normas que inclu¨ªan sanciones para los irresponsables. Porque como nadie va a encargarse de que se cumplan, y mucho menos nuestro Ciclista Mayor, que antes consentir¨ªa que le pasase el Giro por encima que comprometer el buen rollito, ha destinado 93.000 euros a una campa?a de sensibilizaci¨®n para civilizar la bici si es que la bici se deja (continuar¨¢).
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